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Un fuego sobre Inglaterra: John Wesley y el Gran Reavivamiento
"Fui a América para convertir a los indios", escribió el pequeñísimo predicador, "pero, ¡Oh!, ¿Quién me convertiría a mi? ¿Quién sería el que me libertaría a mí de este malvado corazón de incrédulo?". Continuó, redactando sus pensamientos vívidamente en su diario, mientras el barco navegaba: "Pueblo hablar bien; más aún, creer si no hay ningún peligro a la vista, pero si la muerte me mira a la cara mi espíritu se turba... ¿Quién me librará de este temor a la muerte?". El nombre del joven clérigo anglicano era John Wesley y estaba próximo a la mayor crisis de su vida y su ministerio. Su conciencia, nunca en reposo para empezar, tenía que hacer frente a tres grandes fallos sucesivos. Primero, en el viaje hacia América, había mostrado un pánico absoluto cuando el mar partió la vela mayor, cubriendo el puente de mando mientras el agua verduzca azotada con violencia la nave. Los pasajeros ingleses, Wesley entre ellos, estaban horriblemente asustados, pero un grupo de alemanes de Moravia, miembros de una pequeña secta del Sureste de Europa, no mostró temor alguno. "Nuestras mujeres y niños no temen morir", le dijeron a Wesley. Wesley sí temía. Y lo sabía. Y se sintió avergonzado.
La misión fallida
Después, ministrando en Georgia, se sintió románticamente atraído por Sofía Hopkey, la sobrina del magistrado jefe de Savannah. Cuando Sofía eligió a otro pretendiente, Wesley, según algunos, encontró una excusa para negarse a darle a Sofía la Santa Comunión. Fue la última gota que colmó el vaso de algunos de sus feligreses, quienes pensaron que habían soportado bastante ya a su capellán, refiriéndose a él como "un papista disfrazado". Wesley dejó América en diciembre de 1737, su misión era un caos, y contando con diez acusaciones de conducta cuestionable en su contra. Y ahora ahí estaba él, en el mar, y desesperadamente asustado por su vida, una vez más. Parecía como si John Wesley, hijo de ministro, graduado de Oxford y un ministro ordenado de la iglesia de Inglaterra, estuviese acabado como un predicador del evangelio. Pero nada podría haber estado más lejos de la verdad. Wesley conocía a su Pablo, el valiente apóstol de los gentiles que había escrito la contundente declaración: "Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que habite en mí el poder de Cristo... porque cuando soy débil, entonces soy fuerte" (Corintios 12:9-10).
De vuelta en Inglaterra, Wesley pronto buscó la compañía de aquellos moravios de afirmado corazón, que parecían bendecidos con fe tan segura. Fue recompensado por su búsqueda. Él recoge en su diario un documento único de la Inglaterra del 1700, la experiencia que le aguardaba el 24 de mayo de 1738 en una reunión, cerca de su antigua escuela, en Charterhouse: "Por la tarde, muy a desgana, fui a una sociedad en Aldersgate, donde uno estaba leyendo el prefacio de Lutero de la Epístola a los Romanos. Alrededor de las nueve menos cuarto, mientras él estaba describiendo el cambio que Dios lleva a cabo en el corazón por medio de la fe en Cristo, sentí mi corazón extrañamente cálido. Sentí y confié en Cristo, únicamente en Cristo para la salvación, y me fue dada la seguridad de que él había quitado mis pecados, aún los míos, y me salvó de la ley del pecado y de la muerte". El resto, como se dice es historia. Aunque fue educado en un hogar anglicano donde su madre, Susana, lo había instruido con principios cristianos, hacía mucho que Wesley se sentía, como él lo afirmó "cristiano a medias". Ahora estaba listo para predicar. Después de reunirse en Alemania con líderes moravios, Wesley inició una carrera que tendría más de 360.000 kilómetros, muchos de ellos hechos a lomos de caballo, predicando sobre 40.000 sermones y publicando 233 libros, folletos y octavillas. Su primer sermón, después de la experiencia en Aldersgate, lo dio en Oxford el 11 de junio de 1738. Fijando el tono para el Reavivamiento Wesleriano: "Por gracia eres salvo por medio de la fe". Inglaterra necesitaba de esta simple pero robusta y radical llamada al arrepentimiento y a la fe.
