Reflexiones sobre lo dicho
Por primera vez el Sr. Matos se adentra en los substerfugios del tema de la sangre, y por lo menos desde mi perspectiva y conocimiento, reflexiona sobre la procedencia o no, de su prohibición. Y es sorprendente la superficialidad que utiliza para centrar sus argumentos. Toda su argumentación esta basada en el "carácter universal" del origen de las palabras de Hechos 15:20. También, en el hecho de la "temporalidad" de dichas normas, que para él, no existe, puesto que literalmente no encuentran una reseña expresa de tal temporalidad en el mismo decreto o en referencias subsidiarias. Después trata de jugar con el símbolo y la realidad, haciendo creer a sus escuchas que el símbolo es superior a la realidad, con la pregunta: «¿Acaso se puede disociar el símbolo de lo que éste representa? Cuando se agreden o vandalizan símbolos que representan valores universales, ¿no se ha defendido incluso con la vida la humillación del símbolo?». Después, pregunta con rotundidad: «¿Acaso prohibe Dios la sangre en la Biblia por ser esta un nutriente, por tratarse de un alimento propio? No. Esa es una visión sesgada del texto bíblico». Y finaliza con la manida reflexión de «si quien rehusa una transfusión es un suicida o no», alegando que los Testigos no son suicidas.
Curiosamente, aunque pretende corregir al Sr. Alkain, que solo citó parte del texto de Hechos 15:28, 29, el mismo cercena la nota al pié de página de La Biblia de Jerusalén y cita la parte en que se menciona el posible carácter universal de esta norma. Su argumento se basa en esa premisa, sin incluir toda la cita de la Biblia de Jerusalén, que dice:
"Las reservas de Santiago manifiestan la naturaleza exacta del litigio. Tienen un carácter estrictamente ritual y responden exactamente al problema planteado en Hechos 11:3 y Gálatas 2:12-14: ¿Qué se ha de exigir de parte de los helenos-cristianos para que los judeo-cristianos puedan tratar con ellos sin mancha legal? Santiago solo ha querido retener de todas las leyes de pureza aquellas cuya significación religiosa parece universal: el comer la carne ofrecida a los ídolos entrañaba cierta participación en un culto sacrílego. La sangre era la expresión de la vida que solo pertenece a Dios. La prohibición de comer la sangre, Lev.1:5, tenía tal fuerza obligatoria que hace explicable la repugnancia del judío a dispensar de ella al gentil."
¿Por qué comenzará el Sr. Matos «aislando» ciertas frases de los Comentarios a pié de página de la Biblia de Jerusalén? ¿Por qué comete la misma incorrección de aquél a quien acusa? ¿Por qué, los testigos de Jehová, cada vez que «reflexionan» sobre un tema, recurren a este tipo de tácticas, es decir, a aislar frases, efectuar citas a medias, enfocar la atención sobre asuntos secundarios, etc.? ¿Qué tratan de ocultar?
Como podemos observar, la prueba es apabullante. Los Comentaristas de La Biblia de Jerusalén no afirman, como él pretende dar a entender, que el contenido de Hechos 15:28, 29 provengan de una norma de 'carácter universal', sino que en opinión de Santiago, y con objeto de que los judeo-cristianos puedan tratar con los helenos-cristianos sin sentirse manchados legalmente, éste repite unas leyes judías cuya significación religiosa parece universal. Así pues, se estaba dirimiendo un problema de carácter religioso, no de carácter moral, como quieren dar a entender los testigos de Jehová. Esto se ve muy claramente leyendo todo el relato.
Por consiguiente, la cuestión es: ¿en qué contexto utilizaron Santiago y el concilio apostólico la expresión "abstenerse" de la sangre? ¿Cuáles eran las razones que les llevaron a reunirse en una especie de «concilio» y determinar aconsejar a los helenos-cristianos que se abstuvieran de fornicación, sangre, de las cosas estranguladas y lo sacrificado a ídolos, pero que quedaban exentos de la circuncisión?
El concilio trató específicarnente del esfuerzo que estaban haciendo algunos pidiendo a los cristianos gentiles no sólo que se circuncidaran sino que también "observaran la ley de Moisés". Este fué el asunto del cual habló Pedro, de la observancia de la ley mosaica, la cual describió como un pesado "yugo". ¿Qué requisitos les había impuesto la ley de Moisés? No se requería que se circuncidasen, pero en cambio sí se les exigía que se abstuviesen de ciertas prácticas que habían sido delineadas con anterioridad en el libro de Levítico, capítulos 17 y 18. Aquella ley especificaba que, no sólo los israelitas, sino también los residentes forasteros" que estuvieran entre ellos, se tenían que abstener de involucrarse en sacrificios idolátricos (Levítico 17:7-9), de comer sangre, incluyendo la de animales no sangrados (Levítico 17:10-16), y de prácticas sexuales calificadas como inmorales (incluyendo el incesto y las prácticas homosexuales).-Levítico 18:6-26.
Aunque la tierra de Israel estaba ahora bajo control gentil, habiendo grandes cantidades de judíos que vivían fuera en diferentes países (los cuales se calificaban como los de la "Diáspora", la cual significaba "los esparcidos"), Santiago sabía que en muchas ciudades a través del Imperio Romano la comunidad judía era como un microcosmo reflejando la situación de la Palestina de tiempos antiguos, en el sentido de que era bastante común el asistir los gentiles a las reuniones de las sinagogas judías, y de esa forma mezclarse con ellos.
Los primeros cristianos, tanto cristianos judíos como cristianos gentiles, continuaron frecuentando las reuniones de las sinagogas, así como Pablo y otros hicieron mucha de su predicación y enseñanza en estos lugares. La referencia de Santiago a la lectura de Moisés en la sinagoga en ciudad tras ciudad ciertamente suministra la base para creer que, al enumerar las cosas que había mencionado precisamente antes, él tenía en mente las abstenciones que Moisés había establecido para los gentiles dentro de la comunidad judía en tiempos antiguos. Como hemos visto, Santiago alista no solo las mismas cosas encontradas en el libro de Levítico, sino incluso en el mismísimo orden: el abstenerse de los sacrificios idolátricos, de la sangre, de cosas estranguladas (por consiguiente no desangradas), y de la inmoralidad sexual. El recomendó la observancia de estas mismas abstenciones de parte de los creyentes gentiles y la razón evidente para esta abstención fue la circunstancia que prevalecía entonces, a saber, la mezcla de judíos y gentiles en las reuniones cristianas y la necesidad de mantener la paz y la armonía dentro de esa circunstancia. Cuando a los cristianos gentiles les fue requerido que se 'abstuvieran de sangre,' ello, obviamente fue entendido, no en un sentido absoluto, sino en el sentido específico de evitar el comer sangre, lo cual era aborrecible entre los judíos. El llevar el asunto más allá de esto, e intentar asignar a la sangre por sí misma un tipo de condición tabú, es sacarlo del contexto bíblico e histórico, e imponerle un significado que en realidad no tiene.
Es interesante que Santiago no alistó tales cosas como el asesinato o el robo entre las abstenciones requeridas. Estas cosas fueron ya condenadas tanto entre los gentiles en general como entre los judíos. Pero los gentiles sí toleraron la idolatría, toleraron el comer sangre y el comer animales desangrados, y toleraron la inmoralidad sexual, hasta tuvieron "templos de prostitutas" relacionados con lugares de adoración. Las abstenciones recomendadas, pues, se enfocaron en aquellas zonas de la práctica gentil donde había más probabilidad de que resultara en una ofensa para los judíos y ello resultara a su vez en roces y perturbaciones. La ley mosaica no exigió la circuncisión para los residentes forasteros como una premisa para vivir en paz dentro de Israel, ni tampoco Santiago dijo que se hiciera.
