REFLEXIONES DE FIN DE SIGLO



¿POR QUÉ permite Dios que la humanidad sufra?

Dedicado a toda aquella persona, que,
como David, no solo se replantean su vida,
sino también sus ideas, sus conceptos,
y hablan desde el corazón.



La libertad implica responsabilidad. No todo mundo sabe dar buen uso de dicha libertad.

La libertad exige valentía. Algunas personas, tal como un pajarito que toda su vida la ha pasado encerrado y protegido en una jaula, ante la perspectiva de la libertad, tienen miedo, pues no saben qué hacer sin las ataduras que le ligaban a un grupo o colectivo afín a sus ideas.

La libertad implica decidir por uno mismo, saber caminar solo, investigar, preguntar, tener un deseo lógico y lícito de encontrar respuestas veraces, exactas y comprensibles, hallar esas respuestas, asimilarlas.

Empero, la libertad también envuelve el reconocer nuestras limitaciones, que en muchos asuntos y temas no hay respuestas definidas y claras, la libertad es franca y reconoce que no se han encontrado esas respuestas, y envuelve el quedarse ante el interrogante simplemente como un espectador, a la espera de una respuesta que solo Dios puede darnos.

Los grupos religiosos, en especial el colectivo de testigos de Jehová, de los que fuí miembro durante 22 años, son diferentes, 'explotan' ese legítimo deseo, ofreciendo 'verdades' fundamentales, conclusivas, trascendentes. Arropan a sus miembros con respuestas determinantes que solo ellos tienen capacidad de investigar y de descubrir.

Esto, que no es exclusivo de los Testigos, me recuerda una conversación que mantuve el pasado día por teléfono, con una señorita que solicitó hablar personalmente conmigo. ¿Qué quería? Me hablaba en nombre de una 'asociación de ayuda a niños de padres con SIDA', y pretendía venderme material de oficina, pues las ganancias de tales ventas repercutían en tales niños. Le dije amablemente que no, pues ya tenía mis proveedores habituales, pero ella insistió una y otra vez en que efectuara la compra, incluso me quería hacer prometer que si no la hacía ese mes, que la hiciera el siguiente. Finalmente, ante mi negativa, me dijo: "Bueno, si no quiere usted colaborar con los niños necesitados, le dejo". Algo molesto con las palabras finales de esta señorita, le dije: "Mire, la cuestión no es si yo quiero o no quiero ayudar a niños con problemas. La cuestión es que no deseo colaborar con empresas como la suya que utilizan a los niños como objeto de comercio. Eso es lo que yo no quiero." Y colgó

Del mismo modo, los grupos religiosos juegan y comercian con los interrogantes que se alzan ante el ser humano, como si estas interrogantes fueran niños necesitados, vendiendo respuestas definitivas, para 'captar' o mantener una dependencia del individuo con el grupo, de tal modo que en el mencionado individuo exista un cierto temor a salirse del redil donde se cobijó.

Hago esta breve introducción, pues el tema que vamos a desarrollar tiene que ver con una de estas interrogantes que acecha a la persona que en un tiempo tuvo las respuestas definitivas, concluyentes, definitivas, pero que al salir del grupo, se encontró que tales respuestas no lo eran tanto, que tenían sentido dentro de la ideología del grupo, pero que una vez que dicha ideología se iba desmoronando, las respuestas habían perdido veracidad.

¿Por qué permite Dios que sucedan cosas malas?

En Centroamérica hemos sido testigos impotentes de una catástrofe más. El huracán 'Mitch' arrasó a Nicaragua, Honduras y El Salvador. Miles de muertos y desaparecidos son el triste legado de un fenómeno de la naturaleza que está fuera de nuestro control.

En este tipo de desastres, son multitudes las experiencias en las que se ven envueltas personas de buenos sentimientos, niños que desconocen la maldad, hombres y mujeres que han luchado por sacar adelante a su familia con muchos esfuerzos y sacrificios.