La verdad sencilla para gente sencilla
El estilo de predicación de Wesley directo, y a menudo, ardiente atrajo a un país que empezaba a sentir las primeras amenazas de los desajustes de la Revolución Industrial. La inmoralidad parecía reinar de arriba abajo. Los gobernantes eran conocidos por frecuentar la Cámara de los Comunes totalmente borrachos y los aristócratas aparecían en la opera con sus copas. El agente colonial en Londres, Benjamín Franklin, se quejaría más tarde de que con un cuarto del dinero que con sus conciudadanos gastaron en la Guerra de la Revolución (1776-1783), ¡podría haber sobornado a todo el gobierno británico!. Desde el 1765 al 1780 hubo nueve revueltas importantes, casi todas en Londres. En la gran capital, la ginebra era la droga de las clases más bajas, como lo atestiguan los dibujos de Willian Hogarth. El historiador J.H. Plumb, comenta: "los lunes y los martes eran, a menudo, usados para beber, para peleas de gallos, para echar los perros o osos atados y para divertimiento con el cruel y brutal abuso regular de los pobres... Las peores condiciones, largas horas, pagas irregulares de salarios, descarada explotación de las mujeres y el trabajo infantil se llevaba a cabo a pequeña escala y en la industria doméstica... La disciplina en las fábricas, especialmente con los niños, era cruda y cruel con frecuencia. Y para la mayoría no había ninguna esperanza" (Inglaterra en el Siglo XVIII, páginas 88-89).
La esperanza del evangelio aclarada
Hubo una terrible oposición. Aunque Wesley amaba el anglicanismo, las iglesias fueran cerradas para él. En Exeter, Wesley fue apedreado casi hasta la muerte. En Wednesbury una muchedumbre pedía su sangre a gritos, empezaron a golpearle y se detuvieron sólo cuando se puso a orar. En Hoxton, desataron un buey loco en la habitación donde predicaba. En Epworth se le negó el púlpito donde su padre había servido cuarenta años. Wesley trepó hasta la tumba de su padre, en el patio de la iglesia, y predicó durante ocho noches a la muchedumbre más grande que Epworth jamás había visto. Por la gracia de Dios, Wesley había conquistado su temor a la muerte aun estando intacta su naturaleza humana.. Podía ser un hombre duro para llevarse bien con él. Discutió con su hermano Charles, el notable escritor de himnos. Llevó a su esposa al desvarío, sobre todo por la atención que le dio a otras mujeres que respondieron a su enseñanza. Y fue una persona autoritaria casi total. Sus enemigos etiquetaron al pequeño torbellino "Papa John". La mayoría de la hostilidad, sin embargo, surgió de las reacciones salvajes y emocionales a la predicación de Wesley y su enérgico equipo. Las personas en su audiencia, a veces se dejaban llevar por el histerismo y el dolor físico y rodaban en agonía por el suelo. Wesley no animó las demostraciones físicas y despidió a más de un predicador por gritar o gesticular sin control desde el púlpito.
Al corazón a través de la cabeza
Un sermón típico de Wesley llegaba al corazón a través de la cabeza. Enfatizaba la respuesta y la acción. Había un definitivo contenido intelectual y escritural apoyando la oferta radical de perdón: "Justificación es otra palabra para perdón. Es el perdón de todos nuestros pecados; y lo que éste necesariamente implica, nuestra aceptación de Dios. El precio por el cual se ha producido esto, es la sangre y la justicia de Cristo...Los efectos inmediatos de justificación son: la paz de Dios, una "paz que sobrepasa todo entendimiento" (Filipenses 4:7) y un "gloriarse en la esperanza de la gloria de Dios" (Romanos 5:2), "con gozo inefable y glorioso" (1 Pedro 1:8). Paz, esperanza, gloria, gozo inefable, al alcance ahora mismo. Este era un mensaje valiente. Era necesaria la seguridad total de parte de Dios para proclamar esto a lo largo de todo un país, donde demasiadas iglesias establecidas estaban pobremente atendidas o preservaban a los ricos y privilegiados. Pero Wesley era convincente porque estaba convencido: "Busca estas bendiciones tal como eres, ni mejor ni peor, como un pobre pecador que todavía no tiene nada con lo que pagar, nada con lo que alegar, sino con Cristo muerto. Y si lo buscas tal como eres, entonces espéralo ahora. No esperes por nada. ¿Por qué esperar? Cristo está listo; y él es todo lo que tú quieres. Él está esperándote: ¡Él está a la puerta! Deja que lo más profundo de tu alma grite".