La carta resultante de la recomendación de Santiago fue dirigida específicamente a los cristianos gentiles, "gente de las naciones", en Antioquía, Siria y Cilicia (regiones adyacentes que se extienden al norte de Israel), y como hemos visto, este asunto trató la cuestión específica de un intento de pedir a los creyentes gentiles que "observaran la ley de Moisés". Trató aquellos aspectos de conducta más probables de crear dificultades entre los creyentes judíos y gentiles. Y no hay nada que indique que la carta tenía que ser aceptada como "ley", como si las cuatro abstenciones instadas formaran un "Cuadrílogo" reemplazando el "Decálogo" o los Diez Mandamientos de la ley de Moisés. Fue un consejo específico para una ocasión específica imperante en aquel período de la historia.
1º) ¿Hay alguna base bíblica para sacar la conclusión que la norma de 'abstenerse de sangre' proviene de una ley de 'carácter universal'?
Como vimos anteriormente, Comentaristas bíblicos como los de La Biblia de Jerusalén y otros, consideran que la decisión del Concilio de Jerusalén, tenía que ver con la situación particular de un momento particular, sin que tal situación se pueda extrapolar a otra época.
El único argumento que los testigos de Jehová utilizan, para llegar a la conclusión de que las normas del concilio eran y provenían de 'leyes universales', se concentra alrededor de los textos de las Escrituras Hebreas, anteriores a las ordenanzas de la ley mosaica. Como trata de razonar el Sr. Matos: «La ley respecto a la santidad de la sangre era anterior a la existencia del pueblo judío, se incorporó al conjunto de leyes mosaicas que Dios les entregó por mediación de aquel caudillo, Moisés, y se extendió su observancia a la comunidad cristiana». Según él, pues, las normas anteriores a la Ley mosaica no fueron afectadas cuando dicha ley fue derogada, estando en la actualidad en vigor. El texto citado como referencia es, el de Génesis capitulo nueve, versículos del 1 al 7.
Se afirma que, puesto que todos los humanos descendemos de Noé y sus hijos, estos mandamientos aplican todavía a todas las personas. Se representa como entendido que las ordenanzas sobre la sangre en la ley mosaica son simples repeticiones de, o elaboraciones de, la ley básica establecida con anterioridad y por tanto, que está todavía en vigor. Se hace una aplicación eterna al decreto divino con relación a la sangre dicho a Noé.
Ahora, centremos nuestra atención en los versículos citados con anterioridad e intentemos realizar una interpretación completa y honesta de los mismos. Lo que encontramos en este pasaje es un pacto entre Dios y Noé. Se ha argumentado que el pacto se extiende a toda la Humanidad debido a que Noé es el ancestro de todos los hombres.
Básicamente, el pacto maneja estos tres aspectos principales:
1. Pueden comer carne animal, pero no "carne con su alma -su sangre".
2. El asesinato está prohibido: "Cualquiera que derrame la sangre del hombre, ... será derramada su propia sangre."
3. Producirán descendencia en abundancia: "sean fructíferos y lleguen a ser muchos..."
La Sociedad ha argumentado que este es un "pacto eterno" que se ha extendido a toda la Humanidad. Si aceptamos que este es un pacto que nos afecta a todos hoy, ¿podemos seleccionar cuales partes del pacto son aplicables, e ignorar las otras?
Si eso es así, Sr. Matos, ¿no es cierto que debería ser igualmente aplicable el mandato de "ser fructíferos y llenar la tierra" y de " hacer que la tierra enjambre de ustedes y hacerse muchos sobre ella"? Y si es así ¿cómo es posible justificar el que la Sociedad Watch Tower estimule no sólo la soltería, sino de cierto modo el que no se tengan hijos entre los Testigos de Jehová casados?
¿Es posible que este pacto no afecte a toda la Humanidad? Discutiendo sobre el control de natalidad y el mandato bíblico sobre el producir prole (que se encuentra en Gén. 1:28 y en Gén. 9:7), note lo que la revista ¡Despertad! del 22 de septiembre de 1989, página 24, nos dice:
"Este mandato guardaba una clara relación con las circunstancias especiales de aquel tiempo."
Así, la revista ¡Despertad! reconoce que esta porción del pacto no nos aplica a nosotros hoy. De hecho, y como hemos visto antes, es fácil encontrar muchos artículos en las publicaciones de la sociedad Watch Tower que, a través de los años, han dado consejos en contra del tener una gran prole.
Bajo el encabezamiento "Tener hijos hoy día" La Atalaya del 1 de marzo de 1988 (página 21) dice que en vista del "tiempo limitado" que queda para hacer que la obra de la predicación se lleve acabo, «Por eso, es apropiado que los cristianos se pregunten qué efecto tendrá en su participación en esa obra vital el que ellos se casen o, si están casados, el que tengan hijos». El articulo reconoce que el tener hijos es parte del mandato que Dios dio después del Diluvio, pero se dice en la página 26 que «Hoy día el tener hijos no es una parte específica de la obra que Jehová ha encomendado a su pueblo.... De modo que el asunto de tener hijos en este tiempo del fin es un asunto personal que cada matrimonio debe decidir por sí mismo. Sin embargo, puesto que 'el tiempo que queda está reducido,' las parejas casadas harían bien en pesar cuidadosamente y con oración los puntos a favor y en contra de tener hijos en estos tiempos». Si las palabras de Jehová a Noé con relación a tener hijos y el 'enjambrar fructíferamente la tierra' pueden aparcarse a un lado como algo que no aplica, ¿cómo se puede afirmar consistentemente que sus palabras con relación a la sangre sí que están en vigor, y también utilizarlas como base para justificar la aplicación de mandatos de la ley mosaica con relación a la sangre, y decir también que estos están en vigor para los cristianos hoy?
El punto importante aquí es: si el pacto con Noé fue, de hecho, un pacto eterno, tendríamos que observarlo en su totalidad. De cualquier manera, en vista de que tanto Pablo como Jesús aconsejaron el don de la soltería, está claro que esta porción del llamado "pacto eterno" fue abolida cuando llegamos a las Escrituras Griegas, las cuales ni siquiera mencionan el pacto.
Consideremos otro aspecto en este asunto. ¿Está hablando el pacto en términos absolutos? La expresión "derramando la sangre del hombre" se refiere al homicidio. Entonces, ¿cualquiera que derramara sangre era condenado a muerte? El registro bíblico revela muchas excepciones. Los guerreros israelitas no estaban violando el pacto cuando mataban a un enemigo. Y aquellos que, sin intención, mataran a alguien, no eran automáticamente condenados a muerte. Se hicieron excepciones: considere el caso de David o el de Saulo de Tarso, quien conspiró en el asesinato de Esteban.
De aquí podemos concluir que Jehová Dios estaba dispuesto a hacer excepciones a estos mandatos si las "circunstancias especiales" así lo requerían. El pacto no hablaba en términos "absolutos".
Adicionalmente, consideremos lo que pasaría si usted, Sr. Matos, se cortara y comenzara a sangrar. ¿Estaría usted violando el pacto? O, ¿le tienen que sacar sangre u operar? Después de todo, usted estaría "derramando la sangre del hombre". Decimos esto para resaltar algo importante, y es que la sangre es meramente un símbolo de la vida, y que, en esos versos, la sangre es utilizada como una metáfora.
El entender su uso de cualquier otra manera simplemente no tiene sentido. Aquí la sangre literal no es lo importante, pues de otra manera no sería malo el estrangular a alguien o tomar su vida de alguna forma que no resulte en el derramamiento literal de su sangre. Ello sería simplemente una ridiculez, y nadie podría sustentar dicho punto. Por ello, podemos concluir que, en este pasaje, la sangre es utilizada como metáfora o símbolo.
Por otro lado, es de destacar, aunque por esta causa resultemos reiterativos, que Santiago, a la hora de argumentar las razones que le llevan a redactar el decreto, en ningún momento hace referencia al «pacto eterno» que supuestamente se hizo con Noé y con la humanidad en general. Esta había sido la argumentación más lógica, si lo que pretendía Santiago era dar a entender que «existía una diferencia entre la ley mosaica y las leyes anteriores a esta». De esta manera se habrían disipado las dudas de lo que allí se estaba discutiendo y se habría razonado: «la circuncisión no, pues era parte de la ley mosaica que había quedado derogada, mientras que el comer sangre, lo estrangulado, lo sacrificado a ídolos y la fornicación sí, pues proviene de una ley supranacional, anterior a la ley mosaica».