La calamidad no hace distinción entre la gente buena y la mala, una realidad que algunos encuentran difícil de conciliar con la creencia en un Dios amoroso. "¿Qué clase de Dios —preguntan— permitiría que ocurriera semejante pérdida innecesaria de vidas? O ¿cómo es posible que un Dios omnipotente observe a los ancianos quedar desamparados, a familias trabajadoras perder los ahorros de toda una vida, a hombres y mujeres jóvenes caer abatidos en la flor de su vida ante una enfermedad mortal... y no haga nada?"

El rabino judío Harold S. Kushner se formuló esas preguntas cuando supo que su hijo iba a morir de una enfermedad poco común. Esa desconcertante injusticia dejó perplejo a Kushner. "Yo había sido una persona buena —comenta—. Había intentado hacer lo que era recto a los ojos de Dios. [...] Creía que estaba siguiendo los caminos de Dios y haciendo Su obra. ¿Cómo era posible que le estuviese sucediendo aquello a mi familia?" Su búsqueda de respuestas a estas preguntas dio a luz su conocido libro: When Bad Things Happen to Good People (Cuando le suceden desgracias a la gente buena).

Kushner es tan solo uno de los muchos teólogos que han intentado responder a la pregunta de por qué permite Dios el mal. En realidad, el hombre está juzgando a Dios. ¿Qué veredicto han pronunciado Kushner y otros teólogos? ¿Es un veredicto justo?

Cuando se ha profesado la ideología de los testigos de Jehová, y esta se desmorona ante nosotros como un castillo de naipes, la fe en Dios sufre un terremoto espiritual tremendo, pues no solo se cuestionan las doctrinas y enseñanzas características de los Testigos, sino que nuestros conceptos sobre la verdadera naturaleza de Dios, su Palabra, y los fines y propósitos que Dios tiene para el ser humano sufren un tremendo chock emocional y mental.

Por nuestra mente pasan multitud de preguntas y sus correspondientes argumentos y explicaciones que, antes nos parecían válidos, pero que ahora no tienen sentido, en especial, cuando se ha jugado con nuestras esperanzas, con nuestras expectativas, y con nuestras ilusiones.

Esta amalgama de sentimientos, probablemente provoquen de nuevo una serie de preguntas en cascada, e impidan que veamos con claridad cuál es nuestra posición ante Dios, cuáles son las cosas verdaderas a las cuales asirnos, y qué es lo verdaderamente importante en nuestra nueva vida.

Independientemente de esto, es del todo legítimo el que volvamos a preguntarnos: ¿Por qué permite Dios la iniquidad? ¿Por qué permite que la gente buena sufra? ¿Por qué en desastres naturales, sufren personas inocentes? ¿Por qué?

Por regla general, quien hace estas preguntas, suele decantarse por una lado de la cuestión, es decir, suele estar mirando los asuntos desde el lado negativo de la vida y no del positivo. Es como aquella persona que ante una botella a medio llenar, dice: "Esta es una botella medio vacía" cuando también podría decir que es una botella medio llena, todo es cuestión de la forma de juzgarla.

Suele ocurrir que ante los hechos y acontecimientos que nos rodean, algunos razone: "Hasta cierto grado hay orden, maravilla y belleza en la naturaleza. Pero eso es solo la mitad del cuadro. La otra mitad es un caos terrible." Entonces, después de explicar lo que quiere decir por "caos" —cosas como los desastres naturales, las pestilencias y así por el estilo— dicen: "La persona religiosa fija apaciblemente la mirada en el orden de la naturaleza, lo cual fortalece su religión, pero aparta la vista del caos que debilita a tal credo."

¿Hacemos nosotros eso? ¿No será posible que después de nuestra mala experiencia dentro de los testigos de Jehová estemos apartando la vista del "orden, maravilla y belleza de la naturaleza" que la mayoría de los seres humanos reconocen, y estemos centrando nuestro foco de atención en la otra mitad del cuadro, que también existe, y que tiene efecto debilitador en el credo de incredulidad?

