Los hallazgos de las 11 cuevas de Qumrán cerca del Mar Muerto, en Israel, ocurridos
de 1947 a 1956, han representado ciertamente un acontecimiento de la mayor importancia
para la mejor comprensión de la Sagrada Escritura y del ámbito histórico en el que se
desarrolló la Iglesia de la primera hora.
Se trata del más grande descubrimiento de manuscritos antiguos. Son textos de la
biblioteca de la comunidad de Qumrán, una suerte de monasterio en el que, en opinión de
los más destacados especialistas, un sector del grupo de los esenios llevaba una vida
dedicada al trabajo y la oración. Sus habitantes pertenecían a uno de los principales
grupos religiosos en que se dividía el judaísmo anterior a la destrucción del Templo de
Jerusalén, en el año 70 d.C.
La casi totalidad de los textos y fragmentos contenidos en las 11 cuevas del
complejo qumránico está redactada en hebreo y arameo y son pergaminos (es decir, pieles
tratadas utilizadas para escribir). Sólo la cueva 7 -descubierta en 1955- presenta la
particularidad de contener en su totalidad papiros (una suerte de papel confeccionado en
base a la planta cyperus papyrus), y además escritos en griego.
Es precisamente esta cueva la que llamó la atención del experto papirólogo José
O'Callaghan, sacerdote jesuita español que inició su investigación en ella cuando
elaboraba un catálogo de los papiros que contienen secciones de la llamada Versión de
los Setenta, una traducción del Antiguo Testamento al griego preparada en Alejandría por
los judíos en el siglo III a.C., para su utilización entre sus hermanos de religión
más familiarizados con el griego que con el hebreo o arameo.
Apasionado por la investigación papirológica, el p. O'Callaghan se sumergió de
lleno en la cueva 7, familiarizándose con los fragmentos allí contenidos. Un día
comenzó a aprovechar sus ratos libres para -como él mismo lo dice- «entretenerse»
ensayando una identificación del papiro inventariado con el número 5, es decir,
determinar de qué libro del Antiguo Testamento formaba parte ese trocito de papiro. Éste
estaba datado a más tardar como del año 50 d.C. y mide 3.9 cm. en su parte más alta y
2.7 cm. de ancho. El punto de partida para el estudioso fue la combinación de letras
«nnes», que aparecía claramente legible en la cuarta línea.
Tras sucesivos intentos fallidos en los lugares que consideraba más probables, tuvo
la idea de buscar entre la literatura del Nuevo Testamento. Al principio no encontró
nada, pues su clave de búsqueda se orientaba hacia las genealogías, pero luego vino la
sorpresa. En un primer momento el resultado lo mantuvo entre el asombro y la incredulidad:
el 7Q5 correspondía a Mc 6,52-53. Tras nuevas y más rigurosas investigaciones, y
reiteradas interconsultas con otros expertos, en 1972 publicó un artículo en el que
explicaba los resultados de su trabajo. Éste se extendió al intento de hallar otros
fragmentos neotestamentarios, por consejo de académicos con los que iba consultando. Al
lado de la clara identificación del 7Q5, buena parte de los otros intentos de
identificación de los papiros griegos de la cueva 7 quedaban algo inseguros. Se inició
así una intensa polémica, sorprendente por la aspereza y la abundancia de argumentos ad
hominem más que científicos utilizados por algunos de sus opositores. Posteriormente
se hicieron mayores estudios. Hoy, luego de más de 20 años, las rigurosas
investigaciones de O'Callaghan vienen siendo respaldadas por más y más papirólogos de
renombre. A pesar de ello todavía ofrecen resistencia numerosos biblistas, qumranólogos
y críticos textuales. Las conclusiones definitivas del p. O'Callaghan, a publicarse hacia
el mes de setiembre de este año, no han hecho sino confirmar aquella identificación
inicial del 7Q5 como correspondiente a Mc 6,52-53.
Doctor en Filosofía por la Universidad de Madrid, Doctor en Filología Clásica por
la Universidad de Milán, el p. O'Callaghan ha enseñado en importantes centros de estudio
europeos. Es profesor emérito del Pontificio Instituto Bíblico de Roma, donde
enseñó Papirología y Paleografía Griega, y Crítica textual. Allí fue también Decano
de la Facultad Bíblica. Actualmente se desempeña como Director del Seminario de
Papirología del Instituto de Teología Fundamental de Sant Cugat del Vallès, en
Barcelona.
¿Cuál es la razón de tanto revuelo? ¿Cómo se fue madurando la identificación
del 7Q5 hasta las conclusiones definitivas? ¿Qué implicancias tiene para la ciencia
bíblica el hallazgo de un fragmento de un texto del Evangelio según San Marcos datado
a más tardar como del año 50 de nuestra era? Éstas y otras interrogantes fueron
abordadas en la entrevista que amablemente concedió el p. O'Callaghan a «Vida y
Espiritualidad».