Sin embargo, cuando Santiago habló delante de la reunión y expuso su recomendación de las cosas que a los cristianos gentiles debería de instarse a abstenerse, recordó:
Porque desde tiempos antiguos Moisés ha tenido en ciudad tras ciudad quienes lo prediquen, porque es leído en voz alta en las sinagogas todos los sábados.
Por consiguiente queda patente que en su recomendación tomó en cuenta lo que la gente oía cuando 'Moisés era leído' en las sinagogas. Era la ley mosaica lo que se leía. Este era el factor divisivo. No lo era una supuesta "ley universal" por la que debían regirse solo los judíos, sino todo el mundo.
Por supuesto, también oían el relato de Génesis y el permiso que se dio al ser humano de comer carne sin sangre, concedido a Noé y a sus descendientes, pero el pueblo de Israel no consideraba que tales instrucciones fueran "leyes universales" en vigor, con mayor cobertura que las propias de la ley mosaica.
P ALIGN="JUSTIFY">Y es de destacar, el diferente tratamiento que la ley mosaica daba a los diferentes elementos de los que se recomienda 'abstenerse'. Es necesario dividir en dos bloques lo que el decreto de Hechos 15:28, 29 contiene, y el tratamiento que la ley mosaica daba a estas normas: Mientras que el bloque primero tiene un factor común: comer, y queda prohibido y condenado solo en caso de que afecte al pueblo judío, (la ley no veía mal que un gentil comiera animales sin desangrar, de hecho, permitía al judío que le vendíera al gentil un animal no desangrado, y tampoco era muy estricta con aquella persona que por error o por necesidad 'comían' de un animal sin desangrar), es distinto cuando se habla de la 'fornicación' entre las naciones. Esta sí es condenada en sus diferentes manifestaciones. (Deu 14:21)
Esta manera de enfocar y evaluar los distintos elementos de los cuales los cristianos gentiles debían «abstenerse», nos deben ayudar a no colocarlos en una igualdad en el grado de maldad que envolvía su práctica. Mientras la prohibición de la «fornicación» parece provenir de un principio esencial que viola las leyes morales y universales de Dios, y que por tanto, va regida por la llamada «ley natural», las prohibiciones de «comer» tienen un carácter ceremonial o ritual, que únicamente fue prohibido por ley a los judíos.
2º) ¿Y qué hay sobre la temporalidad de esta norma emitida en Hechos 15:28, 29?
Los dirigentes de los Testigos de Jehová en boca del Sr. Matos se sienten seguros preguntando: «¿Dónde dice en la Biblia que "estas cosas" eran de aplicación "temporal"? ¿Cuándo se dispensó a los cristianos de su observancia? ¿Acaso no sigue teniendo hoy el cristiano la obligación de llevar una vida moral digna y de no incurrir en actos que violen las otras tres prohibiciones?»
Aquí plantean usted cuestiones que no podemos eludir. Por supuesto, parece que sufre «amnesia» y no dice, que Carlos Taze Russell, primer Presidente de la Sociedad Watch Tower, y que por lo tanto, «presidió» los cuarenta primeros años de los testigos de Jehová, (del que las publicaciones recientes afirman que, «sin duda fue la ayuda del espíritu santo lo que hizo que los esfuerzos humildes [...] sirvieran para que la verdad resplandeciera como nunca antes», según cita de La Atalaya del 15 de Mayo de 1995, pág. 17), fue uno de los que abogó por la temporalidad de la norma. Él entendía algo completamente diferente a lo que usted, y el grupo del que es «portavoz», defienden en la actualidad.
En La Atalaya (en inglés) del 15 de Mayo de 1897, pág. 2.158, Russell dijo:
"La respuesta ignoró cada característica de la ley, excepto cuatro puntos; y los primeros tres fueron mencionados sin lugar a dudas como una base para mantener el compañerismo entre aquellos que habían sido judíos y aquellos que habían sido gentiles, a saber, (1) abstenerse de carnes que habían sido ofrecidas en sacrificios a ídolos; (2) abstenerse de carne animal que no había muerto según las normas de los judíos; (3) abstenerse de comer sangre. Sería prácticamente imposible para aquellos quienes habían sido criados como judíos el ignorar esos tres puntos, y si los gentiles conversos no los observaban, se formaría una barrera constante entre su trato social... Las cosas aquí recomendadas fueron necesarias para preservar el compañerismo del "cuerpo" compuesto por judíos y gentiles de diferente educación y sentimientos... Una idea similar está presente con la prohibición del uso de la sangre. Para los judíos estaba prohibido el dar cualquier uso a la sangre, y bajo el Pacto de la Ley la sangre fue hecha un símbolo de la vida: el compartirla podría acarrear responsabilidades por la vida tomada... Esas prohibiciones nunca tuvieron que aplicarse a los gentiles, debido a que ellos nunca estuvieron bajo el Pacto de la Ley; pero las ideas de los judíos en esta materia estaban tan arraigadas en ellos que fue necesario que los gentiles la observaran también, para así preservar la paz entre ambos grupos."
Curiosamente, ésta es la interpretación con la que la mayoría de los comentaristas bíblicos están de acuerdo, con el hecho de que, de los cuatro puntos señalados en el Concilio de Jerusalén, «los primeros tres fueron mencionados sin lugar a dudas como una base para mantener el compañerismo entre aquellos que habían sido judíos y aquellos que habían sido gentiles», dándole pues, un carácter de temporalidad al mandato. El cuarto, tenía que ver con la práctica extendida en el mundo gentil
¿De dónde se deduce que las normas de Hechos 15:28, 29 tienen carácter temporal? Aunque el Sr. Matos, haciendo las preguntas que hace, pretende dar a entender que solo hay una fórmula de cancelar una ley, y es, anunciándolo expresamente en otra ley o norma de rango igual o superior, él sabe muy bien, porque es universitario, que una ley o norma puede ser derogada de otras diferentes maneras.
Una de estas tiene que ver con la razón de la ley -ratio legis-, es decir, las razones que motivaron su aparición. Estas, provocan su caducidad cuando tales fines o estado de cosas se consiguen o éste desaparece. A veces se dictan normas o leyes ligadas a cierto fin, o cierta situación. En tales casos, no precisan una referencia expresa de su período de duración, o del momento de su caducidad, pues, las razones que motivan su aparición, igualmente determinan su cese o caducidad.
¿Sabe usted, Sr. Matos, las razones que motivaron que los apóstoles y los ancianos de Jerusalén se reunieran y determinaran cómo comportarse a la comunidad gentil que estaba aceptando el cristianismo? No creo necesario tener que repetir citas, y comentarios bíblicos, pues una simple lectura del capítulo 15 de Hechos por su parte, le ayudaría a conocer esas razones. ¡Qué pena Sr. Matos que haya usted leído la Biblia siempre desde la óptica que le marca la Sociedad Watch Tower, pues de otras maneras no estaría haciendo este tipo de preguntas ociosas!
Debe saber que no es suficiente con el hecho de que usted trate de «cargar las tintas» en expresiones del propio decreto, pues son estas mismas expresiones son las que evidencian un caracter temporal en su aplicación. Por ejemplo: es usual que las «publicaciones Watch Tower» realcen expresiones como «ninguna otra carga» y «estas cosas necesarias» para dar a entender que existe un carácter imperativo y permanente a las instrucciones dadas en ese concilio. Curiosamente, el Sr. Matos carga las tintas llamándolas «indispensables» e «inseparables». De hecho, sin percibir que esas mismas expresiones, (las utilizadas en la Biblia, no las utilizadas por el Sr. Matos) limitan su vigencia y aplicación.
