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Más de 200 familias catalanas, la mayoría Testigos de Jehová, viven desde hace un par de años un auténtico Vía Crucis.Confiaron sus ahorros a un anciano de la comunidad que les garantizó que su dinero les daría grandes rendimientos si lo invertían en la mutua Masvida, de donde era administrador. Según los responsables de la empresa, una mala gestión y la retirada masiva de inversiones en un momento determinado ha llevado a Masvida a la quiebra.Según las familias afectadas, una estafa, un engaño, les ha llevado a la ruina.
La titular del juzgado de instrucción número 15 de Barcelona investiga la presunta comisión de varios delitos en relación a la quiebra de la mutua: maquinación fraudulenta, falsedad en documento privado y estafa. Por el momento ya han empezado a declarar los imputados, en un proceso penal que se sigue en paralelo a la tramitación de la quiebra que llevan los juzgados de Sevilla, y es que Masvida estaba estrechamente vinculada a otra sociedad domiciliada en Sevilla, Rural New Life, con los mismos administradores y aparentemente una caja única.
El abogado de los afectados, Esteban Gómez Rovira, tiene previsto solicitar que todos los bienes de las dos sociedades pasen a disposición del juzgado barcelonés, para garantizar, al menos en parte, las responsabilidades civiles que se desprendan de la actuación irregular de los imputados.
Los inversores afectados se reparten por toda la geografía española, pero en Cataluña son más de 230. El perjuicio calculado por el momento asciende a cerca de 700 millones de pesetas, de hecho, las quiebras de las dos empresas elevan las cantidades «perdidas» a cifras cercanas a los 7.000 millones de pesetas, según el letrado.La querella indica que la trama se fraguó a través de la delegación de Rural New Life en Barcelona. Su delegado, Diego L. S., se dedicó a visitar personalmente a la mayoría de inversores a los que conocía por ocupar un cargo en la congregación de Testigos de Jehová en el Baix Llobregat. La querella sostiene que el imputado se benefició de «la sensibilidad» de los Testigos, que no dudaron en ningún momento de la bondad que suponían que significaban las inversiones realizadas mediante los contratos que les ofrecía.
Diego L., anciano en la comunidad de Viladecans, les convenció de las ventajas de su participación en Masvida, una mutua que estaba vinculada a una Fundación que preveía la construcción de hospitales sin sangre, de acuerdo con la tradición de los Testigos, entre otras obras sociales.
Además, sus ahorros podían rentar y mucho a través de inversiones mobiliarias diversificadas e indeterminadas, pero que en cualquier caso les iban a garantizar intereses de entre el ocho y el 13 por ciento, según los querellantes.
La verdad fue bien distinta. Uno de los antiguos administradores de Rural New Life, Evaristo P.S., con domicilio en Marbella, fue imputado por la Audiencia Nacional en una serie de actividades ilícitas relacionadas con el blanqueo de dinero, y la juez Teresa Palacios acordó el embargo preventivo del dinero del que disponía para garantizar el pago de las responsabilidades. Al conocerse este extremo, muchos de los inversores temieron por su dinero y lo retiraron. La desbandada causó un grave perjuicio a la sociedad y a todo el entramado de empresas que había creado a su alrededor, que se desestabilizaron en cadena. Esta es la justificación que dan los imputados al descalabro que vivió la sociedad.
Lo cierto es que aparte de esta circunstancia, una inspección tributaria detectó numerosas anomalías contables, y la intervención de la Dirección General de Política Financiera de la Generalitat las corroboraron. Al parecer, aparte de existir una caja única donde se ingresaban y salían de forma indiferente las cantidades invertidas, desaparecieron datos informáticos y contables, y algunas propiedades que formaban parte del activo fueron vendidas o hipotecadas. El dinero voló.
Angeles Medina está indignada. Ella no es Testigo de Jehová, pero un familiar suyo sí que pertenece a esta congregación y la animó a invertir en Masvida. Su caso es sólo uno más. «Tienes todos los ahorros de una vida y el futuro de tus hijos y de repente no queda nada». Angeles invirtió tres millones de pesetas. Otro miembro de su familia ha perdido nueve millones. «Confiábamos en Diego, era un hombre respetado en la congregación, casi un hermano». Para Angeles, el engaño es claro. «Se han dedicado a cazar gente». «Han jugado con los sentimientos de la gente», relata.
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