¿Cómo sintetizaría usted el significado de haber identificado el fragmento 7Q5
con Mc 6,52-53?
El aporte al haber identificado el 7Q5 es la aproximación al Jesús histórico que
éste nos permite. Según algunos estudiosos estaba cortada la línea de unión con el
Cristo histórico, porque no sabríamos nada de Él. Pero resulta que si ahora tenemos un
papiro del año 50 d.C. del Evangelio de San Marcos, como dice muy bien la
destacada papiróloga Orsolina Montevecchi, que a lo más está datado unos 20 años
después de la muerte del Señor, y si éste también nos habla de tres milagros del
Señor, entonces tocamos ya, con el testimonio de un papiro, al Cristo histórico.
¿Podría contarnos algo del camino que ha recorrido desde 1972 y que culmina con la
confirmación científica de esta identificación?
Me pasó aquí lo que me ha pasado otras veces, más aún antes, cuando en mi ciencia
se trabajaba sin ayuda de la informática y las cosas eran más difíciles. A veces en los
momentos de dificultad científica, cuando no se ve clara la salida a un problema y asoma
el desánimo, viene una intuición particular que esclarece la situación, que ilumina el
camino y halla algo nuevo. Algunos me han preguntado si ha sido una gracia especial de
Dios. Y yo respondo: gracia de Dios, sí, porque todo lo que tengo y realizo es en el
fondo gracia de Dios, pero no inspiración divina particular. Yo honradamente creo que no.
Ha sido una intuición científica, evidentemente, por la cual doy gracias a Dios.
La primera recepción de mi artículo aparecido en la revista Biblica: ¿Papiros
neotestamentarios en la cueva 7 de Qumrán?, del año 1972, fue muy polémica.
Entonces personas de mucha autoridad científica me dijeron textualmente: «Ni usted ni yo
veremos el final de la polémica internacional, porque es fortísima. Va usted contra la
opinión internacional». Opinión internacional, por lo demás, ubicada entre la mayor
parte de los estudiosos de la Biblia en el campo protestante y en el campo católico.
¿Estamos hablando de la perspectiva de R. Bultmann, que establece una separación
entre el Jesús histórico, que sería absolutamente inaccesible, y el Cristo de la fe,
que sería para él elaboración de la primera comunidad cristiana y que es aquel que ha
llegado a nosotros consignado en el Nuevo Testamento?
Pues, sí. Y entonces, claro, esto es fortísimo. En realidad el papiro es pequeño y
ofrecía ciertamente dificultades. Por aquel entonces todo no se acababa de ver totalmente
claro.
Al comienzo no contesté los ataques de estudiosos famosos como el profesor Kurt Aland
especialmente, los de los especialistas de la Escuela Bíblica de Jerusalén, etc.
Ellos me atacaban fuertemente, pero más que argumentos científicos de peso eran ataques
personales de gran resonancia internacional. Yo veía, por los argumentos que me permite
la ciencia de la papirología, de la que conozco, que no tocaban el meollo de la
cuestión. Eran ataques de poco contenido científico papirológico.
Entonces empecé a responder con rigurosidad atendiendo a los argumentos y no a las
personas, hasta que me cansé de contestar. Pensaba que perdía tiempo y energías en un
debate que planteado en esos términos no valía la pena. En la revista Studia
Papyrologica contesté bastante; también en la revista Biblica.
Luego el asunto se durmió porque no recibí respuesta a mis artículos de
esclarecimiento. Ya no publicaban nada y se hizo un silencio sobre el tema. Sin
interlocutores yo ya no respondía a nadie. El asunto quedó dormido hasta que el
papirólogo anglicano Carsten Peter Thiede, profesor alemán, se presentó a mi despacho
con su señora cuando yo era Decano de la Facultad Bíblica del Pontificio Instituto
Bíblico de Roma, y me dijo que había seguido la polémica y que estaba convencido de
que los ataques que había recibido mi hipótesis eran inconsistentes. Él quería
elaborar un libro sobre mi identificación.
Después de investigar por su parte, publicó un libro en Alemania del cual se ha
hecho, me parece, la quinta edición. En castellano se titula: ¿El manuscrito más
antiguo de los Evangelios? El fragmento de Marcos en Qumrán y los comienzos de la
tradición escrita del Nuevo Testamento. La obra se ha traducido también al holandés
y al italiano. Además Carsten Peter Thiede ha escrito otro libro en inglés, también
traducido al francés.
El asunto, como ve, se ha difundido. Se trata de un científico de mucha categoría. Lo
conozco y lo respeto mucho, como es natural.
Entonces fue él quien reanudó el tema. Éste estaba dormido, no estaba muerto. Thiede
no lo resucitó, sino que más bien lo despertó de nuevo. Y así ha venido toda la nueva
época del asunto del 7Q5.
¿Cuál fue la importancia del Simposio realizado en la Universidad de Eichstätt,
en Alemania, en octubre de 1991?