Veamos. Si las normas contenidas en Hechos hubiesen sido principios morales, de ningún modo habrían sido denominadas «cargas», pues regirse por principios esenciales y básicos establecidos por el mismo Dios, en ningún momento pueden se considerados «cargas» para nadie. No asesinar, no robar, no mentir, ¿es una carga para el cristiano? Son normas que siempre han existido, y mientras el hombre arrastre con su imperfeción, siempre existirán. Sin embargo, otra serie de mandatos recogidos en la ley mosaica, de carácter ceremonial o ritual, porque eran adicionales a estos principios básicos que guían al ser humano, aunque fueron establecidos también por Dios, resultaron «cargas», en algunos casos, pesadas para el pueblo judío, que se veía obligado a efectuar viajes, sacrificios y ritos de diferentes características. Estas normas, no fueron exigidas a otros pueblos, y en ningún caso manifestaron la devoción y el amor que tenía quien los practicaba.
El cristiano, sin necesidad de una ley que lo estableciera, se iba a regir por los mismos principios básicos que el pueblo judío: no asesinar, no robar, no mentir, etc., pero iba a ser liberado de todas las leyes de carácter ritual o ceremonial que había arrostrado el pueblo judío, como eran el circuncidarse, el ofrecer sacrificios, las fiestas, las ceremonias, etc. Aquellos gentiles que estaban aceptando el cristianismo como el mejor modo de vivir, no iban a tener que soportar todas esas cargas que habían acompañado a los judíos que aceptaban el cristianismo, pero el razonamiento del decreto es: por un tiempo, y en vista de que la ley se seguía leyendo en las sinagogas y había sido parte de estos cristianos-judíos, era necesario para los gentiles someterse a ciertas normas que resultarían «cargas» adicionales, pero que eran «necesarias». Sí, eran «cosas necesarias» en ese momento, no porque fueran factores esenciales y básicos para tener la aprobación de Dios, o por que intrínsicamente contuvieran maldad, (no podemos olvidar que estamos hablando de «comer»), si no por que era «cargas añadidas» por un período de tiempo, hasta que estas razones dejaran de ser un factor divisivo entre ambos grupos.
Un Comentario de Hechos de los Apóstoles de Guiseppe Ricciotti, pág. 279 dice:
-Estas cosas necesarias, las señaladas en el versículo siguiente; las cuales, empero a excepción de la última, no son necesarias en cuanto a impuestas de manera permanente por la ley mosaica, sino en cuanto impuestas provisionalmente por la nueva ley del evangelio que es la caridad. Se trataba en efecto de tres abstenciones de alimentos (sacrificado a ídolos, sangre, ahogado), los cuales por sí mismo eran indiferentes, pero cuyo uso era vívamente execrado por los judíos, incluso por los que se habían hecho cristianos.
Pero, es que, no sólo las razones que motivaron la aparición de estas normas, tácitamente revelaron su temporalidad y caducidad, sino que de manera expresa, otras referencias bíblicas indicaron dicha temporalidad.
Primero, observamos la anulación expresa que efectuó el apóstol Pablo de una de las 'abstenciones' que ordenaba el decreto. Aunque la Traducción del Nuevo Mundo trata de emborronar el asunto, en la 1ª carta a los Corintios, y en la carta a los Romanos, ambas escritas por Pablo, se tocó un único tema: el tema de comer carne sacrificada a los ídolos. que es una de las cosas 'prohibidas' por el concilio de Jerusalen, y de la que, los gentiles-cristianos se deberían de 'abstener'.
Digo emborronar, puesto que esta traducción vierte de modo diferente una misma palabra, (la expresión griega eudolothutos, que Santiago utiliza en Hechos 15:29 ["cosas sacrificadas a ídolos"] y Pablo en 1Cor. 8:4 ["comer alimentos ofrecidos a ídolos"]) y en La Atalaya del 15 de noviembre de 1978, pág. 30 y 31, trataron de darle un sentido diferente al mismo término, según lo utilizaba Santiago o Pablo.
No lo consiguieron, de hecho, resultó poco inteligente, pues hay muy pocos Comentaristas bíblicos que hagan tal distinción, pues, resulta poco inteligente aseverar que ambos discípulos de Cristo no estaban tratando el mismo tema, y hablando del mismo asunto: "comer de cosas sacrificadas a ídolos"
¿Por qué hizo esto la Sociedad? Porque ellos desean que pensemos que el decreto apostólico tenía que ver con un acto formal de adoración a ídolos y consumo de carne, mientras que Pablo estaba hablando simplemente sobre comer carne ofrecida a ídolos. Esta sutil diferencia la han tratado de reflejar cada vez que han hecho referencia al decreto. Por ejemplo, tan recientemente como en 1997, en La Atalaya del 15 de octubre, pág. 30 dijeron: «Dios también ha dado leyes a los cristianos. Por ejemplo, deben evitar la idolatría, la inmoralidad sexual y el uso indebido de la sangre», haciendo posteriormente referencia a Hechos 15.
Su descaro llega a la paranoia, cuando hacen creer al lector que, el texto que citan, dice algo que no dice. Me explico: en La Atalaya del 15 de abril de 1984, pág. 12 dijeron: «En lo que algunas personas pudieran llamar el primer concilio cristiano, los apóstoles y hombres de mayor edad (que componían el cuerpo gobernante) concluyeron que los cristianos tenían que ‘abstenerse de la idolatría, de la fornicación, de lo estrangulado [a lo cual se le había dejado la sangre dentro] y de la sangre’.».
¿Notan la sutilidad? Observe como introducen entre comillas, como si estuvieran haciendo una cita textual, unas palabras que no se dijeron originalmente.
El caso es que, un contraste entre lo dicho en Hechos y lo dicho por Pablo prueba que se estaba haclando del mismo tema. Por ejemplo, un repaso del capítulo ocho de la primera carta a los Corintios, es bien significativo.
Pablo razonó: «Acerca pues, de los alimentos que se sacrifican a los ídolos, sabemos que un ídolo nada es en el mundo, y que no hay más que un Dios». (1ªCor. 8:4 Valera Revisada 1995) Con este razonamiento, mostraba que «comer» cualquier tipo de alimento que previamente hubiera sido sacrificado a un ídolo, iba a estar determinado por la conciencia de la persona que decidía comer, y no por el decreto apostólico o por una norma de ley coercitiva impuesta por alguien.
¿Se refería exclusivamente el apóstol Pablo a aquellos alimentos sacrificados a ídolos que se vendían sólo y exclusivamente en los mercados y carnicerías?
En 1 Cor. 8:10 leemos:
"Porque si alguien te viera a ti, el que tiene conocimiento, reclinado a una comida en un templo de ídolos, ¿no será edificada la conciencia de aquel que es débil hasta el grado de comer alimentos ofrecidos a ídolos (eudolothutos)?"
¿Suena lo leído anteriormente a "simplemente comer, como en una comida habitual [...] carne que ha sido vendida al público en general"? (La Atalaya, 15 de noviembre de 1978, páginas 30 y 31). Observe que Pablo habla de «templo», es decir, la persona acudía al mismo templo a comprar y comer esa misma carne. Esto era lo que podría hacer pensar al observador de su irreverencia. La comida no era la habitual en el hogar, sino la efectuada en un lugar sagrado para los demás. También, por supuesto, podía incluir la realizada en los hogares particulares, pero en ningún momento Pablo o Santiago matizan las diferencias de uno u otro lugar. Es de deducir, que tanto el uno como el otro se referían a la carne sacrificada a ídolos, de la que los sacerdotes tenían comunión, mientras que el sobrante se vendía «en el mismo templo» o en las «carnicerías» para uso común.
Si un cristiano gentil, acostumbrado a asistir a este tipo de ceremonias, e incluso a «reclinarse a una comida en un templo» seguía haciendo esto, estaba en su derecho de hacerlo, pues el ídolo nada era. Su acción no sería «edificante» para el débil, pero era totalmente legítima.
En su carta a los colosenses, Pablo escribió lo siguiente:
“Así pues, que nadie os critique en asuntos de comida o bebida, o a propósito de una fiesta o de una luna nueva o de un sábado, las cuales cosas son sombra de las venideras, pero la realidad es Cristo” (Colosenses 2:16-17, NT versión ecuménica).
