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EL FIN DEL MUNDO. . . UN NEGOCIO EN DECADENCIA.
Sin embargo, el anhelo y expectativa creó la especulación. Aquellos primeros cristianos deseaban que Jesús regresara rápidamente, o al menos durante sus vidas. Las generaciones que le siguieron mantuvieron este deseo, y especularon una y otra vez con la posibilidad de la inminencia de tal venida. De hecho, los intentos para "descifrar" las "señales" que Jesús supuestamente mencionó en Mateo 24 o que se hallaban "encerradas" en el libro del Apocalipsis, se han sucedido prácticamente desde que estas se dieron y se escribieron. Entusiastas religiosos han creado elaborados esquemas de la "profecía" cumplida, y aún han fijado fechas de cuándo ocurrirá «el fin del mundo» basados en su interpretación de estas "señales". A mediados del segundo siglo, un cristiano recién bautizado Montanus, dijo a sus seguidores que la Iglesia había entrado en los «últimos días» y que el fin del mundo era inminente. Montanus y sus seguidores captaron la imaginación popular, y sus ideas se extendieron a lo largo del mundo romano. Gregorio I, papa de 590 a 604 E.C. dijo en una carta dirigida a cierto monarca: 'También deseamos que su Majestad sepa, según hemos aprendido de las palabras del Dios Todopoderoso en las Santas Escrituras, que el fin del mundo actual ya está cerca y que el perdurable Reino de los Santos se aproxima.' Al acercarse el año 1000, en toda Europa se creó una psicosis colectiva. Basándose en las palabras de Apocalipsis sobre el milenio, esperaban que con la conclusión del siglo todo terminaría. Por casualidad, en aquellos años ocurrieron una serie de eventos que, confirmaban las señales apocalípticas del fin. En el año 1033, al cumplirse un milenio exacto de la muerte de Cristo, cundió de nuevo el pavor entre los habitantes de la región francesa de Borgoña, pues se había predicho que el mundo se acabaría para entonces. Una insólita serie de tormentas devastadoras y una grave hambruna acrecentaron el temor de que algo terrible sucedería. Grandes multitudes se dedicaron a la penitencia. La actividad artístico cultural de los monasterios europeos se paralizó casi del todo, y nota curiosa, ¡según el libro Astrology and Prediction, de Eric Russell: "Durante la segunda mitad del siglo X, la fórmula: 'En vista de que se acerca el fin del mundo' era habitual en los testamentos!" Martín Lutero predijo que el fin era inminente. Alguien afirmó que él dijo: 'En lo que a mí respecta, estoy seguro de que el día del Juicio está a la vuelta de la esquina.' Otro escritor dijo: "Lutero pudo anunciar la cercanía del cataclismo final estableciendo la correlación entre los acontecimientos históricos y las profecías bíblicas." Respecto a uno de los primeros grupos bautistas se dice: 'Los anabaptistas de principio del siglo XVI creían que el Milenio empezaría en 1533.' Edwin Sandys (1519-1588), arzobispo de York y primado de Inglaterra dijo que: 'podemos estar seguros de que ésta venida del Señor está cerca.' Este fatalismo apocalíptico, ha predominado en la conciencia de la humanidad, como una manera de soslayar la penuria, la impotencia y la futilidad a la que está sometida desde los albores. Muchos estudiosos de la Biblia consideran que, después de todo, Cristo dijo que volvería en una época de crisis, para rescatar a sus discípulos perseguidos y a sanar a un mundo herido, y que los períodos que hemos señalado, coincidían con las aparentes profecías que hacían pensar en la inminencia del fin. Así pues, sus expectativas parece que estaban siendo respaldadas por los acontecimientos sociales. Han pasado casi dos mil años y el mundo está todavía en crisis. Y Jesús no ha vuelto todavía. En términos de guerra, terremotos, hambres, enfermedades, derramamiento de sangre y persecución, va a concluir el peor de los siglos. Muchos estudiosos de la actualidad han llegado a relacionar los hechos y acontecimientos que nos rodean, con la profecía bíblica para anunciar a los cuatro