Otros suelen confundir lo que significa permitir con lo que significar causar, de tal modo que confundimos los papeles. Mientras que los causantes de la mayoría de los males que afligen a la humanidad suelen ser los propios seres humanos, y Dios simplemente permite que hechos luctuosos sucedan, la humanidad en general, cuando ve los efectos de sus males y los resultados negativos que ocasionan, suele dirigir la atención hacia Dios, preguntando: ¿Por qué permite Dios tal o cual asunto?

Un cuadro en contraste

Es cierto que actualmente, por medio de los diarios y la televisión, uno puede ver el sufrimiento humano debido al hambre... niños famélicos con los estómagos hinchados y los brazos y las piernas como mondadientes; padres desesperados en cuyo rostro están pintadas la frustración y la desesperanza.

Y sin embargo, en sorprendente contraste con esto, uno puede ver que esta Tierra produce una increíble variedad de alimentos —frutas, cereales, nueces y hortalizas— con una asombrosa diversidad de sabores y calidades para preparar alimentos deliciosos y nutritivos. Si culpamos a Dios por el sufrimiento debido al hambre, ¿a quién acreditamos por la consideración e interés amorosos que se manifiestan en los abundantes alimentos de la Tierra? O, si decimos que Dios es responsable por ambos, ¿entonces cómo explicamos la evidente contradicción?

¿Qué hay en cuanto a la propia responsabilidad del hombre en el asunto? ¿Cuánto interés y amor al prójimo ha mostrado él a sus semejantes? La realidad es que aun ahora hay suficientes alimentos para toda la familia humana en todo el mundo. Una publicación de la Organización Mundial de la Salud de las Naciones Unidas señala al verdadero problema, diciendo:

"El mundo es rico pero no hace buen uso de la riqueza que está a su alcance. Millones de personas viven a la sombra del hambre y la desnutrición crónica, mientras otros comen demasiado y así están desnutridos en un sentido diferente."

Después de mostrar que actualmente unos 100.000.000 de niños sufren de grave desnutrición, la publicación continúa diciendo:

"El hecho trágico es que si todo el alimento que ahora está disponible se distribuyera equitativamente en proporción con la necesidad entre los países y los grupos socioeconómicos, ni un solo niño sufriría de desnutrición. En la actualidad hay suficiente alimento en el mundo; sencillamente no se distribuye según la necesidad."World Health, febrero-marzo de 1974, páginas 3, 6.

¿Qué es lo que frecuentemente ocurre, aun cuando se distribuye el alimento a las zonas azotadas por el hambre? Al informar acerca de los embarques a las naciones afectadas por la sequía en África, la revista Time dice que la ineficacia y la corrupción retardan la distribución y desvían parte de los cereales a vías comerciales para venderlos con enormes ganancias. "Muchos de los alimentos donados permanecen en pilas altas en los muelles donde son presa de las ratas, langostas y ladrones," declara el informe. "El principal problema, sin embargo, es logístico." Es decir, los gobiernos no han podido proveer el transporte que se necesita para llevar los materiales a las zonas más azotadas debido a malos caminos, falta de equipo, y así por el estilo.

Es algo extraño, ¿no es cierto? El mundo ahora gasta unos 200.000.000.000 de dólares al año en equipo bélico. Las naciones pueden transportar eficientemente las bombas a cualquier punto sobre la Tierra y dejarlas caer por toneladas, hasta pueden enviar hombres a la Luna. Pero les es difícil transportar los alimentos.

Así también, actualmente podemos ver barrios bajos grandes y feos en muchos lugares, donde la gente vive en edificios amontonados, oscuros, malolientes u ocupa chozas o ranchos toscos en regiones desérticas. Frecuentemente estas secciones se convierten en terrenos de cultivo para enfermedades y crímenes.

Sin embargo al mismo tiempo podemos ver vastas zonas de esta Tierra que verdaderamente son preciosas, hasta imponentes en su belleza... frondosas zonas boscosas, fértiles y ondulantes pastizales y praderas, montañas majestuosamente escabrosas, lagos cristalinos y corrientes claras y brillantes caídas de agua, playas inundadas de sol bordeadas con bosquecillos de palmeras, cielos decorados de nubes de un color rosa pastel y azul al amanecer, rojo llameante, púrpura y dorado a la puesta del Sol.