Segundo, observe que, esta misma línea de razonamiento había partido del propio Jesús. Algunos fariseos y escribas se acercaron a Él y le reclamaron, porque sus discípulos comían sin lavarse las manos. En privado, Jesús razona: «No entendéis que nada de fuera que entra hombre lo puede contaminar, porque no entra en su corazón, sino en el vientre, y sale a la letrina». Esto decía, declarando limpios todos los alimentos. (Marcos 7:18, 19 Valera Revisada 1995)
La pregunta que surge es: ¿Puede contaminar la sangre que entra en el vientre del hombre y después sale por la letrina? ¿En qué consiste esa contaminación? ¿Cuál es el acto que contamina, el ingerir cierta porción de sangre, o el no haber desangrado el animal? ¿Cuánto hay que comer para que se pueda considerar contaminación? ¿Si el acto que contamina es el ingerir cierta porción de sangre, como da a entender La Atalaya del 15 de octubre de 1992, pág. 30, ¿por qué los testigos de Jehová comen carne? Cualquier persona se da cuenta que un animal no puede ser 'sangrado' al cien por cien de sus posibilidades, que dentro de su cuerpo queda siempre más del 30 por ciento de su sangre. Tampoco podrían aceptar un simple transplante de riñón puesto que el mismo lleva sangre del donante. ¿O es que, lo que se podría considerar 'contaminación' es a partir de cierta cantidad de sangre?
Es por eso que el apóstol Pablo, aconsejaba sin ambages:
Todo lo que se vende en la carnicería, sigan comiéndolo, sin inquirir nada por causa de su conciencia; porque “a Jehová pertenecen la tierra y lo que la llena”. Si alguno de los incrédulos los invita y ustedes desean ir, procedan a comer todo lo que se ponga delante de ustedes, sin inquirir nada por causa de su conciencia. Pero si alguno les dijera: “Esto es algo ofrecido en sacrificio”, no coman, por causa del que se lo haya expuesto y por causa de la conciencia. “Conciencia”, digo, no la tuya propia, sino la de la otra persona.
«Todo lo que se vende en la carnicería...», «todo lo que se ponga delante de ustedes», «...sin inquirir nada». El apóstol fue explícito. Los Testigos lo corrigen una y otra vez: «Todo lo que se vende en la carnicería, que haya sido desangrado adecuadamente», «todo lo que se ponga delante de ustedes, si no tiene sangre o ha sido guisado con ella». En los Testigos, es habitual la pregunta: «¡Oiga! ¿Estos callos han sido guisados con sangre?».
-"Qué tonto fue el apóstol Pablo" -parece que dicen, "que no matizó ni especificó bien los asuntos. ¡Menos mal que tenemos un 'esclavo fiel y discreto' que sí sabe hacerlo" -razonan. ¡Ha derramado un río de tinta en plantear las situaciones más inverosímiles, (si permitir un trasplante para un perro de compañía, si permitir que una salamandra chupe nuestra sangre, qué hacer con la placenta, si utilizar abono o algún tipo de alimento o vacuna que contenga pequeñas dosis de sangre, etc.) para que el Testigo de a pié se sienta seguro sobre lo que hacer o no hacer.
Por otro lado, el decreto o norma del concilio, como hemos señalado anteriormente, contiene dos bloques bien definidos: aconsejan «abstenerse» de la sangre, lo estrangulado, y lo sacrificado a ídolos por un lado, con un denominador común: el «comer», y también aconsejan «abstenerse» de la «fornicación» por otro. Esta división la hizo Russell y la hacen la mayoría de los Comentaristas bíblicos. Si después el apóstol Pablo aclara que una de esas acciones de «comer» era temporal, para evitar que otros tropezaran, se sobre entiende que las otras dos restantes que estaban dentro del mismo paquete, tienen que tener las mismas características temporales, y se establecieron «temporalmente» para que nadie tropezara.
La norma restrictiva de comer cualquier tipo de alimento, tenía que ser circunstancial o meramente temporal, como aquella por la cual, Pablo circuncidó a Timoteo (Hechos 16:3), o él mismo se sometió a ritos de purificación ya abolidos (Hechos 21:26) con tal de no hacer tropezar a los cristianos judíos. Llevaba la intención de 'no hacer tropezar' a los miembros de una comunidad sensible, que durante 1.600 años, había estado sometida a una ley con tales prohibiciones.
Como dice el comentarista bíblico Matthew Henry:
"Se trata de una recomendación, y es acerca de ciertos aspectos de la Ley, especialmente repugnantes para los judíos observantes, en beneficio de quienes como hermanos más débiles, los gentiles "fuertes" debían abstenerse de lo que se detalla a continuación. No se trata de un compromiso, ni de una imposición duradera, sino de una actitud de amor como en un compás de espera."
A los gentiles se les podría haber prohibido otros asuntos, como el asesinato o el robo. Pero eso no se hizo. Sí era común entre las naciones gentiles, el comer animales sin desangrar, el comer lo estrangulado o ahogado y la inmoralidad sexual relacionada con la adoración. La carta de Jerusalén dio atención solo a esos asuntos porque eran los que impedían el acercamiento y la buena convivencia entre una comunidad y otra.
En cuanto al argumento repetido de que, al igual que los cristianos están obligados a 'abstenerse' de la fornicación, del mismo modo están obligados a 'abstenerse' de la sangre, este argumento no es sostenible, pues siguiendo esa misma lógica, tampoco se podría participar de ningún modo de la carne sacrificada a ídolos.
En otro artículo anterior a este, se ha razonado por su autor que, «Las cuatro cosas alistadas juntas de las que los cristianos gentiles harían bien en abstenerse, lo están por el grado de posibilidad y riesgo de que en sus prácticas los gentiles pudieran escandalizar a los conversos entre los de la circuncisión, independientemente de su respectiva gravedad moral intrínseca. De la única que hay constancia de que sea considerada como pecado es la fornicación».
Es decir, estas 'prohibiciones' no están alistadas por la maldad moral que supone cada una de ellas, de hecho, otras acciones como el asesinato, el robo, la pedofilia, etc, estarían por encima de las enumeradas. Aparecen como obstáculo en la buena relación entre cristianos-judíos y cristianos-gentiles, pero no por su gravedad moral. Es por eso que, en la redacción del decreto ni siquiera se utiliza la sentencia penal final que condena a quien la viola. Solo se dice: «Si se guardan cuidadosamente de estas cosas, prosperarán. ¡Buena salud a ustedes!» (Hechos 15:29, TNM)
En resumen, la forma de redactar el decreto de Hechos 15, en vez de recordarnos a un tribunal con poder legislativo, es más parecida a la admonición que realiza un doctor a su paciente: «Es necesario que deje de fumar. Si lo hace, probablemente mejorará su salud».
Hay otras consideraciones en la Biblia que nos pueden ilustrar que la manera de razonar del Sr. Matos, tan apegada a la letra no es la procedente. Así, cuando Pablo expone a Timoteo las cualidades que deben tener los superintendentes y los siervos ministeriales, es evidente que no pueden catalogarse todas como del mismo nivel “moral”. Entiendo que no están al mismo nivel el requisito de tener un único cónyuge, el no ser un borracho, el ser moderado, ser hospitalario y el tener capacidad para enseñar a otros, por ejemplo. Algunas de esas cualidades eran exigibles igualmente a quienes no tuvieran esos privilegios.
Es por eso que, años después de aquella importante resolución tomada en Jerusalén, Pablo no iba imponiendo la norma de abstenerse de carne sacrificada a los ídolos, ni por supuesto, la de comer sangre o lo estrangulado, de hecho, estos asuntos no se mencionan más, mientras que la fornicación es alistada repetidas veces, entre las prácticas que excluirán a las personas del Reino de Dios.
Sr. Matos, usted puede decidir, tiene la preciosa libertad de aceptar estas interpretaciones o rechazarlas, pero por favor, no imponga las suyas a los demás, no obligue a que otros crean lo que usted cree ni a que interpreten lo que usted interpreta. No coarte a los demás, ni respalde unas medidas disciplinarias contra aquellos que no ven lo que usted ve. Deje que cada uno tome su propia decisión.