vientos de la proximidad del fin del mundo o "sistema de cosas". Algunos han hecho predicciones espectaculares del fin del mundo para llamar la atención sobre sí. Otros están sinceramente convencidos de que sus proclamaciones son verdaderas, pero en su afán por transmitir su expectación anhelante, han manipulado y torcido el entendimiento de ciertas palabras recogidas en la Biblia o en libros religiosos, y han 'interpretado' dichas palabras, estableciendo la correlación entre los acontecimientos históricos y las profecías bíblicas, tal como hizo Lutero, para crear la expectativa e incentivar a los creyentes a un proceder o actividad que da la apariencia de cierta devoción piadosa. Los testigos de Jehová llevan 125 años haciendo pronósticos de esta índole, incluso asociando los mismos a fechas, ‘generaciones’, acontecimientos mundiales, y inculcando un espíritu de urgencia que motive a sus simpatizantes y adeptos a una actividad urgente y sin descanso. De hecho, dos hechos recientes muestran que siguen utilizando la "estrategia" de pastorcillo de la fábula, que para crear un poco de emoción, se puso a gritar: "¡Que viene el lobo! ¡Que viene el lobo!", sin haber lobo alguno. 1º) En la hoja de Nuestro Ministerio del Reino de Septiembre de 2000, nuevamente, para hacerles ver a los adeptos la grave responsabilidad que recae en sus manos si no se conciencian en llevar las "buenas nuevas" a sus parientes, vecinos, compañeros de trabajo o escuela y conocidos no creyentes, y contestando a la pregunta ¿Por qué tanta urgencia?, afirman:
2º) En el mes de Octubre de 2000, han comenzado la distribución de un tratado que denominan eufemísticamente Noticias del Reinoal que han titulado: «El Nuevo Milenio... ¿Qué nos deparará el futuro?», en el que vuelven a utilizar dicha "estrategia", aunque esta vez de manera más recatada.
El caso es, que siempre añaden un carácter melodramático e infame a su mensaje, pues presentan ante los ojos de sus adeptos a un Dios que puede ser injusto con los seres humanos por culpa de ellos. Es decir, Dios puede aniquilar a parientes, vecinos, compañeros de trabajo o escuela y conocidos no creyentes, independientemente de cómo sean como personas, independientemente de sus creencias, si no responden a las "buenas nuevas" que ellos exclusivamente proclaman, y si estos no se hacen testigos de Jehová [si no huyen "al lugar de refugio divino"]. Y ponen en manos de sus adeptos la responsabilidad de «afanarse con celo» en esta labor, pues de otro modo, Dios, no solo cometerá una injusticia aniquilando a todos aquellos a los que no se avisa, sino que además los aniquilará a ellos. Tales frases y tales ideas, que han sido incluidas en una consideración bíblica de la que se nutre una de sus reuniones, [‘alimento a su debido tiempo’] han indignado a muchas personas equilibradas y amorosas, y ha llevado a decir a un anterior testigo de Jehová: «El que se amenace con la ANIQUILACIÓN a quien no escuche a los testigos o a quien no predique sus creencias es sencillamente inmoral, sobre todo teniendo en cuenta que ningún hombre ni "cuerpo gobernante" de hombres pueden saber si Jesucristo ha decidido volver pronto o no. Tanto los testigos de Jehová como cualquier otro grupo que afirme ser "profeta de Dios", deberían reflexionar en si están realmente autorizados para alzarse como jueces de la humanidad, sin reconocer abiertamente que el único juez del mundo es Dios y que solo Él juzgará» Otro testigo de Jehová activo, ha razonado: «Cuando mi hijita me pregunta -«Papá, ¿cuándo viene mamá?»