La Revolución Wesleriana
El historiador, Will Durant, resumió el efecto de las predicaciones radicales de John y Charles Wesley sobre la Inglaterra del siglo XVIII: "Ellos trajeron su mensaje de pecado y arrepentimiento a los campesinos, mineros y criminales; le dieron a los analfabetos un código ético que compartir para la rehabilitación moral de Inglaterra... Aquella ética puritana se adaptaba al carácter inglés, pudo generarse por hombres fuertes y mujeres pacientes y le dio a la clase trabajadora de Inglaterra un sentido de elección y destino llenos de orgullo que los sostuvo en la pobreza y los hizo hostiles a cualquier revolución que cuestionara el cristianismo" (The Age of Voltaire - La edad de Voltaire, pág. 135). Los halagos de J.H. Plumb son grandes en verdad: "Wesley fue un complejo y gran carácter, uno de los más grandes que se conozca en los tiempos modernos. Un hombre comparable, de algún modo, a Lutero, Lenin, Ghandi, o incluso Napoleón. Pocos hombres han tenido su capacidad transcendental de mover el corazón; ninguno ha combinado esto con su genio organizativo". Wesley construyó para que permaneciese. Organizó a sus seguidores en "pequeñas sociedades", ciudad tras ciudad, urgiéndoles a adorar juntos, orar juntos y cantar himnos tan nuevos y llenos de significado como el hermano Charles pudiera componer. Esa inclinación por el buen orden llevó al nombre "Metodistas". A la muerte de Wesley (1791) sus seguidores eran más de 70.000 en Inglaterra, y quizás 40.000 en América del Norte. El énfasis metodista en la vida familiar y la ética personal avergonzó a muchos de las clases superiores por su frivolidad y vicios, y uno de los últimos hechos de Wesley fue unir e influenciar a amigos parlamentarios para poner fin al comercio de esclavos.
Nueva vida en Cristo
Wesley tuvo y tiene sus críticos. Generaciones posteriores de eruditos analizarían sus puntos de vista sobre la perfección cristiana. Wesley parecía estar diciendo que era posible conseguir la perfección en esta vida, una posición difícil de defender a la luz de muchas escrituras. Su indiscriminada oferta de salvación y su táctica del "infierno de fuego y azufre" ha sido criticada como una degradación del evangelio a una forma de "religión por temor".
Algunas de estas críticas tienen fuerza. Wesley es una figura controvertida en la tradición cristiana, probablemente más apreciada por predicadores que por teólogos sistemáticos. Sin embargo, es importante juzgar cualquier figura en el contexto de su tiempo. Una publicación secular intentó hacer exactamente esto. Resumiendo su poderoso efecto sobre la Inglaterra del 1700, la revista Gentleman, a menudo hostil a los metodistas, ofreció un gran halago: "Donde se hace mucho bien no deberíamos destacar cada pequeño exceso. El punto principal es éste: él dirigió su trabajo hacia aquellos que no tenían instructor; a los caminos y las cercas; a los mineros de Cornwell y a los carboneros de Kingswood... Por los humanos y activos quehaceres de él y de su hermano, Charles, se introdujo un sentido de decencia, de moral y de religión; los desdichados aliviados y los abandonados socorridos". Todos los cristianos pueden inspirarse y tomar valor al considerar cuanto puede lograr Dios por medio de un frágil pecador que buscó la seguridad divina. El Reavivamiento de Wesley nos desafía a todos aquellos involucrados hoy en la obra del evangelio. Sucedió una vez. ¿Podría ocurrir de nuevo?. |