De nuevo, si atribuimos lo primero —las escenas de miseria y sordidez humana— a Dios, ¿entonces a quién acreditamos lo segundo? ¿Quién es la fuente de la belleza y la grandeza que los ojos humanos jamás se cansan de contemplar y que ningún artista humano ha podido imitar?

Con toda justicia debemos reconocer la pesada responsabilidad que cargan los hombres mismos por tantas de las molestias y fealdades de la vida a las que nos enfrentamos hoy día. Pura codicia, explotación comercial y crueldad yacen a la raíz de muchos de los problemas del hombre, incluso la pobreza. La mano de obra descuidada y la falta de honradez de los empleados hace que los precios suban para todos. Hasta las cosas más básicas de la vida se usan mal, se abusan y se llevan al borde de la ruina por medio de la contaminación humana. Como lo señala el profesor Donald R. Scoby en su libro Environmental Ethics:

"El hombre, creado para respirar aire limpio, beber y disfrutar del agua pura, y disfrutar de la aventura de sus alrededores naturales, ha cambiado su ambiente y halla que no puede adaptarse. Está preparando su propia ejecución en conjunto."

Es por eso que, cuando nos quejamos de las pestilencias, solo estamos contando parte de la historia. Cuando nos quejamos de los terremotos, tal vez lo hagamos desde un edificio fuerte y sólido sin pensar que las desigualdades sociales y económicas provocadas por el propio ser humano son las causantes de que millones de personas tengan que vivir en la falda de un volcán, o en zona sísmica, o en una vivienda hecha de tablas y cinc.

Cuando hablamos de hambres que matan diariamente a miles de personas, tal vez no pensemos en lo mal distribuido que está el mundo, en las cosechas destruidas para que aumenten los precios, en los campos arrasados por el propio hombre, en los excedentes, en los lujos que nos rodean.

Asombrosos contrastes en nuestro propio cuerpo

Vemos el mismo contraste vez tras vez. Por un lado, el cáncer, las enfermedades cardíacas y otras dolencias que afligen a la humanidad. Por otro lado, nos enfrentamos a las maravillosas habilidades y estructura del cuerpo humano.

Nos maravillamos apropiadamente ante la capacidad del corazón, que en el curso de un día bombea el equivalente de 7.000 litros de sangre a través de una red de 100.000 kilómetros de vasos sanguíneos y suministra oxígeno y alimento a unos 30.000.000.000.000 de células... cada célula con un cuarto de millón de moléculas de proteínas, consistiendo cada molécula de aproximadamente 20.000 átomos.

No podemos menos que asombrarnos ante las defensas naturales del cuerpo en contra de las enfermedades y las infecciones... el modo en que cualquier invasión de microbios precipita un contraataque inmediato e invisible por el cuerpo: primero, un aumento del fluir de la sangre al sitio de la invasión; la llegada de los anticuerpos que se prenden a las bacterias invasoras, verdaderamente identificándolas como enemigas y haciendo que los glóbulos blancos de la sangre llamados neutrófilos rodeen las bacterias y las descompongan por medio de las enzimas digestivas; acompaña a esto una inmediata aceleración en la producción de estos anticuerpos defensores y de los neutrófilos por parte de la médula de los huesos; la actividad del agente coagulantes del plasma sanguíneo (llamado fibrinógeno) para formar una red de cuerdas alrededor de la infección y sellar la zona; entonces la llegada de los linfocitos de movimiento más lento y de los monocitos para alimentarse de los desperdicios que resultan de la batalla librada, limpiando la zona; y, finalmente, el crecimiento de las células y los tejidos nuevos para restaurar la zona dañada por la invasión.

Son tan complejas y numerosas las defensas del cuerpo humano que el fallecido fisiólogo Walter Cannon de la Universidad de Harvard se sintió impulsado a decir: "Cuando uno comprende en gran medida el cuerpo humano y sus recursos para la salud, uno se pregunta por qué es que la gente se enferma."