- si yo le digo -«viene pronto»- la niña espera que sea pronto, no que llegue la noche y no aparezca, y la mañana y siga sin aparecer... Bueno, que tengan buena campaña de prensa con las noticias de su reino. Yo no pienso dar ni uno». El caso es, que ésta llamada de atención a «parientes, vecinos, compañeros de trabajo o escuela y conocidos no creyentes», que siguen proclamando con tanto fervor y vehemencia, ha sufrido numerosas modificaciones y "revisiones" en los pasados 125 años, al no suceder lo que se predijo en su momento, por lo que una persona que estudie detenidamente el mensaje de "buenas nuevas" que los Testigos proclaman como "verdad", tendría grandes dificultades para reconocer y aceptar "intelectualmente" el «lugar de refugio divino» que ellos anuncian. Interpretando los hechos y acontecimientos de las últimas décadas del siglo XIX, los testigos de Jehová profetizaron el fin del mundo o «fin de sistema de cosas» para Octubre de 1914. Cuando no ocurrió, reinterpretaron la profecía bíblica, y alargaron dicho final para 1918 y después para 1925. Llegó la fecha sin suceder nada, por lo que comenzaron a enseñar que 1914 no era el final sino el principio del fin, y que Cristo sí vino en tal fecha pero invisiblemente. Posteriormente fueron alargando dicha fecha hasta llegar a 1975, momento en el que ellos afirmaban, el ser humano cumplía 6.000 años de existencia sobre la tierra. El cumpleaños lo celebraron con un nuevo fracaso, desilusión entre sus filas, y nueva "revisión" y reinterpretación de las Santas Escrituras, que consistía esta vez en recalcar que «la generación que contempló lo sucedido en 1914 vería el fin del sistema». Si este se retrasaba, la táctica estaba en alargar la mencionada generación y recortar los extremos, es decir, acercar el principio de la misma a la fecha de inicio lo máximo posible. Finalmente, en 1995 desecharon la interpretación y comenzaron la ardua tarea de reinterpretar la profecía, trasladando la mayoría de las cosas que afirman se cumplieron en 1914, al futuro inmediato. Los últimos coletazos los han dado en el Ministerio arriba señalado, y en el tratado que distribuyen. Y es que su obsesión por ver el fin tras todo acontecimiento de nuestros días, y su empeño por anunciarlo a los cuatro vientos, raya en la enfermedad. ¿Qué ocurre con la venida de Cristo? ¿Es inminente tal venida? ¿Hay alguna manera de saberlo? ¿Por qué las generaciones de todos los tiempos han creído en dicha inminencia, hasta el grado de regular su vida por tal creencia? ¿No será que esos «profetas», en su entusiasmo por ver el retorno de Jesús, interpretan mal la "señal" y han comenzado la cuenta atrás antes de que Dios esté listo? ¿O es porque cometen un error más fundamental aún? ¿Y qué sucede si Mateo 24 no está diseñado para darnos un calendario de acontecimientos y una serie de "señales" de la proximidad del fin, que se suponen deben ocurrir desde una fecha concreta, y en momentos y en formas específicas? Finalmente, ¿cómo han jugado los avispados con el candor y la sinceridad de muchos para hacer de tal venida un negocio? ¿Qué señal dio realmente Jesús? Curiosamente, cuando Jesús se separó de sus discípulos, uno de los últimos mensajes que les dejó fue: "No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad; pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra". (Hechos 1:7, 8) Así que nada de estar mirando al cielo esperando que regrese, nada de estar especulando o investigando sobre «los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad», nada de estar leyendo en los periódicos, buscando claves para descifrar nuestro tiempo, (práctica que tiene atrapados a millones de personas de muchos diferentes grupos religiosos, en la búsqueda de las malas noticias en los informativos de TV ó en los periódicos, con objeto de dar respaldo a las pruebas que garantizan la cercanía del fin). ¡Al contrario! Los discípulos actuales de Jesús tienen la responsabilidad de vivir su cristianismo de manera responsable, siendo «testigos» de él, de la salvación que este les ha traído, del amor de Dios manifestado en él, y de la esperanza de una vida mejor, presente y futura, apegándose al cobijo de Dios. Nada de quejarse, «Mi señor tarda en venir», pues el discípulo de Jesús no anda entretenido mirando el reloj, sino en servir a los demás de sus «dones», como un «siervo fiel y prudente». (Mateo 24:45-48) Entonces, ¿para qué mencionó Jesús las guerras, las hambres, los terremotos, las pestes, las persecuciones, los falsos profetas y el aumento de la maldad? ¿Debían entenderse todos estos acontecimientos como señales claras que identificarían su regreso y el fin de la edad? ¿O, por el contrario, estaba en realidad Jesús advirtiendo a sus discípulos que no se dejasen confundir por esos acontecimientos?. En el libro La Señal de los Últimos Días ¿Cuándo? de Carl Olof Jonson, se hacen las esclarecedoras declaraciones:
En el libro Testigos de Jehová... La Especulación del Futuro, de José Martín Pérez, se llega a la misma conclusión:
¿Por qué no revisan pues, sus doctrinas, sobre lo que verdaderamente quiso decir Jesús? ¿Por qué no aceptan como mínimo, la posibilidad de una interpretación diferente? ¿Por qué siguen obsesionados en crear expectativas sobre la inminencia del fin, con claves inconexas, que solo hunden en la tristeza a millones de personas cuando la fecha especulativa falla? ¿Será que llevan un segundo objetivo al mantener un «espíritu de urgencia» en sus adeptos? Un negocio en decadencia Evidentemente las creencias son libres y deben circular en libertad. Cualquier grupo religioso tiene derecho de creer lo que desee, aunque para una gran mayoría tal creencia resulte ridícula, carente de espiritualidad o inútil. La creencia en la inminencia del «fin del mundo» es una creencia válida que se ha convertido en un instrumento de consuelo para muchos, pero que al tiempo tienen un doble filo: los grupos religiosos minoritarios han utilizado esta fascinante enseñanza para captar adeptos, y moverlos a una determinada actividad. Invariablemente ha tenido que ver con la "utilización" del creyente, como vendedor o distribuidor de libros, revistas y folletos, que de rebote ha repercutido en una aumento en los ingresos económicos del grupo, en sus bienes, y en el número de nuevos adeptos. Esto ha llevado a que el grupo se haya convertido en una gran empresa, que se rige principalmente por principios comerciales. Es decir, el «fin del mundo» ha resultado ser un "negocio" lucrativo para muchos de estos grupos, que sin apenas escrúpulos, han movido a sus simpatizantes a actividades desenfrenadas, sacrificios innecesarios y en algunos casos, sufrimientos, que han repercutido económicamente en beneficio del grupo.
Digo sin escrúpulos, pues el colectivo de dirigentes que "instrumentalizan" al adepto, mientras este se deja la piel en captar simpatizantes y en vender, por lo general, actúan como si no se creyeran lo que predican. Mientras desaniman a sus miembros a estudiar carreras, invertir en este mundo, ellos planean proyectos de años, en edificar, comprar, vender. Durante los últimos años han comprado manzanas enteras, edificios y hoteles que después han remodelado para ensanchar la sede central. Inauguraciones recientes de un Centro Educativo en Patterson son un claro símbolo del uso de sus recursos. ¿Se imagina alguien a Jesucristo inaugurando dicho centro, o centralizando su labor de discipulado en grandes y lujosos edificios de apartamentos? Por ejemplo: los testigos de Jehová llevan muchos años diciendo de la proximidad del fin, de su inminencia, con frases como «está a las puertas», está «muy cerca», va a venir «pronto» (el tratado que distribuyen es buena seña). Hablan del «fin cercano», de la «parte final de los día», etc. En sus publicaciones, la expresión «muy cerca» aplicada a la proximidad del fin, se distribuye generosamente. Hace 50 años, el fin estaba «muy cerca», hace 30 lo mismo, y hace unos meses, también. Como muestra un botón. En 1970 dijeron: «Usted examinará evidencia que demuestra que el fin de este sistema inicuo está muy cerca». (La Atalaya del 1 de marzo de 1970, pág. 136). En 1997 siguen diciendo: «Tanto la luz de la profecía bíblica, cada vez más clara, como la anarquía de este mundo agonizante, indican sin lugar a dudas que el fin del sistema de Satanás está muy, muy cerca». (La Atalaya del 1 de enero de 1997, pág. 11). Su razonar es el siguiente: (Vea La Atalaya del 1 de octubre de 1972, pág. 596).