Fue grande. Me invitaron pero no quise asistir para que los participantes tuvieran
completa libertad de hablar en favor o en contra. Lo que hice fue enviar una carta, que se
leyó, agradeciéndoles su interés y ofreciendo mis oraciones para que encontraran la
verdad. Allí grandes eminencias estuvieron a favor de la identificación, otros no, pero
en general la opinión fue favorable. Me ofrecieron sus trabajos. Eran norteamericanos,
alemanes, franceses, belgas... ningún italiano ni español.
Se movieron en un ambiente de alta ciencia internacional, publicando luego unas actas
que, en general, estaban a favor de mi posición. Posteriormente F. Rohrhirsch publicó un
libro en favor de mi identificación y en contra de la postura del profesor Kurt Aland y
su escuela, quienes en su análisis informático de todos los factores relacionados al 7Q5
se habían equivocado al dar un programa a la computadora, y lógicamente la computadora,
con un programa equivocado, dio resultados equivocados, inválidos.
Y entonces usted vuelve a asumir el estudio del 7Q5 en profundidad e ingresa a la
última etapa que culmina con el libro que publicará en breve...
Con todos esos precedentes y demás aportes -incluso algunos que por ser a veces
contrarios a mi tesis no dejo de valorar y agradecer- y con todo el material recogido de
los estudiosos que han querido establecer otras identificaciones para el 7Q5, he ido
ahondando en mi investigación. Gracias a un cálculo de probabilidades solicitado por mí
al eminente profesor Alberto Dou, Doctor en Matemáticas y Miembro de la Real Academia
de las Ciencias de Madrid, queda claro que el fragmento del papiro no puede
corresponder a otros textos... ¡y es que no casaba con ninguno! Este estudio se consigna
largamente en el epílogo del libro que estoy a punto de editar: Los testimonios más
antiguos del Nuevo Testamento. Papirología neotestamentaria. Allí declaro y pruebo
científicamente, desde un punto de vista papirológico, que el 7Q5 es Mc 6,52-53.
Y después incluyo la aportación del estudio matemático del profesor Dou. El asunto
está decididamente probado y es decididamente seguro, cosa que también me ha dicho,
desde el punto de vista de las posibilidades matemáticas, el mismo profesor Dou.
Hablemos sobre las diferentes objeciones y problemas planteados a la
identificación. Según algunos hay un primer obstáculo y es que el estudio se hizo
usando como base fotos y no el papiro mismo...
En primer lugar le voy a contestar como papirólogo. A un papirólogo no siempre le es
posible viajar a San Petersburgo, a Nueva York o a donde fuera para estudiar un papiro,
pues eso supone un presupuesto con el que nosotros no podemos contar. Eso es evidente. Lo
que hacemos es, desde nuestros lugares de labores, trabajar por medio de fotografías, a
veces infrarrojas. Eso es lo usual en papirología.
En segundo lugar, es completamente falso que yo no haya trabajado con los papiros
originales. El hoy cardenal Martini, quien fuera Rector del Pontificio Instituto
Bíblico cuando propuse mi identificación por primera vez, en cuanto salió el primer
artículo en 1972, me pidió que fuera a trabajar una semana completa al Museo de Jerusalén.
Y mi visita a los santos lugares fue en gran parte a la sala de papiros de dicho museo.
Tuve, sí, el gran consuelo de celebrar la Misa en el Sepulcro del Señor, que la había
preparado ya con tiempo, pero por lo demás lo que hice fue verificar lecturas en el 7Q5,
lecturas que eran obvias ya en la fotografía a rayos infrarrojos. Y el mismo año
publiqué un largo artículo en la revista Biblica en base a las notas tomadas en
las investigaciones directas en el Museo de Jerusalén.
Y es curioso, porque -como he dicho- yo he visto y he trabajado una semana con los
originales, C.P. Thiede ha estado 5 veces allá, mientras que el profesor K. Aland, cuya
memoria respeto y a quien reconozco lo mucho que ha hecho en el campo de la crítica
textual, solamente ha trabajado con fotografías y nunca ha ido a Jerusalén. Fue
paradójicamente él quien atacó duramente mi hipótesis diciendo precisamente que mi
identificación había sido realizada ¡trabajando solamente con fotografías!
Hay otro asunto papirológico y es el de las tentativas de realizar otras
identificaciones del 7Q5 distintas a la suya. Allí está la de la profesora Spottorno con
Zac 7,4-5. Otros estudiosos, como Julio Trebolle por ejemplo, en un libro
recientemente editado, hablan de que son posibles diferentes identificaciones del papiro.
¿Qué dice usted al respecto?
Que es completamente falso. Y lo digo, como papirólogo, con toda claridad. Todo lo que
afirman a nivel papirológico yo lo analizo en profundidad -como le decía- en el epílogo
de mi libro. Esas alternancias que proponen, como papirólogo... ¡da pena verlas! Parece
que aquí quieren, más que iluminar, desorientar y hablar por hablar. ¡Se han propuesto
como identificaciones textos que no casan en manera alguna!
