«Carta abierta a Juan Atalayado»
«¿Es necesario que pida perdón la organización de los Testigos de Jehová?»
«Sin Rostro Humano»
«La 'Verdad' Revelada de Jehová»
«Análisis de una Actitud»
«Maestros en el doble lenguaje»
«Lo que el viento se llevó»
«El engaño invencible»

Diciembre de 2010

C
omo soy un apasionado con el estudio de la historia voy a compartir la siguiente reflexión con el propósito de que nos veamos en el espejo de ciertos disidentes de regímenes totalitarios. Estoy seguro que algunos aquí se podrán identificar muy bien con las circunstancias históricas contemporáneas a las que haré alusión y como se relacionan con la SWT.

Antes de comenzar quiero reconocer que admiro como muchos aquí tras su paso por la SWT han podido rehacer sus vidas y hoy disfrutan de vidas plenas y llenas de propósito. Lo cual demuestra que ciertamente hay vida después de la SWT.

No se puede obviar que habemos otros que se nos ha hecho difícil el tránsito hacia la vida normal y todavía, como si estuviésemos unidos con un cordón umbilical irrompible, estamos al tanto de lo que sucede dentro de la organización, quizás con más interés del que teníamos cuando éramos parte de esa comunidad.

Es posible que el hecho de tener familiares queridos allí nos haga tener un interés inusitado por las novedades de esa organización, y también a que quisiéramos levantarnos un día y enterarnos de que la mencionada organización ha desaparecido del mapa.

Ahora bien creo que si seguimos muy conectados todavía somos esclavos de ella. Y el estar atento a sus “nuevas luces” para replicarlas nos hace perder la iniciativa de hacer una búsqueda individual sin que sea la organización las que nos trace la agenda.

Esta vida es corta y agitada, y siempre es definitiva. No puede ser provisional. El quedarnos como Jonás sentados debajo de un árbol esperando que la SWT caiga no es lo mejor. Y ahí es que la historia reciente acude en nuestro auxilio.

Durante la larga dictadura del Generalísimo Francisco Franco muchos españoles tuvieron que irse al exilio y anhelando desde allí la desaparición de este Caudillo. Mientras unos formaron familias y se integraron a las sociedades que los albergaron, otros suspendieron sus vidas creyendo que la dictadura caería en cualquier momento. Lo cierto es que pasaron casi 4 décadas y el Caudillo murió en la cama de un hospital.

Un caso que lo ilustra es el de don Claudio Sánchez-Albornoz, reputado historiador quien se exiló en Argentina. Cuentan que el usaba dos relojes, uno con la hora de España y otro con la hora de Argentina. Su cuerpo estaba en América y su corazón en la Península. Aguardando el día en que los españoles se quitarían de encima a Franco.

Con el exilio cubano pasa otro tanto. Fidel Castro ha gobernando cincuenta años. Toda una vida. Ha sabido sortear con éxito todas las crisis y ha aprovechado muy bien las coyunturas históricas. Además de que en los inicios de su régimen desmanteló al ejército de Batista, a los empresarios, el sistema de enseñanza, los medios de comunicación y los puso en manos de un partido único. Esto ha frustrado cualquier movimiento interno por descabezar la dictadura.

Los cubanos exilados por 50 años acusan el cansancio propio de una larga espera. Algunos se han resignado y hasta han construido en Miami una réplica del santuario de la Virgen de la Caridad del Cobre.

En ambos ejemplos se ve un punto en común. Los exilados olvidaron las circunstancias que sustentan a estos regímenes dictatoriales.

Los republicanos españoles no tomaron en cuenta que Franco obtuvo una victoria militar y a sangre y fuego se impuso. Además de que supo venderse como un adalid del anti-comunismo. Por eso los EE.UU. le perdonaron su romance con los Nazis.

Pasando a la SWT no soy de los que piensa que este movimiento religioso va a desaparecer o a sufrir un cisma de envergadura. El movimiento disidente no tiene forma de unirse, ni siquiera se conocen unos a otros y es muy fácil de infiltrar. Hay mucha desconfianza y temor.

La SWT controla todos los hilos y mantiene una unidad a toda costa. De hecho su sistema de enseñanza única evita las fisuras y el que alguien enseñe algo fuera de la línea oficial. El que se va regularmente lo hace solo. Es difícil que arrastre a muchos.

Por eso creo que es más saludable gozar de otras experiencias en libertad, y tratar de pasar la página. Esta religión que se vende como el “ombligo del mundo” es sólo una más. Su importancia está sobre dimensionada. Lo cierto es que ya ni hacen tanto ruido como en los años 30.

Claro está que esto no quiere decir que uno sea indiferente, pero lo más saludable es ocuparse en trillar otros caminos que de seguro serán más satisfactorios. Es mi deseo de que podamos, nunca dejo de incluirme, superar con éxito, como lo han hecho muchos, este tránsito desde una religión sectaria y totalitaria hacia una vida más plena de servicio a nuestro prójimo. (Contribuido)