No cabe duda de que cada persona tiene el derecho de morir por la causa que quiera. Pero que sea por su propia decisión meditada, no por un dogma coercitivo que pone a la persona bajo la imposibilidad de obrar en conciencia.
3º) ¿Qué hay de cierto en su argumento de que 'transfundir' es igual a 'comer' sangre?
Primero, hemos de destacar el mal llamado principio moral envuelto en toda esta cuestión. Usted, Sr. Matos, da a entender en su carta ese «principio moral», preguntando: «¿Acaso prohibe Dios la sangre en la Biblia por ser esta un nutriente, por tratarse de un alimento propio? No. Esa es una visión sesgada del texto bíblico». Y después expone su creencia.
¿Cual es esta creencia? En el folleto ¿Cómo puede salvarle la vida la sangre?, pág. 3-4 dicen:
Así se notificó a toda la humanidad que a los ojos del Creador la sangre representa la vida. Esto iba más allá de ser una regulación relacionada con la dieta. Estaba claro que implicaba un principio moral. La sangre humana tiene gran importancia, y no debe abusarse de ella. [...] La sangre tenía un significado simbólico. Representaba la vida que el Creador había provisto. Al tratar de modo especial la sangre, el pueblo mostraba que dependía del Creador para la vida. Sí, la razón principal por la cual no habían de ingerir sangre no era que no fuera saludable, sino que tenía un significado especial para Dios.
Aunque por más de 50 años llevan dando a entender y declarando que Dios prohibió la sangre como nutriente, cuando alguien saca a relucir este tema, ellos siempre desvían la atención sobre el «importante principio moral» envuelto en dicha prohibición.
Efectivamente, Sr. Matos, Dios no prohibió la sangre en la Biblia por ser ésta un nutriente o un alimento «prohibido» tal como lo podían ser la carne de ciertos animales especificados. El hecho de permitirles comer animales, implicaba el usar la sangre irremediablemente como parte del alimento del ser humano. Por tanto, el prohibirles comer sangre no era para que los judíos se «abstuvieran de sangre», cosa absolutamente imposible, pues como usted sabrá, Sr. Matos, si sangramos un animal, la mitad de dicha sangre queda en el interior por mucho que apretujemos el animal y lo exprimamos.
HISTORIA DE UN ERROR
Es interesante notar que la transfusión de sangre fue condenada por primera vez en el número del 1 de Julio de La Atalaya de 1.945 en Ingles. Durante los siguientes años, la Sociedad recibió numerosas preguntas sobre esta postura. Pronto resultó aparente por las respuestas dadas, que la Sociedad estaba razonando bajo concepciones erróneas serias, sobre la verdadera función que la sangre cumple en el cuerpo. Estas concepciones erróneas pueden llevarnos hacia atrás a las enseñanzas de Claudius Galen, y se hace aparente en los escritos de un número de los primeros investigadores en el campo de las transfusiones, que incluyen a Sir William Harvey, Richard Lower y Jean Babtiste Denys.
Se pensó erróneamente que la sangre misma era la comida que sostenía el cuerpo, y no fue sino hasta el siglo XX que se dieron cuenta que la sangre es solamente el vehículo que lleva la comida y no la comida misma. Por razones sobre las cuales solo es posible especular ahora, la Sociedad siguió estas concepciones erróneas aún mucho tiempo después de que se llegó a saber que eran incorrectas. Esto se nota por la siguiente cita que apareció en el Volumen de La Atalaya del 15 de marzo de 1.962, pág. 175 #18:
Al ejecutar transfusión no es otra cosa sino nutrir por camino más corto que el usual --es decir, colocar en las venas sangre que está toda hecha en vez de ingerir alimento que solo se convierte en sangre después de varios cambios.
La Sociedad estaba citando a Jean Babtiste Denys, quien había estado muerto por 257 años en 1.961, como prueba de su punto de vista. El hecho de que la Sociedad usara esta cita demostró falta de entendimiento de la Biología básica. Su sangre es un tejido vivo que cumple con una serie de funciones específicas en su cuerpo. Una de estas funciones es la de servir como vehículo que transporta la comida y que es llevado a los tejidos, de manera análoga a como la mano es el vehículo mediante el cual se lleva la comida a la boca. Una transfusión de sangre no es el comer, sino el transplante de un tejido vivo, es en esencia un transplante de órgano. Una transfusión de sangre no nutre el cuerpo, no está diseñada para nutrir el cuerpo, y no se administra porque el paciente necesite nutrición; este en un punto que la Sociedad se ha visto forzada aceptar sigilosamente.
Más recientemente, la conexión entre una transfusión de sangre y el comer sangre se ha hecho de manera mas sutil. Por ejemplo el libro razonamiento página 347, establece la conexión por analogía:
A modo de comparación, imagínese que un médico le dice a cierto hombre que tiene que abstenerse del alcohol. ¿Estaría dicho hombre obedeciendo al médico si dejara de tomar bebidas alcohólicas, pero hiciera que le inyectaran el alcohol directamente en las venas?
Con sustancias como el alcohol y ciertas drogas no existe diferencia en cuanto a cómo se administran porque el resultado al final, su absorción por el cuerpo es el mismo. Sin embargo, ¿qué sucedería si el resultado final no fuese el mismo? ¿Se le prohibiría a estas personas el usar enjuagues dentales o gárgaras que contienen alcohol, o se le prohibiría utilizar el alcohol antiséptico después de la afeitada? La sola idea es ridícula, por cuanto el propósito es totalmente diferente. El error de esta analogía puede ilustrarse con otra similar:
Considere un hombre a quien su doctor le ha ordenado abstenerse de carne. Sería obediente si dejara de comer carne pero aceptara un transplante de riñón?
Obviamente el comer y el recibir un transplante de órgano son disímiles, tal como el comer sangre y la transfusión de sangre no están conectadas de forma alguna.
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Aunque repetidas veces, ustedes repiten la idea de que, Dios, «en la Ley, declaró vez tras vez la prohibición del Creador sobre ingerir sangre para sostener la vida. `La sangre es la vida; así que no deben comer la vida junto con la carne. Lo que deben hacer es derramarla como agua. No la coman, y les irá bien a ustedes y a sus hijos por hacer lo recto’», este argumento es absolutamente erróneo.
Hay muchas cosas que hacemos para sostener nuestra vida. Tenemos que aspirar oxígeno en nuestros pulmones. Tenemos que consumir alimento y agua. El dormir es esencial, y así sucesivamente.
Como veremos después en El Punto de vista Científico, el recibir una transfusión de sangre no es lo mismo que el comer sangre. Entonces, es necesario para la Sociedad el relacionar ambos puntos. Ellos hacen esto afirmando que, cuando Dios dijo "no coman sangre", lo que él realmente quiso decir era que no sustentemos nuestras vidas con sangre. Claramente, esto no es lo que el texto dice.
Consideremos el siguiente párrafo en el folleto de la Sangre:
"Contrario al razonamiento de algunos hoy, la ley de Dios sobre la sangre no se debería pasar por alto simplemente porque surgiera una emergencia. Durante un tiempo de crisis bélica, algunos israelitas mataron animales y `se entregaron a comer junto con la sangre'. En vista de la emergencia, ¿les era permisible sostenerse la vida con la sangre? No. Su comandante señaló que todavía era un mal grave lo que habían hecho. (1 Samuel 14:31-35.) Por lo tanto, aunque la vida sea preciosa, nuestro Dador de Vida jamás dijo que sus normas se podían pasar por alto ante una emergencia." (¿Cómo puede salvarle la Vida la Sangre?, páginas 4 y 5).
Hablando con honestidad, ¿es razonable pensar que un grupo de soldados hambrientos estaban en una "emergencia"? Pienso que no. Esto es, simplemente, un débil intento de relacionar el pasaje mencionado con las modernas emergencias médicas que requieren transfusiones de sangre. ¿Quién de nosotros compararía una emergencia médica de vida o muerte con un grupo de soldados hambrientos? ¿Es que si no comían, morían?
