...sobre la cuestión de nuestros Primeros Padres.
Querido José Antonio XXXXXX:
Ha transcurrido
una semana desde mi anterior carta, y un gusanillo me corroe por dentro. No
puedo evitar, querido amigo, y si así lo hiciera, mi conciencia me
molestaría, el poder ampliar mis comentarios, sobre algunas cuestiones
muy básicas que aprendimos en el pasado, y que ahora me están
resultando incompresibles. La duda no es un estado demasiado agradable, te lo
juro, pero pienso, como Voltaire, que la certeza es un estado ridículo.
Espero
sinceramente que tú entiendas mi estado, y que esa primera carta que te
envié, con unas cuestiones, producto absolutamente de mis meditaciones y
reflexiones, no hayan creado en ti una imagen desvirtuada de mi persona, que
pudieran llevarte a pensar que pululo por ideas sacrílegas o influidas
por círculos apostatas. Tal vez sea la sacudida que recibí con mi
expulsión, tal vez sea la distancia en observar estas cosas desde fuera,
el caso es que mis inquietudes sobre determinadas doctrinas y enseñanzas
bíblicas me tienen muy preocupado, y en permanente zozobra.
Verás, en mi anterior
carta, te exponía de lo incompresible que me resulta la cuestión
universal de la soberanía de Dios. También te planteaba dudas de
la cuestión de la lealtad del hombre hacia Dios, puntos básicos
que requieren una argumentación que, como te dije, no he encontrado en
las publicaciones de la
Sociedad Watchtower. Te decía en dicha carta que no
entendía el que Dios quitara la perfección a nuestros primeros
padres, trayendo unas consecuencias trágicas para sus descendientes, y
limitando las posibilidades de estos, de gobernarse con independencia.
Evidentemente, desde esta perspectiva, el ser humano no puede dirigir su propio
paso, porque fue mutilado en su potencialidad para ello.
He seguido indagando sobre los
orígenes del ser humano, y lo que sí me sorprende, es que entre
los propios religiosos que utilizan La Biblia como fuente de inspiración y
creencias, se esté cuestionando los mismos cimientos de tales relatos,
es decir, la literalidad y realidad de sus contenidos. ¿Son reales estos
relatos? ¿Existió un hombre llamado Adán que fue creado
del polvo del suelo, y una mujer llamada Eva que fue creada de una costilla de
Adán? ¿Fueron colocados en un jardín paradisíaco? ¿Se
les puso a prueba prohibiéndoles comer del fruto de un árbol?
¿Desobedecieron comiendo de dicho fruto? ¿Fue el error y
desobediencia de ellos el desencadenante del sufrimiento, dolor, y miseria que
han asolado al ser humano durante miles de años? ¿Sucedieron las
cosas tal como las relata Génesis?
Como he leído varias
veces, el relato es bien simple: Dios crea al hombre del polvo del suelo, le
insufla ‘aliento de vida’ y el hombre viene a ser ‘alma
viviente’. Después crea a la mujer, sacándole una costilla
y creándola de allí. Esta primera pareja es colocada en un
jardín, y en el, Dios “hace crecer del suelo todo árbol
deseable a la vista de uno y bueno para alimento, y también el
árbol de la vida en medio del jardín, y el árbol del
conocimiento de lo bueno y lo malo”.
Hasta aquí todo parece
sencillo y simple. Pero comienzan las preguntas. El relato plantea varias interrogantes: ¿Por
qué un árbol del conocimiento del bien y del mal? ¿Por qué
‘el árbol era bueno para comer, apetecible a la vista y excelente
para lograr sabiduría’? ¿Qué era ese árbol?
¿Era un árbol que daba acceso a conocimientos extraordinarios del
bien y del mal? ¿Por qué del mal? ¿O este árbol era
un símbolo, tal como dice la
Sociedad, del derecho que Dios tiene de establecer lo que es
bueno y lo que es malo? ¿Cuándo explicó Jehová a
Adán de este simbolismo? ¿Debería Adán, que era
“perfecto en cuerpo y mente” haberlo entendido sin necesidad de una
explicación?
El relato continúa con la
prohibición de «comer del árbol del conocimiento del bien y
del mal, pues en el día que coma de el, morirá». Una
serpiente parlanchina dice: «Positivamente no morirán. Porque Dios
sabe que en el mismo día que coman de él tendrán que
abrírseles los ojos y tendrán que ser como Dios, conociendo lo
bueno y lo malo».
Y aquí vienen los primeros
escollos que se nos han escapado siempre. Tiene que ver con que Dios advierte
que ‘comer’ lleva a la muerte, pero oculta que comer tiene otros
efectos, pues ‘abre’ los ojos cerrados del hombre, y éste
llega a ser como Dios. Es la serpiente la que sabe de estos detalles y lo informa.