Y lo ilustran:
Y es que para ellos, el tiempo que queda es reducido, está ‘acortado’. Muy pronto, Dios va a destruir este sistema de cosas y lo va a sustituir por otro. Hace 50, hace 30, hace 10 años, siempre han repetido con intensidad lo mismo: 'que viene el lobo', 'que viene el lobo'. Leyendo una de sus muchas advertencias, es como si hubiéramos leído todas la que han publicado en el pasado siglo:
¿Qué ocurre con esto? Pues crean el "caldo de cultivo" adecuado para planificar una carga o responsabilidad moral sobre sus miembros, y exigir determinado comportamiento, o una mayor involucración en la actividad que les sirve a ellos para «negociar» los "intereses del reino". Sin embargo, ellos mismos actúan como si ese fin no fuera a venir. Es más, como si no lo creyeran. En más de una ocasión han hablado de los «recursos de las naciones» en sus proyectos. ¡Y bien que los acaparan y los utilizan! Una visita a la Central de los Testigos de Jehová en Brooklyn o a algunas de las sucursales en más de cien países, es suficiente para saber de qué estamos hablando. Un repaso a su sistema de solicitar contribuciones voluntarias, principalmente a sus miembros, con discursos continuos, con artículos constantes, con experiencias de niños que sensibilizan a los mayores, (vea un ejemplo en La Atalaya del 1 de noviembre de 2000, pág. 29), nos pueden dar una idea de lo que decimos. Por ejemplo el cuadro que anexamos a este artículo, con ligeras variaciones, se repite todos los años desde 1992 en su revista La Atalaya. En él se recuerda la responsabilidad y privilegio de contribuir a la Sociedad Watch Tower, y las diversas formas de hacerlo. Contribuir a la Sociedad Watch Tower es como si contribuyéramos a Jehová. Él se complace en dichas contribuciones y nos recompensará ricamente. ¡Qué felices estaremos todos cuando, ya en el nuevo mundo de justicia, reflexionemos sobre el pasado y digamos: ‘Hicimos cuanto estaba en nuestra mano en la obra final de recolección’! ¾ dicen con énfasis. Y esto se repite año tras año, con fuertes y vigorosas exhortaciones. ¡Gracias a Dios el «negocio del fin del mundo» está en decadencia! Los testigos de Jehová, al igual que otros grupos religiosos, ya no asustan tanto con sus tenebrosos pronósticos del futuro. La cultura religiosa sigue siendo el talón de Aquiles de nuestra sociedad, empero la cultura del ser humano en general aumenta y también la economía de muchos países mejora. Los medios de comunicación informan con prontitud de lo que sucede a nuestro alrededor, y la gran mayoría de los seres humanos tienen acceso a ellos para estar informados. Esto lleva a que se cuestionen con rapidez las pretensiones "salvadoras" de algunos "iluminados" que van por la vida repartiendo la vida eterna en porciones. No es extraño que los informes que nos llegan de la mayoría de las sectas sean desfavorables a ellas. Los testigos de Jehová disminuyen en países más adelantados, y progresan en los menos desarrollados, al igual que otros grupos minoritarios religiosos. ¿Han tocado techo? No sabemos. Lo que sí podemos constatar es que baja su asistencia a las reuniones, baja su número de precursores en países tan emblemáticos como EE.UU, Japón, etc, baja su distribución de revistas y libros, bajan sus contribuciones y recursos. . . No es extraño que pronto se vean forzados a cerrar algunos Salones del Reino o algunas sucursales. Todavía hay mucho que andar en la defensa de las libertades personales. La religión es un terreno en el que todavía campan a sus anchas desaprensivos, iluminados, gurus y tocados por la mano divina, que en el nombre de Dios y para Dios, captan a inocentes y sinceras personas, en un afán de «salvarlas» de la aniquilación mundial que "pronto" sobrevendrá sobre la tierra. Lo curioso es que para recibir esa «salvación», siempre hay que aceptar la mediación de ellos, su posición privilegiada, su «sacerdocio». Esperamos que la reflexión de unos, lleve a abrir los ojos a los demás, y que se den cuenta que la 'verdad' nos es un conjunto de doctrinas y conceptos establecidos por unos 'iluminados' de la vida. que no necesitamos que nadie nos dicte, que nadie nos guíe, que nadie nos diga lo que es correcto y lo icorrecto, que nadie nos marque nuestras creencias, nuestras ilusiones, nuestro futuro, nuestros objetivos en la vida, que la 'verdad' están nosotros mismos, en nuestra fortaleza interior. en nuestro reconocer los límites con los que nacimos y crecemos, que la vida es una y nada más, y que hay que vivirla a plenitud, y que los únicos límites que tenemos que tener, deben marcarlos el repeto, la dignidad y el amor a nuestros allegados, a nuestro prójimo. ¡Ese es el 'camino', esa es la 'verdad' y esa es la 'vida' que debemos afrontar en este mundo, para ser feliz! © José Martín Pérez
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