Vale la pena notar de nuevo el uso de la expresión "sostener" como sustituto de la palabra "comer". Esta es una manipulación intencional del pasaje bíblico, para aparentar que el mismo dice algo que no es.
Por otro lado, lo que esta historia bíblica nos enseña es interesante. ¿Notó lo que les pasó a esos soldados hambrientos, quienes en una "emergencia" escogieron "sostener sus vidas" mediante el "alimentarse con sangre?"
(1 Sam. 14:34,35) "Después de eso Saúl dijo: `espárzanse entre la gente, y tienen que decirles: "Acérquenme, cada uno de ustedes, su toro y, cada cual, su oveja, y en este lugar tienen que degollar y comer, y no deben pecar contra Jehová comiendo junto con la sangre" '. En conformidad, toda la gente acercó cada uno su toro que estaba en su mano aquella noche y efectuaron la degollación allí. 25 Y Saúl procedió a edificar un altar a Jehová. Con éste él comenzó la edificación de altares a Jehová."
Eso fue todo. Esa fue toda la consecuencia de sus acciones. Ellos recibieron una reprimenda verbal. Hoy, sin embargo, si usted, Sr. Matos, como testigo de Jehová bautizado se encuentra a sí mismo en una verdadera emergencia y acepta voluntariamente una transfusión de sangre, probablemente usted será expulsado. ¿Le parece a usted que esto tiene sentido?
Los Testigos lo establecen con las siguientes premisas: 1º) La vida es Sagrada para Dios. 2º) La Sangre representa la vida. 3º) La Sangre es Sagrada para Dios. (Vea esta trilogía en La Atalaya del 15 de enero de 1997, pág. 21) ¿Resultado de esta elucubración? Primera: ¡La sangre es TAN sagrada como la vida!. Segunda: ¡La sangre es MÁS sagrada que la vida! Por eso, un testigo de Jehová puede dar su vida por los demás, pero no puede dar su sangre. El símbolo ha llegado a apoderarse de la realidad y la debora.
Esto saca a la luz otro punto: ¿Qué es mayor y más importante? ¿El símbolo o la realidad? Considere esto: ¿Qué es más importante? ¿La sangre derramada de Jesús, o el vino rojo que la simboliza? Obviamente, la sangre de Jesús es mayor. ¿Qué es mayor entonces? ¿La sangre que simboliza la vida, o la vida misma?
Esta ilustración puede ser útil: Si usted, Sr. Matos, fuera asaltado y un ladrón exigiera su anillo de matrimonio, ¿se negaría a entregárselo si él amenazara con asesinar a su cónyuge? ¿Razonaría usted algo como... "El anillo representa mi matrimonio con mi cónyuge, y eso es más importante que la vida de mi cónyuge"? ¡Ese razonamiento sería ridículo! Sin embargo, ese es el mismo razonamiento que sería utilizado para justificar el sacrificio de sus seres amados. Si, la sangre es un símbolo de vida, pero la vida es ciertamente más valiosa que cualquier símbolo.
Independientemente que, hay que tener en cuenta también que los textos bíblicos envueltos solo hablan de comer sangre. Aunque la organización de los Testigos diga que es extensivo a las transfusiones, no hay ningún profesional médico hoy día que reconozca que transfundir sangre es comerla. Todos admiten que se trata del transplante de un órgano. Ustedes mismos se han hecho eco de esta idea. Tan recientemente como que el ¡Despertad! del 22 de Agosto de 1999, han publicado un artículo sobre el tema, y en él citan de en un articulo periodístico escrito por el doctor Ciril Godec, presidente del Departamento de Urología del Hospital Universitario de Long Island, situado en Brooklyn (Nueva York). El doctor Godee escribió: «Hoy en día probablemente no se aprobaría el uso de la sangre como medicamento, pues no satisfaría los criterios de seguridad de la Administración de Alimentos y Fármacos [de Estados Unidos]. La sangre es un órgano del cuerpo, y la transfusión es, en realidad, un trasplante de órgano».
Si las transfusiones de sangre son en realidad un transplante de órganos, y los trasplantes de órganos fueron dejados por ustedes en 1980, (vea La Atalaya del 15 de septiembre de 1980, pág. 31) como un asunto de conciencia, ¿no le parece contradictorio dejar a la libre conciencia a quien acepta un trasplante de órganos, y en cambio castigar a quien acepta una transfusión de sangre, que es también un trasplante de órganos? ¿quiere decir esto que, próximamente dejarán también el tema de la sangre como un asunto de conciencia? ¿quiere decir esto que, no penalizarán ni tomarán medidas disciplinarias contra aquella persona que, libremente y en conciencia, no encuentre motivos suficientes para creer que la Biblia prohibe las transfusiones de sangre? ¿Está recibiendo el Cuerpo Gobernante una "nueva luz" paulatina? ¡Ojalá!
4º) ¿Inducen los testigos de Jehová al suicidio?
Como última cuestión, el Sr. Matos saca a relucir el tema de la «inducción al suicidio», del que algunos críticos acusan al colectivo, y en el que éste hombre suele manejar una serie de elementos a su favor para llevar a las autoridades y al público en general, a la opinión de que no es así, que ellos aman la vida y la respetan por encima de todo, y que no inducen ni han inducido nunca a nadie al suicidio.
Los que hemos pertenecido al colectivo por años, podemos testificar que, dentro de los Testigos de Jehová no existe una «inducción al suicidio», con las características y condicionantes que otros colectivos religiosos han utilizado, es decir, no existe una predisposición a tomar acción en contra de su propio vida, ya sea utilizan algún arma en contra de sí mismo, o tomando algún veneno, empero sí existe una predisposición a sacrificar la vida en lo que tiene que ver con temas como la «neutralidad» y la «sangre». Los Testigos de Jehová consideran que deben vivir su vida actual de la mejor manera, y reconocen y utilizan los medios modernos para mejorar la salud, acudiendo a hospitales y médicos en busca de mejora.
Aunque no se relaciona directamente con los aspectos morales y bíblicos de las transfusiones de sangre, es muy útil considerar la atmósfera que existía en la Organización en la primera parte del siglo XX. Hoy este es un episodio particularmente vergonzoso de nuestra historia y no sale a la luz por parte de la Sociedad, que por el contrario minimiza sus efectos, pero que nos muestran la mente que produjo la prohibición en cuanto a la sangre. Estos son algunos puntos de vista que nosotros hemos patrocinado al correr de los años:
La Rabia no existe - Golden Age 1.923 1/1 p. 214 en Inglés.
Los gérmenes no causan enfermedades - Golden Age 1.924 1/16 p.250 en Inglés.
Las vacunas son inútiles - Golden Age 1.931 2/4 p.294 en Inglés.
Los doctores son agentes de Satanás - Golden Age 1.931 8/5 p.727,728 en Inglés.
Las vacunas causan demonismo - Golden Age 1.931 2/4 p.293 en Inglés
La Aspirina causa enfermedades del corazón - Golden Age 1.935 2/27 p. 343, 344 en Inglés
Las Vacunas una burla cruel - Golden Age 1.939 5/31 p3 en Inglés.
La sangre es `nutrición' - Watchtower 1.951 7/1 p415 en Inglés.
Rasgos hereditarios se transmiten por transfusiones - La Atalaya 15/3/62 p.181.
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Sin embargo, en las «publicaciones Watch Tower» sí existe una constante «inducción al sacrificio» personal, no hacia los demás, es decir, en favor de su prójimo, sino en favor de los ideales, las metas y la defensa del conjunto de doctrinas que caracterizan a su grupo. Su vida actual es de poco valor. Sus ideales están por encima de esa vida.
Esto, que en sí no tiene nada censurable, (muchos grupos religiosos y políticos abogan por este tipo de sacrificios e ideales) pasaría desapercibido, si esos valores en la ideología de los Testigos no fueran como mariposas, que por unos minutos se posan sobre nuestro hombre, y después vuelan y desaparecen. El Sr. Matos sabe perfectamente bien a qué me refiero.