Precísamente, ese maravilloso poder curativo de nuestros cuerpos, testifica de la existencia de un Hacedor que tiene poderes maravillosos. En una ocasión, Napoleón dio las gracias al jefe de sanidad militar de su ejército por sanar a tantos de sus soldados. Según cierta versión del asunto, el cirujano respondió: "Yo los atendí; Dios los sanó."

Sin embargo la gente se enferma, y los familiares queridos mueren. ¿Por qué? ¿Es porque Dios no se interesa? Entonces, ¿por qué todas las provisiones para mantener la salud?

Además, ¿tiene el hombre el derecho moral de poner en duda la existencia de Dios debido a las enfermedades y otros problemas que existen? ¿No es cierto, que todavía sigue siendo verdad, que el mal gobierno del hombre, las guerras, el delito, la falta de honradez, y otras cosas por el estilo, ocasionan la mayoría de esos problemas? ¿Cuántas pestilencias o enfermedades muy generalizadas —como las enfermedades cardíacas o el cáncer— no son en su mayor parte sino el resultado del ambiente y de los hábitos de vivir que el hombre mismo ha desarrollado? ¿Cuántas otras enfermedades se pudieran controlar si no fuera por el hecho de que una gran proporción de la raza humana vive en pobreza y en suciedad?

Sin embargo, es cierto que no todos los problemas del hombre son producidos directamente por él. ¿Por qué permite Dios que éstos se presenten? ¿Prueban éstos que Él no exista?

Una ilustración pudiera sernos útil para ver este punto con mayor claridad. En una isla a cierta distancia de la costa occidental de Irlanda, hay un lugar que se conoce como la Aldea Abandonada. Es una aldehuela en la que ya no vive nadie. Como uno pudiera imaginarse, las casas están en malas condiciones. Los techos se han caído. No hay puertas. En muchos casos, las paredes se han desplomado.

En vista del estado ruinoso de la aldea, ¿diría usted que no es probable que alguien haya diseñado y edificado las casas que hay allí, o concordaría usted por instinto con la siguiente declaración bíblica: "Por supuesto, toda casa es construida por alguien"... sí, hasta una casa que ahora estuviera en ruinas? (Heb. 3:4) A pesar del estado de abandono de esas casas, sabemos que alguien las construyó. Sabemos, también, que su condición actual no se puede achacar necesariamente al constructor. Hay modos de evitar que las casas se deterioren. Pero los propietarios las abandonaron. Por lo tanto, ahora están en ruinas.

La situación de la humanidad es semejante. La Biblia nos dice que el Hacedor creó perfecto al hombre. Este recibió una serie de responsabilidades. (Gén. 1:28) El buen éxito en esto dependería de seguir las instrucciones de su Hacedor. Si el hombre hubiera seguido aquellas instrucciones, no se hubiera producido "caos" alguno, no se hubieran perdido vidas en desastres naturales o debido a pestilencias en la Tierra sojuzgada. Sin embargo, el hombre rechazó la guía de su Creador; de modo que ahora la "casa" humana innegablemente está en muy mal estado.

Dios dio a la humanidad libre albedrío para que escogiera su propio proceder. Dios no obliga a los seres humanos a ser obedientes. Sin embargo, a través de los largos siglos del mal gobierno humano, Él ha estado buscando a personas que estén dispuestas a usar su libre albedrío para servir a Dios.

En su libro La Ciudad de Dios, Agustín, un teólogo del siglo V, arguyó que Dios no era el responsable de que existiese el mal, sino el hombre. Escribió: "Dios, el autor de las cualidades humanas, y no de los vicios, creó al hombre recto; pero el hombre, habiéndose hecho corrupto de su propia voluntad y habiendo sido condenado justamente, engendró hijos corruptos y condenados [...]. Por consiguiente, del mal uso del libre albedrío se originó todo el proceso del mal".

El mal uso del libre albedrío puede explicar mucho, o la mayor parte del mal que ha afligido a la humanidad.