¿Es que Dios juega con la ignorancia del ser humano desde el principio? Pues
de otro modo, no entiendo porqué no les advierte que comiendo se les van
a ‘abrir’ los ojos, no solo al hecho de verse desnudos literalmente,
sino a percibir determinadas cosas de su entorno, Fíjate si estaban
ignorantes, que la propia mujer al ser descubierta y excusarse, dice que ha
sido «engañada por la serpiente, empero, ¿realmente engañó la serpiente a
la mujer?
Si seguimos leyendo el relato,
verás 1º) que Adán y Eva no murieron el día que
comieron, 2º) que se le abrieron los ojos, tal como reconoce
Génesis 3:7, y 3º) que el hombre llegó a ser como Dios, tal
como reconoce el propio Jehová en Génesis 3:22.
¿Dónde estaba el
engaño? El relato deja bien claro que la serpiente dijo la verdad.
Adán y Eva comieron y no murieron ese día, se le abrieron los
ojos y fueron como Dios. ¿Por qué Eva y después más
tarde Pablo, tacharon esta acción como «engaño»? Pero
de inmediato me surge otra pregunta: ¿Se puede engañar a una
mujer perfecta ‘de cuerpo y mente’? ¿Se puede “inducir
a alguien a tener por cierto lo que no lo es, valiéndose de palabras o
de obras aparentes y fingidas”? ¿Y si ese alguien es perfecto? Si
una persona es perfecta de mente, pero no es capaz de discernir que alguien le
está engañando por palabras u obras aparentes y fingidas,
¿Se puede decir que esa persona es «perfecta»? Además,
¿qué grado de responsabilidad tiene, o se le puede exigir que
tenga, a una persona que sí ha sido «engañada»?
Pero es que el relato da para
más, querido José Antonio, pues sigo encontrando más zonas
grises, y me sigo haciendo preguntas. Por ejemplo: Adán y Eva
desobedecen (algo que no llego a entender plenamente pues eran seres perfectos),
escuchan los pasos de Jehová por el jardín (algo que me deja
perplejo pues es inconcebible para la naturaleza de Dios, el
«andar» por el jardín), y se esconden de él, como si
de una persona se tratara. Entonces Jehová, con las limitaciones propias
de un ser humano, pregunta: «¿Dónde estás?» (¿Es
que no lo sabía?) para de inmediato ‘sospechar’ que
habían desobedecido y habían comido del fruto prohibido.
Te detallo mi perplejidad.
- Primero, no llego a entender que un Dios justo y amoroso
tenga que probar a un hijo para ver si es obediente o no, y que esa
prueba, la primera y única, tenga que ver con la vida de él
y la de toda su descendencia. Esto, ni es justo ni es amoroso.
- Segundo: no entiendo que un ser perfecto, y vuelvo
con la perfección, no esté capacitado para gobernarse a
sí mismo y a otros, y que tenga que depender de la ayuda de su
Hacedor para ser feliz, pues entonces es que no ha sido hecho perfecto, ha
sido hecho defectuoso, tiene una carencia, le falta algo tan primordial
como saber dirigir su vida y la de los que están bajo su tutela.
- Tercero: no entiendo que un ser perfecto no
discierna la prueba a la que está siendo sometido, y que
sabiéndola, no se de cuenta que le están
«engañando». Tampoco entiendo que desconozca de sus
carencias con las que ha sido creado, y su dependencia de su Creador para
gobernarse así mismo, y desobedezca. Si esto es así, si una
personas es «perfecta», pero carece de capacidades para
gobernarse a sí mismo, para no discernir que lo están
poniendo a prueba, y ni tan siquiera para darse cuenta de que alguien le
está engañando, o para creer que es un engaño lo que
es verdad, (este sí que es un “engaño”) entonces
el relato de estos hechos desprende un sabor a cuento chino descomunal,
aparte que si lo ocurrido es tal como nos lo cuentan, la desobediencia no
es tan grave, como para exigir la vida de los implicados, y de sus
descendientes. Un Dios justo y amoroso debiera tener en cuenta estos
eximentes a la hora de castigar el mal.
Se suele defender estas cuestiones
alegando que Dios dotó al hombre con libre albedrío y que por
tanto el hombre era libre, pudo optar por obedecer o no, empero si Dios le dio
al hombre libre albedrío, y después le prohibió algo que
le podía dar acceso a más luz y más libertad, Dios le estaba
limitando su libre albedrío. El hombre no podía hacer lo que su
libre albedrío le permitía, por lo tanto no era libre.