Siempre he dicho, desde el comienzo, que si a mí me prueban que esto no es del Evangelio
de San Marcos, yo lo acepto en seguida. Pero han querido distorsionar la realidad...
En la obra que está a punto de salir tengo un apartado llamado: «Presupuestos
científicos para la identificación». Y según lo que allí expongo se ve que es
evidente que en las propuestas de sus alternancias no se ha tenido en cuenta lo más
elemental de la metodología científica. Y esto lo digo de manera absoluta.
En concreto, de qué estamos hablando... ¿de letras que no existen en el papiro
original?
Cuando uno hace una identificación, si es verdadera, ésta se acomoda a lo que se ve
en el papiro, a la disposición de las letras y demás. Si la identificación no se
acomoda a lo que se ve en el papiro, uno duda en seguida y dice: «Esto no es el papiro,
sino otra cosa». Estas significaciones alternativas que han propuesto en verdad dan pena
en el plano científico. En el caso de la profesora Spottorno, a quien a nivel personal
respeto mucho, ella reconstruye en base al 7Q5 un pasaje que no es igual al de Zacarías
con el que pretende identificarlo, sino una especie de paráfrasis del mismo... Así pues,
si no es el mismo pasaje, ¡cómo identificarlo con él!
En estas pretendidas identificaciones, ¿se respeta la «verticalidad de las
letras» que se deriva de la medida esticométrica (número de letras por línea) del
rollo al que el papiro perteneció?
No, en modo alguno. Ni la «verticalidad de las letras», ni la lectura. Porque además
de que no se acomodan al papiro, las letras que proponen no se ven en el mismo. No digo
sólo que completas, ni siquiera incompletas, ni siquiera rasgos.
En papirología las letras completas no tienen ninguna dificultad; las incompletas
pueden ser de lectura segura o de lectura incierta. Pero si se encuentra en un documento
antiguo, por ejemplo, en nuestro alfabeto, un triángulo arriba, se completan las
diagonales hacia abajo y se dice que es una «A». Pero si se encuentra un triángulo no
se puede poner allí una «S». ¡Pues estas supuestas identificaciones alternativas hacen
cosas así, es increíble!
Otra objeción es aquella que afirma que el papiro es demasiado pequeño para poder
hacer un trabajo serio con él...
Esto a uno que no sea papirólogo le puede llamar la atención, pero a un papirólogo
no le llama la atención porque hay papiros más pequeños, como por ejemplo el
correspondiente a la Samia (cuyo código es P. Oxy. XXXVIII 2831), obra de
Menandro, que mide 2.4 cm. por 3.3 cm. Para su identificación el papirólogo británico
E.G. Turner modifica el texto y realiza un cambio fonético que no se encuentra en ninguna
otra. Esta identificación ha sido aceptada por todos.
Hay otros ejemplos. El papiro neotestamentario publicado por C.P. Thiede, de la
colección Bodmer, es muy pequeñito. Además está también el caso del papiro que fue
identificado en la cueva 7 de Qumrán como del Antiguo Testamento, de la Carta de
Jeremías, en el que se presenta una identificación textual que los identificadores
arreglan como pueden, a base de una versión latina. Además las únicas palabras que se
leen con toda seguridad allí son oun, «pues», consecutivo, y autous, «a
ellos». En todos estos casos nadie ha puesto ninguna dificultad a pesar de ser mucho más
pequeños que el 7Q5.
Hay otro asunto respecto del 7Q5 y es el de la letra incompleta que algunos han
leído como una «I» y usted ha leído como «N»...
Hay una letra que yo leo como «N» en relación a la cual me dijeron los de la
Escuela Bíblica de Jerusalén que aquello era -textualmente- «absurdo». Decían que
era absurdo el ver allí el trazo vertical izquierdo de una «N» -la ny mayúscula
en griego es como la N en castellano-. Esto se llevó entonces al Departamento de
Investigación y Ciencia Forense de la Policía Nacional de Israel, y con aparatos
de la tecnología moderna, concretamente con el estéreomicroscopio, vieron que en el
trazo vertical al que nos referimos, en la parte superior, descendía parte del trazo
oblicuo descendente correspondiente a una N. Está, pues, científicamente establecido.
Ahora, la letra que sigue, por más que algunos vean una eta -que en el alfabeto
mayúsculo griego es como una «H»- yo no la veo. Y aunque una eta en ese lugar
casa perfectamente con mi identificación, como deseo ser honesto científicamente, cuando
el profesor A. Dou hizo los cálculos de probabilidades que le solicité, le dije que en
la posición que aquella letra ocuparía, pusiera un punto, porque yo simplemente no la
veía.
