DE LA HISTORIA AL MITO:
LA PROHIBICIÓN DE LAS TRANSFUSIONES DE SANGRE


Explicaciones de Russell sobre el Concilio de Jerusalén


Citado en La Atalaya en inglés del 1º de abril de 1909, Págs. 116, 117



Nosotros tenemos en los versos 22-29 la decisión de los Apóstoles sobre esta cuestión. Ellos no sólo lo escribieron. Sino que lo enviaron a través de las manos de dos de sus hermanos más confiables, Judas-Barsabás y Silas, con Pablo y Bernabé, para que ellos pudiesen tener el asunto escrito y en testimonio oral. La declaración era que las enseñanzas inquietantes no habí­an sido autorizadas por los Apóstoles en Jerusalén. Las que entonces ellos resumieron brevemente, no como una ley, sino como "cosas necesarias", lo siguiente:

(1) Absténgase de los sacrificados a los í­dolos;

(2) Y de sangre;

(3) Y de cosas ahogadas;

(4) Y de la fornicación.

Nunca fue enfatizado que la abstinencia de estas cosas es lo que les harí­a cristianos, ya que solamente la fe en Cristo y una consagración a él y entregarse a su caminar en sus pasos es lo que podrí­an constituirlos en lo que es un cristiano. En cuanto a estas abstenciones recomendadas ellos expresaron "de las cuales cosas si os guardáis, bien haréis"; encontrarían estas recomendaciones provechosas para ustedes en su caminar con el Señor. De hecho, el Apóstol Pablo muy enérgicamente señaló que "el cumplimiento de la Ley es el Amor", porque el amor a Dios controlarí­a la vida en lo que respecta a la santidad, y el amor hacia el prójimo en lo que respecta a la justicia terrenal. Las cosas aquí­ recomendadas fueron necesarias para preservar el compañerismo del "cuerpo" compuesto de judí­os y gentiles de diferentes educaciones y sentimientos. Sin discutir si o no, pudiesen perjudicarse, por las carnes vendidas en los mercados, debido a las ceremonias paganas con relación a su matanza, el consejo fue que éstos se abstuviesen de ellas, a causa de los judí­os ciertamente considerarí­an comer tales carnes como una participación en la idolatrí­a irreligiosa -- aunque desde el amplio punto de vista de los hechos el í­dolo, es nada más que madera o metal o piedra, y esto no podrá­a ni beneficiar ni perjudicar los alimentos. No obstante, era aconsejable que los cristianos gentiles se abstuviesen del uso de su libertad en esta dirección, como una deferencia a los hermanos más débiles, judí­os y gentiles, quienes no podían filosofar tan profundamente y sus conciencias podrí­an afectarse.

Otros asuntos similares se atan a la prohibición del uso de sangre. Para los judí­os estaba prohibida, y bajo su pacto ya que fue hecha un símbolo de la vida -- participar de esta, ya que como consecuencia tendrí­a una responsabilidad por la vida que fue tomada. Es más, en las ceremonias tí­picas de la Ley de la prohibición de la sangre esta se usaba como un sí­mbolo que representaba una ofrenda por los pecados; ya que se efectuaba la expiación de los pecados por medio de la sangre. Para darle un énfasis a estas instrucciones tí­picas a los judí­os se les habí­a prohibido el uso de la sangre. Y pueden haber otras razones, sanitarias, conectadas con esta materia que todaví­a no conocemos. Estas prohibiciones nunca se les hicieron a los gentiles, puesto que ellos nunca han estado bajo el Pacto de la Ley; pero estaban tan profundamente arraigadas estas ideas judí­as en estos asuntos que fueron necesarias para mantener la paz de la iglesia que los gentiles deberí­an observar también estos asuntos.  Las cosas ahogadas, significaban los animales estrangulados en trampas cuya sangre no se vertí­a o derramaba causando un sangrado hasta la muerte, como requiere la Ley judí­a con todas las carnes que deben comerse. Estas restricciones fueron necesarias para mantener la armoní­a entre las dos ramas de la Israel espiritual "esa la que vino del judaí­smo y la que vino de los gentiles".


ATRÁS