"Dios
dice "haz lo que quieras, pero toma la decisión incorrecta y
serás torturado por toda la eternidad en el infierno". Esto,
señor, no es libre albedrío. Sería semejante a un hombre
que le dice a su novia: haz lo que desees, pero si eliges dejarme te
seguiré el rastro y te volaré los sesos. Cuando un hombre dice esto,
lo llamamos un psicópata, y pedimos a gritos que sea encarcelado o
ejecutado. Cuando Dios
dice esto
mismo, lo llamamos 'amor' y construimos iglesias en su honor." [William
C. Easttom II]
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El libre albedrío es un
don cuando existen dos o más opciones y la persona que lo tiene puede
optar por escoger. Pero si hay sólo dos alternativas y una de ellas te
tiene en oscuridad y esclavitud, y la otra te da más luz y libertad,
aunque te lleva irremediablemente hacia la muerte, ¿no te parece
José Antonio, que es injusto y contradictorio conceder ese don que el
ser humano no puede utilizar en su totalidad?
Anexo a esto se plantea otra
cuestión: ¿Sabía Dios que el hombre iba a fallar? Si lo
sabía, ¿por qué puso en marcha toda esta maquinaria? ¿Por
qué puso un árbol atractivo a la vista del hombre? ¿Por qué
puso ‘propiedades’ que no tenían otros árboles como ‘abrir’
los ojos y proporcionar una sabiduría especial? ¿Por qué
permitió que una serpiente los “engañara”? ¿Por
qué no corrigió los defectos desde el principio? ¿Por
qué no hizo las cosas de otra manera? ¿O es que no había otra
manera de hacerlas?
Y si no lo sabía,
¿qué clase de Dios es Jehová? ¿Es Jehová un
Dios con limitaciones, que “anda” por un jardín, que “pregunta”
dónde se esconden Adán y Eva, y que saca conclusiones al ver como
se esconden estos de él? ¿Es Jehová un Dios que no “sabía”
que Adán y Eva iban a fallar en la prueba a la que los sometía?
He buscado, José Antonio
en las publicaciones de la
Sociedad para ver que dicen sobre esta cuestión y he
encontrado el desarrollo de una nueva doctrina. Ya había escuchado
hablar de ella, pero ahora he profundizado al respecto. Se trata de la presciencia
selectiva. Seguro que has leído sobre ella. Consiste en afirmar que
«Dios puede optar por no preconocer indistintamente todos los actos
futuros de sus criaturas». Esto querría decir que «en lugar
de que toda la historia desde la creación en adelante fuese una simple
repetición de lo que Dios ya había previsto y predeterminado,
Él podría, con toda sinceridad, colocar ante la primera pareja
humana la perspectiva de vida eterna en una Tierra libre de iniquidad. Las
instrucciones que Jehová dio a sus dos primeros hijos humanos para que,
como sus agentes perfectos y libres de pecado, llenaran la Tierra con su prole, la
transformaran en un paraíso y ejercieran control sobre la
creación animal, constituían la concesión de un privilegio
verdaderamente amoroso y lo que en realidad deseaba para ellos, más bien
que ser una comisión condenada al fracaso de antemano». Este texto
entre comillas lo he copiado literalmente del libro Perspicacia, tomo II,
pág. 708.
Si no entiendo mal, José
Antonio, esto quiere decir, que somos nosotros los que determinamos cuando Dios
preconoce algo o cuando lo desconoce, somos nosotros los que, previo examen de
lo que nos parece justo y amoroso, limitamos la capacidad de Él para
prever un hecho. Cuando digo nosotros, me incluyo en el colectivo ‘testigos
de Jehová’ que dicen entender los propósitos y voluntad de
Dios, en vista que la presciencia está relacionada con dichos
propósitos y voluntad. Esta doctrina es sumamente endiablada porque tal
vez sin percibirlo, nos eleva a una posición alta, muy alta en
relación con otros seres humanos que no saben ni conocen los
propósitos y voluntad de Jehová. Nos coloca por encima del resto
de la humanidad en determinar algo tan delicado como es el pensar y actuar de
Dios, cuando sabe una cosa y cuando opta por desconocerla.
Ante mi incredulidad de este
conocimiento y esta posición alta de discernimiento, insisto en la
pregunta: ¿Sabía Dios que el hombre y la mujer iban a fallar?
¿Lo preveía acaso? Sólo había dos opciones: Obedecía
o no obedecía. Si había creado a un ser humanos con deficiencias
(no estaba capacitado para gobernarse y dirigirse así mismo) y con
carencias (no discernía la prueba a la que iba a ser sometido, y no se
daba cuenta que lo iban a engañar), era fácil prever el
resultado. Poner la maquinaria en marcha es como dar las llaves de un coche a
un niño de 8 ó 10 años y dejarle que lo lleve de Granada a
Madrid.