Esta pudiera ser una razón, pero no es una razón conclusiva que hay que 'vender'. En realidad, la Biblia no explica con detenimiento las razones que llevan a Dios a seguir permitiendo la maldad y la iniquidad, pero el hecho de que haya rodeado la vida del ser humano de múltiples facetas que hacen agradable nuestra estancia en esta tierra es más que razón para pensar que tiene que tener muy grandes y buenas razones para que la siga permitiendo.

Un comentario de un ex-testigo de Jehová en respuesta a esta cuestión, me ha hecho meditar. Él dice:

"Yo creo que esta pregunta nos atormenta a todos los seres humanos. Yo voy a indicarte mi sentir. Veo calamidades, injusticias y sufrimiento, y llego a la conclusión de que no lo entiendo. Siento una gran tristeza en mi corazón. Tengo como opción prescindir de la idea de Dios. Si, además prescindo de TODA explicación bíblica, todavía me siento más triste y confundido. Por otro lado, en mi vivir diario me encuentro con aspectos muy agradables de la existencia que llenan mi corazón de gozo: una creación "a todo color" que me hace tener una multitud de sensaciones que me indican que algo maravilloso lo conserva y lo permite. Entonces me hago la pregunta: si culpo a Dios por permitir la maldad, ¿a quien hago responsable por las cosas hermosas? Es aquí cuando llego a la conclusión de que TIENEN QUE HABER MUY BUENAS RAZONES. Este es mi sentir como simple razonamiento subjetivo mío.

Por otro lado la Biblia "me echa un cable," o por lo menos me alivia cuando reconoce:

"Porque la creación fue sujetada a futilidad, no de su propia voluntad, sino por aquel que la sujetó, sobre la base de la esperanza de que la creación misma también será libertada de la esclavitud a la corrupción y tendrá la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Porque sabemos que toda la creación sigue gimiendo juntamente y estando en dolor juntamente hasta ahora. No solo eso, sino que también nosotros mismos los que tenemos las primicias, a saber, el espíritu, sí, nosotros mismos gemimos en nuestro interior, mientras aguardamos con intenso anhelo la adopción como hijos, el ser puestos en libertad de nuestros cuerpos por rescate". (Romanos 8:20-23).

Yo reconozco que estas palabras y otras parecidas en la Biblia no lo explican todo. Pero a mi me dan esperanza. Personalmente no puedo concebir esta existencia como una simple casualidad caprichosa. Percibo en mi fuero interior, que todo tiene que tener un propósito si es que Dios lo permite. Por qué lo permite no lo sé y a veces no lo entiendo y me "enfado" con Él, pero no creo que Él, como Padre amoroso se enfade conmigo por dudar, por preguntar. Muchos hombres justos no lo entendían todo. Abrahán salió de Ur sin entenderlo todo, pero se fió de Dios. A veces le preguntaba cosas que no entendía: "Señor, ¿vas a destruir al justo junto al inicuo? (en el caso de Sodoma) y por preguntar o por no entender, Dios no lo apartó de su rostro. Creo que como tú muy bien dices, solo es cuestión de seguir confiando en Él."

¿Hay implicada una cuestión universal?

Por muchos años, hemos llegado a creer y pensar que la Sociedad Watch Tower lo sabía todo, lo comprendía todo, y tenía respuestas para casi cada pregunta. Nos acostumbraron a darnos 'papilla' de niño pequeño, sin necesidad de tener que masticar individualmente cada porción de la Palabra de Dios, y cuando teníamos dudas, o preguntas, o incertidumbre sobre cual era el mejor modo de actuar, acudiamos a sus libros y revistas, en donde encontrábamos todo o casi todo: si debíamos aceptar que le pusieran una transfusión a nuestro perro, o si le podíamos dar de comer comida que tuviera componentes de sangre, si hacíamos bien o mal el amor colocándonos en tal o cual postura, si era adecuado aceptar un trasplante de un órgano, si Dios veía correcto la inseminación artificial, etc, etc.

Y es que la Watch Tower, desde que cayó en manos de J.F. Rutherford, se lanzó desenfrenadamente en vender recetas para todo, y en dar explicaciones sin más, sin calcular objetivamente el riesgo. Sus dirigentes, amparados y escondidos en la estructura organizativa, se convirtieron en hombres temerarios que se veían en la obligación y con la sabiduría suficiente, para dar respuesta y consejos de casi todo.