El hecho de que se haya recurrido a la policía técnica israelí, que no tiene
ningún interés en la polémica, garantiza la imparcialidad de la información que
sirvió para determinar la letra...
En algo, pero no en lo fundamental. La objetividad de la identificación se garantiza
por el rigor científico del trabajo en su conjunto. Le diré otra cosa para que vea la
honestidad del procedimiento. Siempre que publiqué un artículo defendiendo mi postura,
siempre publiqué la fotografía a rayos infrarrojos. Los que atacaron la identificación
nunca publicaron nada, solamente hablaban. Aquí hay ya una diferencia de proceder
científico. En este deseo de honestidad se llegó a un extremo de máximo rigor
científico de agotar todas las posibilidades de investigación, y se llevó así el
papiro a la policía israelí, la misma que es completamente imparcial en la materia
propia de estas identificaciones.
Se ha hablado también del cambio de delta por tau que se debe
realizar para obtener la identificación. Es un aspecto del que han tratado C. Roberts,
Pierre Benoit, M.E. Boismard y otros.
Sí. Y cuando vi que algunos asumían esto como una objeción fui a la biblioteca del Pontificio
Instituto Bíblico y escribí una nota que se publicó en la revista Biblica
sobre la frecuencia del cambio delta-tau en los papiros bíblicos. Y repito lo que
dijo la profesora Montevecchi, una eminencia en papirología: objetar ese cambio de delta-tau
casi hace reír por lo admisible del cambio. Y es que de hecho existen numerosos casos del
mismo error, incluso hasta en un grabado en griego hecho sobre piedra en tiempos de
Herodes, donde es evidente que se había de tener mayor cuidado al escribir.
En el campo de la crítica interna hay otras observaciones. Una de ellas cuestiona
la identificación realizada por usted porque exige la eliminación de 9 letras, aquellas
correspondientes a la frase «epi ten gen» que aparece en la versión griega más
común del Evangelio de San Marcos.
De esto también habla O. Montevecchi. Yo podría contestar con sus palabras, que son
mucho más autorizadas que las mías y absolutamente imparciales. Si el cambio delta-tau,
como he explicado ya, no significa nada extraño -y hablo como papirólogo-, omisiones
como la del «epi ten gen» son un caso conocido y aceptado. El mismo C. Roberts,
cuando publicó el papiro p52, aquél famoso del Evangelio de San Juan, realizó
su identificación omitiendo unas letras. Y es que en el verso (Jn 18,37-38) hay
una repetición, en el texto originario de San Juan, que dice: «Yo para esto (eis
touto) he nacido y para esto (eis touto) he venido al mundo» (v. 37). La
segunda vez del eis touto, que es lectura ordinaria en el texto conservado hoy, por
razones esticométricas la omitió el mismo Roberts, guiado por la «verticalidad de las
letras» del texto en el margen derecho del papiro, considerando su texto como una
variante más breve. Y es bien conocida la entusiasta acogida y general aceptación de la
identificación del p52, correspondiente al año 125.
No quiero hablar de otros varios papiros bíblicos cuya identificación, a pesar de
presentar variantes «absurdas», ha sido aceptada por todos los especialistas. Sólo me
limito a citar un trozo de papiro (más pequeño que el 7Q5), el p73 (=P Bodmer
I). En este insignificante papiro, entre el recto y verso sólo se leen con
seguridad ocho letras. Pues bien, la identificación de este papiro con el texto de Mt 25,43
y 26,2-3, ha sido aceptada sin ninguna dificultad. Claro que en este caso el papiro está
fechado en el siglo VII.
¿No le parece digno de tener en cuenta el argumento del profesor Metzger que busca
cuestionar la identificación porque, afirma, para realizarla se hace necesario aceptar
dos excepciones en un pedazo muy pequeño de papiro?
¿Qué excepciones son?
La del cambio delta-tau y la del «epi ten gen».
Esto que dice el profesor Metzger me pareció muy oportuno, porque la personalidad
científica de Metzger la respeto mucho. Somos amigos. Pero el argumento que da es
desencajar la cuestión. Puede ser que en un trozo de pequeño papiro haya una serie de
variantes porque precisamente allí coinciden. Además, en este caso, estas variantes no
tienen cuerpo, no tienen volumen suficiente para hacer dudar de la identificación porque
no tienen, cada una de ellas, un peso significativo de generación de duda.
¿Es decir que, en resumen, existen papiros aceptados a los cuales se les ha
concedido bastantes más excepciones y nadie se ha hecho ningún problema?
Así es. Existen muchos papiros más. Y es lo que digo siempre, y lo repito ahora: si
este papiro fuera del siglo VII, sería fantástico, pero claro, es del siglo I y por ello
no se acepta. Y yo sólo comprendo estas reservas por las consecuencias que trae esa
aceptación.
Hay quien hablaba de una intencionalidad apologética en usted...