Y si ya de estos relatos desestabilizan
los cimientos del origen del hombre, no te digo nada al leer la sentencia que
Jehová da después del pecado de Adán y Eva. En vez de caer
fulminados ante la presencia de Dios como sería de esperar por su
pecado, el hombre y la mujer escuchan de boca de Dios una sentencia ó
pena de la que no habían sido advertidos con anterioridad. A la mujer se
le sentencia: “Aumentaré en gran manera el dolor de tu
preñez”, como si fuera el causante del mismo. Y añade:
“Con dolores de parto darás a luz hijos, y tu deseo vehemente
será por tu esposo, y él te dominará”. Y al hombre: «maldito
está el suelo por tu causa. Con dolor comerás su producto todos
los días de tu vida. Y espinos y cardos hará crecer para ti, y
tienes que comer la vegetación del campo. Con el sudor de tu rostro
comerás pan hasta que vuelvas al suelo».
Así Jehová Dios
introduce en el escenario, elementos de los que no se había hablado
previamente y que no tenían nada que ver con el mal cometido: los
dolores de parto, el dominio del hombre a la mujer, la maldición de la
tierra y los resultados de la misma.
Por el lenguaje utilizado en la
sentencia, se desprende que Jehová es el causante de tales males, que es
Jehová el que «aumenta los dolores» de preñez, que es
Jehová el que impone un «deseo vehemente» de la mujer por el
esposo, que es Jehová el que impone el «dominio» del hombre
hacia la mujer, que es Jehová el que «maldice» la tierra, y que
es Jehová el que provoca los resultados de tal
«maldición». Esto, aparte de contener algunas inerrancias
como llamar «esposo» al hombre, o «pan» al alimento, conceptos
inexistente en ese momento, e in entendible para los sentenciados, señala
nuevamente a Jehová como el originador o motor de muchos de los males
del ser humano como es el maltrato de la mujer, los penosos partos que han
llevado a miles de mujeres a la muerte, las hambres ocasionadas por la
infertilidad de la tierra, su desertización, y por otro lado y viendo la
cuestión desde el lado contrario, la falta de veracidad de esas palabras
antes los progresos del ser humano de tener partos sin dolor, de la
liberación de la mujer, o el inventar maquinarias y oficios que hacen la
mayoría de labores del hombre, sin que este «sude» por un
plato de comida.
Añadir a este relato otras
explicaciones es interpretar lo que estamos leyendo, y este es el grave defecto
que cometemos siempre, interpretamos los que no entendemos o lo que nos parece
que no debe ser así, y con nuestra interpretación, escribimos
otra historia a veces tan confusa y tan difícil de creer como la que
tratamos de esclarecer. Pero lo que dice es lo que está allí, y
punto.
Fíjate José Antonio,
un detalle sin importancia: después de un relato simple de cómo
Dios creó al hombre, el escritor de Génesis dice con
incredulidad. "Y ambos estaban desnudos y no se avergonzaban".
Extraña frase, pues si Dios los creó desnudos, ¿por que se
iban a avergonzar? La desnudez era su estado natural. ¿Por qué no
los creó vestidos? ¿Tú le hallas algún sentido a
esta expresión?
Por otro lado, llego a pensar que
tal vez esta frase no fue escrita por Dios, sino que fue escrita por alguien,
en una época, en la que la desnudez se consideraba una afrenta. Y
aquí sí me surge una duda preocupante pues si Dios es el autor de
la Biblia,
¿Por qué permitió que se introdujera en su texto un
comentario u opinión de estas características? Y si aquí
se cuela esta frase sin sentido, ¿qué hay en relatos posteriores
a estos? Por ejemplo, posteriormente se vuelve a mencionar el tema de la
desnudez que parece preocupaba al redactor, esta vez para decir que, a
raíz de desobedecer y ‘abrírsele’ los ojo, «se
dieron cuenta que estaban desnudos». Es decir, para el escritor, la
“ceguera” se relacionaba con la percepción de la desnudez.
Dios pone al hombre desnudo en el Edén, pero lo crea
«ciego», para que no vea esa desnudez. ‘Verla’
provocaría sonrojo y vergüenza. El pecado es el detonante que
‘abre’ los ojos, y el sonrojo fluye por primera vez al rostro del
ser humano. Por eso trata de cubrirse.
¿Sucedieron las cosas tal
como aquí se cuentan? ¿Es creíble un relato así, o
se está utilizando un lenguaje figurativo?
No quiero que te asustes con mis
elucubraciones que al fin y al cabo son sólo eso, pero es evidente que necesito
respuestas, no me puedo conformar con leer un pasaje y creer a pie juntillas en
la literalidad de su contenido, cuando el propio contenido del pasaje suscita múltiples
dudas y preguntas.
Tal vez sea el hombre más
ignorante que pisa la tierra, y que no sepa discernir a unos centímetros
de mi nariz. Por eso te escribo, porque quiero profesar unas creencias y
practicar una religión sin nebulosas, sin “agujeros negros”,
donde la forma de adoración no dependa de mitos fabulosos, de alegorías
fantásticas, de cuentos.
Afectuosamente, de Carlos.