Ante tanta sapiencia con fecha de caducidad, pues a los tres, cinco, diez o más años, modificaban la norma y todo se venía abajo, no es extraño que muchos miembros que han pertenecido a los testigos de Jehová se cuestionen seriamente, las razones que se han expuesto en diversas ocasiones sobre los motivos que llevan a Dios a seguir permitiendo que la iniquidad, las desgracias y las catastrofes sigan campando a sus anchas por este mundo.

Y como muestra, un 'botón'. Ellos afirman que "en Edén surgió una cuestión decisiva: ¿Tiene Dios el derecho de gobernar al hombre? Y, ¿es Su modo de hacerlo el mejor o puede el hombre gobernarse solo con éxito? La única manera justa de resolver esa cuestión de forma definitiva era permitir que el hombre se gobernase solo. La historia ha respondido a la cuestión de una manera terrible. Los espantosos resultados de la gobernación humana se ven por doquier: un mundo donde mueren muchos niños inocentes, entre un sinfín de otros males. Seis mil años de gobernación humana han demostrado al menos lo siguiente: La idea de que el hombre puede gobernarse solo, sin la ayuda de Dios, no es meramente un sueño frustrado, es una gran mentira. Mientras el hombre se gobierne sin contar con Dios, vivirá y morirá sufriendo.

Jehová, un Dios justo y amoroso tiene una opción mejor. Tal como un padre permitiría que un hijo amado se sometiera a una operación dolorosa para que en el futuro gozara de salud y felicidad, Dios ha permitido, por el futuro eterno del hombre, que este experimente la amargura del autogobierno. Y tal como el dolor de una operación no dura siempre, la gobernación humana y sus injusticias tampoco serán eternas, pronto terminarán." (Estas declaraciones las he recogido literalmente de una publicación de la Watch Tower).

No aclaran en dónde aparece explícita o implícitamente esa cuestión universal que según ellos, se hizo surgir en Edén: quiénes son los afectados, quiénes son los que dudan de la soberanía de Dios, quiénes son los que exigen respuestas a Dios, y por qué Dios tiene que dar razones de su soberania o modos de actuar a seres creados por él, e inferiores a él, es decir, por qué tiene que justificarse Dios ante los demás.

Tampoco explican el por qué se utiliza a los hombres, como 'conejillos de indias' en este experimento universal. Dan por sentado que tal cuestión universal surgió en ese momento, y no aclaran el porqué "la única manera justa de resolver esa cuestión de forma definitiva era permitir que el hombre se gobernase solo", pues fuerzan a Dios a actuar de una única forma, 'de la única manera justa', la que ellos determinan.

Y por supuesto, tampoco aclaran qué quieren decir con aquello de "la historia ha respondido a la cuestión de una manera terrible", y lo relacionan con la muerte de muchos niños inocentes. ¿Es esta la manera de responder la historia a esta cuestión, matando niños inocentes que nada tienen que ver con aquella primera 'cuestión universal' planteada en Edén, y que evidentemente nada aprenden con su muerte, si no se les da oportunidad de crecer y reflexionar sobre lo que ocurre? ¿Que clase de Dios nos están pintando? ¿Necesita Dios, necesitan los ángeles, necesitan los hombres, toda esta clase de muertes terribles, para llegar a entender una 'cuestión universal'? ¿Entendieron nuestros padres, entendieron nuestro abuelos, entienden los afectados por el 'Mitch' que todos los sufrimientos que han padecido y padecen suceden porque hay una gran 'cuestión universal' que está pendiente de resolver? Y si no la han entendido ni la entienden ¿de qué les sirve padecerla y sufrirla? Un niño puede sufrir una operación dolorosa, pero él mismo experimenta el dolor, y él mismo experimenta la salud. Entiende que su dolor tuvo que ver con su estado actual. La humanidad lleva ¿6 mil años? experimentando el dolor, sin que relacione el mismo con 'una cuestión universal'. ¿De qué les sirve sufrir si no saben por qué ni para qué?