Si me dicen esto es como para ponerme un sambenito. Yo trabajo siempre con rigor
científico y he hecho otras identificaciones, por ejemplo una que presentaron un grupo de
profesores alemanes de Berlín como un trozo de prosa que yo lo identifiqué como del
poeta Teócrito. Ahora me pregunto: ¿qué apologética he hecho con esta identificación?
Entonces y ahora mi proceder es científico.
En el caso del 7Q5 la identificación realizada no fue buscándola, sino que
simplemente se produjo. Además, el llegar a ella fue curiosidad en mi descanso... «hacer
crucigramas en griego», sencillamente.
Siguiendo adelante hablemos de las conclusiones del cálculo de probabilidades, la
prueba matemática. ¿No interfiere en algo el cambio de tau por delta que
usted ha señalado?
De hecho yo le advertí de esto al profesor Dou, pero hay que suplir la equivocación
del escriba. Matemáticamente, sin embargo, en la primera hipótesis de trabajo (él
trabaja con cinco hipótesis distintas que en conjunto dan resultados favorables a la
identificación que propongo) influye poco este cambio consonántico.
En el caso de la eta que usted ha dicho que no veía claramente...
En ese caso le pedí al profesor Dou que no la considerara y que pusiera allí un
punto, que denotaba a una letra desconocida. El resto de las letras seguras del papiro se
han considerado como tales.
Por otro lado se ha utilizado como base la misma esticometría (longitud de cada línea
de la columna del texto) de mi identificación, es decir con el mismo número de espacios
o letras y con un cambio de entre 20 a 23 letras, pues siendo letras que se hacen a mano
no siempre su cantidad es constante en cada línea.
La primera hipótesis simplemente considera el número de letras y su ubicación,
sin distinguir ninguna...
Sí. Se trata de un cálculo puramente matemático, sin identificar ninguna letra... Al
hacerlo, la probabilidad de que se encuentre un arreglo que convenga al 7Q5 es de 1 contra
36 mil billones. Para entender esto se puede explicar que cuando se tira una moneda al
aire la probabilidad de que salga cara es 1 contra 2. Así, la probabilidad en este caso
es 1 vez entre 36,000'000,000'000,000 de posibilidades.
Esta cifra se reduce, es decir que la probabilidad es mayor, cuando se atiende al
conjunto de letras de un texto expresivo literario, que es diferente de la hipótesis
anterior de un texto inexpresivo matemático.
En el caso de un texto expresivo literario hay más probabilidades que en el caso
anterior de que el fragmento 7Q5 coincida con otro texto diferente de Marcos...
Sí, pero la probabilidad en este caso es de 1 contra 900 mil millones... es decir que
no hay realmente ninguna. Se trata de 1 vez entre 900,000'000,000 de opciones. Esto es
seguro, porque entre este conjunto de miles de millones, matemáticamente hablando, es
absurdamente imposible que pueda encontrarse una identificación, porque ésta es única y
es con Mc 6,52-53.
Tanto en el primer como en el segundo caso, el asunto es científicamente seguro. Todos
los detalles de ésta como de todas las hipótesis de trabajo del análisis del profesor
Dou estarán consignados en el epílogo de mi próxima obra, como ya dije.
Hay una tercera hipótesis...
Ésta se refiere a una esticometría más larga, pues en el trabajo con las
matemáticas buscamos agotar todas las posibilidades de variación. En este caso la
probabilidad de una identificación del 7Q5 con un texto que no sea el de Marcos es
de 1 contra 430 billones. Se trata de 1 vez entre 430'000,000'000,000 opciones. Nuevamente
el resultado es muy claro.
Incluso hay un resultado más...
Los análisis del profesor Dou lo llevan a afirmar que en el caso de descubrirse
en el futuro cualquier documento con el que el fragmento 7Q5 pudiera identificarse, ese
documento y Mc 6,52-53 serían textos no independientes. Es decir que,
eventualmente, cualquier otro texto que se descubra susceptible de sustentar una
identificación del 7Q5 tendrá que ver con dicho pasaje de Marcos. Todo esto va a
salir en el libro.
Usted se siente íntimamente convencido como científico de que su identificación
es cierta...
Ahora sí, al comienzo no estaba tan firmemente convencido. Era una hipótesis muy
probable. Ahora sí estoy seguro.
Dejando de lado el tema de la identificación propiamente tal del texto, acerca de
la datación del texto...
La datación la hizo Roberts, el gran paleógrafo de Oxford. Quizás ahora van a poner
más dificultades al respecto, pero hasta el momento nadie se había molestado. El
profesor Fitzmyer decía en un artículo que como no se puede cambiar la datación, no han
de aceptar la identificación del 7Q5. Ahora, como no se puede cambiar la identificación,
han de buscar cambiar la datación.
¿Habría la posibilidad de utilizar el método del Carbono 14 para precisar la
datación?
No, es imposible, porque habría que quemar el papiro... En pedazos de papiro más
grandes sí es posible hacerlo, pero en este caso implicaría la pérdida total del mismo.