Para que una persona sacrifique su vida por un ideal, se necesita un fuerte sistema de adoctrinamiento que cambie esencialmente la escala de valores que rige su vida, y que determine qué es digno de ser colocado como valor esencial por el cual morir. La membresía de los Testigos de Jehová, han sabido en cada momento de su historia, el colocar ante la vista de uno esos valores, aunque años después los hayan rechazado, por no considerarlos como los más óptimos para tal sacrificio.
Difícilmente, ningún testigo de la actualidad se negaría a ponerse una vacuna, o a que le efectuaran un transplante de riñón o corazón, o a realizar cierto tipo de prestación social, sustitutoria del Servicio Militar, pero sin embargo, durante largo tiempo rehusaron hacer todo esto. El uso de las vacunas estaba prohibido, pues estas eran diabólicas. Algunos murieron. Después consideraron que los transplantes de órganos eran ‘canibalismo’. Muchos sacrificaron su salud, e incluso su vida. El servicio militar al país era violar su ‘neutralidad’, y esta se extendía a la Prestación Social Sustitutoria, la compra de un carnet de identidad, el votar, el manifestarse, el saludar una bandera, el ponerse de pié ante un himno nacional, o ¡hasta incluso el que un niño en el colegio dibujara la bandera del país como parte de su labor escolar!
Por estas, y por otras normas similares, los testigos de Jehová se han enfrentado a persecución en su propio país, han perdido su puesto de trabajo, han pasado años en la cárcel, han sacrificado su salud, y lamentablemente en «miles» de casos, han perdido su vida. Y todo, ¿para qué? Para que unos años después, un «renovado» cuerpo de dirigentes, después de un estudio y ‘replanteamiento’ del tema, haya encontrado razones suficientes para considerar que la cuestión estaba errada, o que era parte de una decisión «de conciencia» y por tanto, de una decisión personal no castigable o punible por parte de la ‘sacro santa organización’.
Y es que, muchas de estas normas han ido cambiando con el tiempo. Son como la mariposa. Los Testigos, al igual que otros grupos religiosos, se han ido adaptando a los tiempos que vivimos ante la presión social, la crítica de muchos de sus miembros, y en algunos casos, el hostigamiento de los Gobiernos. Sin escrúpulos de conciencia por las muertes causadas, han remirado en sus doctrinas y las han acomodado a estas exigencias.
¿De que sirvió su sacrificio? ¿Qué valor tuvo la muerte o los años de cárcel de sus miembros? La sensación de muchos de sus miembros es que tal sacrificio fue innecesario. Aunque ahora quieran revestirlo de valores morales o espirituales, la realidad es que aquella persona que se negó a un trasplante, o aquella otra que se negó a ponerse un componente sanguíneo que ahora permiten, y que como consecuencia, empeoraron su salud y ahora están muertos, de nada valió su sacrificio. De hecho, dentro de años o siglos, se comentarán como una anécdota ridícula de la ignorancia humana.
En suma, su posición intransigente ante las normas emanadas de Brooklyn que determinan lo bueno y lo malo, lo punible y lo que no lo es, les ha llevado en ocasiones a posiciones de alto riesgo a su salud y su integridad. Como reconocía el Tribunal Supremo español, Sala de lo Penal, en Sentencia 950/1997, y en referencia a otra de fecha 27 de marzo de 1.990: "el dogmatismo y la rigidez de los esquemas morales que da, en la indicada opción religiosa, un valor absoluto al consentimiento, con preeminencia de la libertad de conciencia sobre el derecho a la vida, y un ferviente y radical altruismo, conformado por dichas creencias, que autoriza a poner en riego o a sacrificar la vida de los fieles por razones transcendentes que surgen de un particular exégesis de los Textos Sagrados, pueden conducir y de hecho conducen, a una ofuscación del raciocinio y la pérdida del pleno dominio de la voluntad, a un estado pasional caracterizado por el disturbio psicológico derivado del aludido orden de valores que merman o recortan la capacidad de culpabilidad del sujeto...."
Así, las personas que comienzan a estudiar, o que simpatizan, o que son miembros de los testigos de Jehová, están en peligro. Al estar en contacto con ‘los esquemas morales que dan, en la indicada opción religiosa, un valor absoluto al consentimiento, con preeminencia de la libertad de conciencia sobre el derecho a la vida, y un ferviente y radical altruismo, conformado por dichas creencias, que autoriza a poner en riego o a sacrificar la vida de los fieles por razones transcendentes’ ponen su vida en peligro, y deben ser informados que tales esquemas producen «una ofuscación del raciocinio y la pérdida del pleno dominio de la voluntad», lo que les lleva a «un estado pasional caracterizado por el disturbio psicológico derivado del aludido orden de valores».
Esto, aunado a la fragilidad de las doctrinas y enseñanzas de este colectivo religioso, muestra la «peligrosidad» a la que están expuestos los adeptos, por el simple hecho de estar allí.
Evidentemente, ante un estado tal de ofuscación, no es extraño que una persona sacrifique su propia vida o la de sus hijos en favor del ideal, no es extraño que muchos hayan sacrificado años de libertad por no hacer lo que ahora hacen sus compañeros, por no estudiar o por no trabajar en carreras y lugares donde ahora estudian y trabajan sus compañeros, y no es extraño que muchos hayan defendido ante los medios públicos, posiciones ridículas, como afirmar que «el trasplante era canibalismo», o que «una transfusión de sangre es nutrir el cuerpo».
¿Inducen los testigos de Jehová al suicidio? «Los testigos de Jehová no somos suicidas, amamos la vida», -dice su portavoz. Pero los testigos de Jehová sí inducen al sacrificio. Son capaces de sacrificar su vida y las de sus hijos por interpretaciones e ideas ajenas a ellos, inventadas o desarrolladas por otros; sacrificio que años después puede resultar ser innecesario, ilustrativo, no de la fe y el amor del hombre a Dios, sino del fanatismo religioso, que unas veces se viste de peregrino que viaja miles de kilómetros para alcanzar una indulgencia, otras se viste del famoso «kamikaze» que «sacrifica» su vida, con tal de dar publicidad a su causa y destruir los bienes o al propio ejército contrario, y otras se viste de testigo de Jehová que, ofuscado su raciocinio, y sin pleno dominio de su voluntad por el disturbio psicológico derivado del aludido orden de valores, puede comportarse como auténtico loco dispuesto a morir o dejar morir, por unas ideas ajenas, derivadas de la interpretación de otros.
¡Sr. Matos: Cristo advirtió a los fariseos a «no colar el mosquito y tragarse el camello»! Creo sinceramente que en el tema de la sangre, usted y todos los hermanos responsables que respaldan, alientan y fomentan una posición inflexible sobre lo que deben y no deben de hacer el colectivo, se están «tragando» durante más de 50 años un camello enorme con muchas jorobas.
Usted habla de que la decisión del testigo es «de conciencia», «personal» e «informada», cuando usted sabe muy bien, que si fuera «de conciencia», no se habría expulsado nunca a nadie por esta causa, sabe muy bien que no es «personal» sino colectiva, y es todo, menos «informada», pues el Testigo que se niega a una transfusión de sangre para él o para su hijo, no sabe que hay otras interpretaciones a los textos, que hay otras posiciones diferentes, y la información que recibe de «alternativas» y peligros de las transfusiones, es bien sesgada. Solo sabe que si acepta una transfusión de sangre para él o para sus hijos, puede ser expulsado, y tiene miedo, tiene mucho miedo a recibir el rechazo de sus compañeros por esta causa.
Gracias a Dios, muchos miles de testigos de Jehová está reflexionando sobre estos asuntos y replanteando su posición ante la sacro-santa organización que todo lo confunde, y ustedes, ante la negra perspectiva están cambiando,... y seguirán cambiando, muestra inequívoca de que se han tragado el «camello».
Pero el daño que han hecho no está oculto ante los ojos de Dios. Él y solo él sabe lo que hay en nuestros corazones y en los corazones de todos los que sufrieron, de todos los que murieron, de todos los que permitieron morir, de todos los que montaron y alentaron este desaguisado...
¡Basta ya de tanta sinrazón, de tanta mentira, de tanta hipocresía!
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