Con esto no quiero desestabilizar las creencias y fe de nadie en estas razones expuestas por los testigos de Jehová, pues si para alguien, tales respuestas satisfacen su necesidad de saber, y si con dichas respuestas queda completamente satisfecho, no es necesario ir más alla. Lo que si quiero hacer ver es que tales respuestas son suficiéntemente válidas para quien acepta los esquemas y estructuras doctrinales y de futuro de los testigos, pero no a quién ha pertenecido a sus filas, y después descubre el gran fraude.

Los que hemos pertenecido al colectivo hemos bajado los piés del aire, tocamos tierra, y sabemos que las cosas no son tan simples y tan 'mágicas' como nos las han querido contar. Otro ex-testigo ha dicho:

Hay una cosa que es la fe. La fe en el Creador y en su Palabra. Eso no quiere decir que la entendamos a cabalidad, pero considerándola mantenemos la esperanza. ¿Los detalles de la personalidad de Dios? En cuanto a cualidades no hay duda. En cuanto a su esencia y personalidad escapa por mucho de nuestra inteligencia. De su propósito para nosotros, sabemos que es bueno, ignoramos los detalles. Incluso en cuanto a nuestra propia naturaleza, sabemos más o menos cómo somos ahora, pero no exactamente cómo vamos a ser (1 Corintios 15).
¿Por qué permite Dios lo malo entre la humanidad? Yo no lo sé con exactitud, porque la Biblia no trata este tema directamente, que yo sepa. Me doy mis explicaciones, pero no se las "vendo" a nadie. El día que lleguemos a entender todo el alcance del valor intrínseco de la libertad, quizá podamos entender algo de todo eso. También, tal vez, el día en que Dios "compense" con creces los resultados negativos que ahora observamos y que nuestra mente rechaza actualmente, es posible que lo lleguemos a entender. Esta manera de ver las cosas no tiene valor que pueda considerarse "objetivo" y cualquiera puede tacharla de mero subjetivismo y mecanismo de defensa. Yo no encuentro argumento para rebatir esa réplica.
Pero la naturaleza humana está constituída en parte así.

Así pues, las respuestas deben llegarnos, no por la explicación super-sabia que un colectivo o grupo determine o discierna, sino porque nuestro crecimiento hacia Dios nos revele las cualidades maravillosas de él, la realidad de que con él 'no hay giro de la sombra', y la fe de que llegará el día de que él 'compense' con creces los resultados que ahora observamos.

A pesar de todo lo explicado en este artículo, persiste un cierto grado de inseguridad ante muchos interrogantes. Aquella persona afectada por una enfermedad, aquellos padres que pierden a su hijo en un tonto accidente, aquella familia que quedó destrozada por un huracán o terremoto, etc., se preguntan por qué, y se seguirán preguntando por qué en muchos momentos de su vida.

Y es cierto que tal vez una respuesta racionalista no traiga verdadero consuelo para los que sufren. De hecho, Hans Küng afirmó que una argumentación racional de la existencia del sufrimiento no supone para el que sufre "una ayuda mayor que para el hambriento una conferencia sobre química alimentaria". Y aunque es bueno saber que Dios no provoca tales males, persiste un factor desconcertante que en muchos casos se disipa con el tiempo, pero que en otros perdura por años.

Pero es que el ejercicio de la libertad, al ser un acto personal e intransferible, carece de algunos elementos de los que se apropian los colectivos y grupos: la radicalidad, el dogmatismo, el autoritarismo...

Por eso, tal vez estos argumentos no sean suficientes para muchos, sobre todo, si buscaban en ellos, la respuesta absoluta y total a esta cuestión, pero hacemos nuestras las palabras citadas anteriormente, que afirmaban: "El día que lleguemos a entender todo el alcance del valor intrínseco de la libertad, quizá podamos entender algo de todo eso", y confiamos que éste foro de discusión que es Internet, y que los argumentos arriba señalados sean los cimientos de ese entendimiento de la libertad que nos abran nuestros ojos a la plenitud de la vida que Dios nos ha prometido.