En relación al mismo tema de la datación, hay algunos, entre ellos el ya
mencionado investigador K. Aland, que afirman que el papiro debía ser posterior al año
50.
El profesor Aland no era paleógrafo, o sea que con gran respeto a sus trabajos de
crítica textual, en el campo de la paleografía prefiero otras opiniones.
Además existe un problema de por medio que es el paso del rollo al códice,
¿podría usted explicar algo de esto?
En el Simposio de La Sorbona, en París, realizado hace unos pocos años, recuerdo
exactamente que los especialistas se pusieron de acuerdo y se puede decir que hacia el
año 80 d.C. se dio el paso del rollo al códice; no matemáticamente, sino poco a poco se
fue cambiando y cambiando, hasta que finalmente se pasó al códice, sobre todo para
facilitar la difusión del Nuevo Testamento. Era más fácil enviar libros, códices, que
rollos, complicadísimos de ser manejados.
En el caso del papiro 7Q5 tenemos un pedazo de rollo, lo que implica que sea
anterior al año 80 d.C., que fue cuando éstos dejaron de ser utilizados...
En realidad anterior a cuando se cerraron las cuevas de Qumrán, hacia el año 68 d.C.
O sea que ya por arqueología y por historia, por precisión histórica, este fragmento
7Q5 es muy antiguo.
Entre los métodos paleográficos, ¿cuáles se utilizaron para datar el papiro
antes del año 50 d.C.? ¿Qué tiene que ver el llamado Zierstil («estilo
elegante») con todo esto?
Cada estilo paleográfico (estilo de escritura) tiene un nacimiento, un desarrollo y
una muerte. Es en base a estos estilos y a sus ciclos de vigencia que se puede saber la
datación de un manuscrito. La datación la realizó el profesor Roberts, de Oxford, muy
reconocido como ya he dicho. Otro profesor, uno de gran categoría de Italia, cuyo nombre
no menciono porque me lo dijo confidencialmente -no tenía interés en que saliera su
nombre en esta cuestión- sostuvo: «Como máximo este papiro es del año 50 d.C.». El
que me dijo esto es para mí el mejor paleógrafo bíblico del mundo.
Es decir que paleográficamente el papiro 7Q5 tiene un estilo que está determinado
entre un rango de años y por eso es posible datarlo...
Sí, este rango de años va del 50 a.C. al 50 d.C.
Puede ser que este estilo tenga una ramificación, pero hay que tener en cuenta una
cosa: algunos de los papiros de la cueva 7 de Qumrán tienen rasgos que son muy
interesantes, se encuentran rasgos paleográficos de los papiros de Herculano, de Italia.
Entonces tal vez aquéllos se escribieron en Roma... En fin, hay una serie de cosas muy
interesantes, enigmáticas todavía.
¿Tendrá que ver eso algo con la inscripción que se encontró en el ánfora de la
cueva 7, que decía «Roma»?
Esto lo afirman algunos. Yo no soy técnico en ese campo y no me atrevo a sostenerlo.
Gente más autorizada lo podrá decir. Esto mismo nos lo sugirió un profesor del Pontificio
Instituto Bíblico, pero en cambio el destacado especialista en Qumrán Yigael Yadin
dijo que no, que se ponía solamente el nombre del propietario o el contenido, mas no el
origen geográfico... Pero a lo mejor el contenido era: «manuscritos de Roma». Se trata
de algo que está abierto a la investigación.
Al hablar del 7Q5, ¿ante qué estamos? ¿Ante un trocito del Evangelio de San
Marcos? ¿De qué versión del mismo? ¿De una fuente de Marcos?
Esto no lo sé. Algunos dicen que es fuente. El hoy cardenal Martini sostuvo algo al
respecto e incluso, creo, lo publicó: habiendo un cambio de sección (entre los
versículos 52 y 53 del capítulo 6 del Evangelio de San Marcos), es un texto ya
formado. Hay un parágraphos, un hueco en blanco, que implica un punto y aparte.
Pero, una vez más, eso sale de mi especialidad y por ello no puedo opinar. Otros lo
dirán.
También hay otras señales que permiten hacer esta identificación con Marcos,
por ejemplo el uso reiterado de la palabra «kai» (en castellano «y»), si no me
equivoco...
Bueno, claro, es que no hay autor clásico que empiece un párrafo con «kai», como
es el caso del papiro 7Q5. Éste comienza una sección en el versículo 53. Y si se tiene
en cuenta que en Marcos más del 90% de las perícopas empiezan con «kai», mostrando
un griego muy vulgar -que también hay que decir que es propio del Evangelio de
Marcos-, los argumentos en favor de la identificación aumentan.
La verticalidad de las letras, el detalle del parágrafo, el «kai», el mismo
hecho de que sea una lectio brevior (una lectura más breve debido al asunto del «epi
ten gen»)... todos estos hechos llevan a O. Montevecchi a afirmar que si no hubiera
esto, dudaría de que el papiro fuera antiguo.
Hablemos un tanto sobre las reacciones, como por ejemplo la del profesor Ravasi,
quien mostrando desconocimiento del tema afirmó, respondiendo a la propuesta de
identificación del 7Q5 con el mencionado pasaje de Marcos, que se trataba de un
papiro con letras hebreas. ¿Qué hace que pueda darse esa falta de objetividad?
Esto en vez de preguntármelo a mí, pues habría que preguntárselo a él.
¿Usted no se ha hecho ninguna idea sobre el asunto?
Es que esta ligereza es algo increíble... Ravasi, que es un hombre muy competente en
algunas cosas, ¡ni siquiera parece haberse dignado ver el papiro! Aparece clarísimamente
«kai», aparece clarísimamente la tau, aparece clarísimamente también «nnes»...
¡Y dice que esto es hebreo!
¿No ve usted en esto, en el fondo, una discusión entre preconcepciones de
pensamiento exegético?
Pues parecería que sí. Aquí hay un trasfondo de escuelas o mejor de posiciones.
Claro que lo veo... La gente eminente del mundo que tiene su posición científica y
demás, ¿cómo iba a cambiar por la propuesta de un joven desconocido en el campo
bíblico internacional? En el papirológico yo era conocido, pero en el campo bíblico no.
Si no se es un papirólogo de verdad, verá cosas o no verá cosas superficialmente...
¿Qué le dice a usted que las críticas provengan más de los exegetas que de los
papirólogos, siendo que aquél no es propiamente su campo?
Lo que dice Herbert Hunger, quien ha sido Director de la colección de papiros de la Biblioteca
Nacional de Austria, entidad de la mayor importancia para la papirología, tiene mucho
de razón: Yo no hablo ni como teólogo ni como biblista, hablo como científico y
papirólogo, y como científico digo que O'Callaghan tiene razón.
Lo que dice O. Montevecchi también es importante: Esto no quita ni pone nada, pues
aunque no sea este papiro de San Marcos, el cristianismo no pierde nada.
Y ahora también se debe tener en cuenta a los que se oponen a la identificación que
propongo. Que frente a sus prejuicios hagan gala de una más ecuánime y científica
apreciación de las cosas.
Aun cuando su trabajo sobre el 7Q5 no es un intento apologético, aun así tiene
consecuencias importantes para el anuncio de la fe en nuestro tiempo, sobre todo en lo que
se refiere a la historicidad de los Evangelios. ¿Cómo ve usted esto?
Una cosa es que yo como sacerdote me alegre mucho, pero otra cosa es que un sacerdote
haya llevado el agua a su molino. Cuando hacía una consideración final, ahora tras haber
discutido y hablado con rigor científico, encontraba que como sacerdote estoy encantado
de la vida, más aún considerando que mi lucha inicial fue muy difícil -yo había pasado
entonces las primeras votaciones para seguir como catedrático en el Pontificio
Instituto Bíblico y me lo jugaba todo como científico; era muy arriesgado para mí
meterme en el asunto del 7Q5-. Y es que soy un convencido de que la investigación de la
verdad necesariamente lleva a Dios, quien es la Verdad. Ahora como sacerdote, es cierto,
no podía minimizar mi expectativa de que la identificación del 7Q5 con Marcos fuera
verdadera, pero en ningún momento hice apologética, porque repito que trabajar así
sería inaceptable. Tras los resultados finales de la investigación estoy encantado de
que esto haya sido verdad. Esto no lo puedo negar.
¿Y qué consecuencias prácticas le ve usted? ¿Cree que es una puerta para que
algunas personas vuelvan los ojos a la fe?
Bueno, esto lo verá cada uno. Yo no sé qué va a hacer la gente. Pero si esto se
acepta, por la misma solidez científica que tiene, papirológica, matemática, creo que
puede ayudar a que algunos puedan decir sí. Yo repito sin embargo mil veces lo mismo:
este papiro no me ha aumentado en lo más mínimo la fe, porque mi fe está por encima de
todos los pápiros y códices. Pero la fe supone la racionalidad humana, por consiguiente
estoy contento de que la identificación que propuse pueda afirmarse con certeza.
Finalmente, si usted vuelve ahora su mirada hacia atrás, ¿qué lectura hace de
esto que ha llamado una «aventura científica»?, ¿cómo ve las cosas a la luz de los
años?
Bueno, ha sido todo. Ha sido bendición, ha sido prueba, ha sido calvario, ha sido
gloria, han sido momentos intensos... Pero ante todo ha sido el esfuerzo de servir a Dios
y a la Iglesia desde mi ministerio sacerdotal y mis estudios científicos.
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"McKenzie González, Germán, Un papiro revolucionario:7Q5, en Vida y
Espiritualidad, VE mayo-agosto de 1995, año 11, No.31". Derechos reservados (©) VE
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