LA ATALAYA

1 de Diciembre de 1.998



Testigos de Jehová... El derecho de elegir

"El personaje más ilustre del universo favorece el principio de la elección informada".

¿Y los Testigos de Jehová? ¿Favorecen ese 'principio de elección informada'? ¿Permiten a los componentes de su grupo que, después de informarse de lo que dice la Biblia con relación a la sangre, ante ciertos tratamientos médicos que envuelven su uso, puedan elegir libremente si aceptarlos o no? ¿Imitan en este caso al 'personaje más ilustre del universo'? ¿O asumen ellos el papel de Dios, ordenando sumisión ante unas normas e interpretación determinadas por unos pocos, y exigen responsabilidades y juzgan a todo aquel que elige actuar de forma diferente a cómo ellos determinan que se debe interpretar esos textos bíblico?

¿Qué medidas adoptan contra aquella persona que en libertad, y después de informarse de los pros y los contras que conlleva la aceptación de una transfusión de sangre, decide aceptar tal tratamiento porque considera que la Biblia no prohibe las transfusiones de sangre sino el "comer" de ella, y entiende que trasfundir sangre a sus venas no es "comer" o "nutrir" su cuerpo, sino meramente trasplantar un órgano fluído que ha perdido por alguna razón?

Finalmente, y después de una intensa polémica provocada por el Acuerdo firmado por los Testigos de Jehová con el Gobierno de Bulgaria, ante la Comisión Europea de Derechos Humanos, en el que el Gobierno búlgaro 'accedió a introducir en su legislación, a la mayor brevedad posible, un modo de servicio civil alternativo al militar, para los objetores de conciencia, y registrar a los testigos de Jehová como religión, la Sociedad Watch Tower se comprometió a expedir un comunicado, con respecto a su posición acerca de las transfusiones de sangre, que incluya en sus estatutos el que sus miembros deben tener libre elección en este asunto para sí mismos y para sus hijos, sin que se ejerza ningún tipo de control o sanción por parte de la Asociación', los testigos de Jehová se han pronunciado en su revista oficial sobre la posición adoptada después de tal acuerdo.

En vez de expedir ese comunicado al que se comprometieron, en el que reconozcan sus errores de interpretación, y su injusta imposición de una norma que ha llevado a la muerte a más de 40.000 personal por toda la tierra desde que tal norma se convirtió en norma de ley, los Testigos durante los pasados meses, han ido banvoleantes tratando de dar con los términos exactos que dieran a entender cuál era su posición atual, que por supuesto en nada difería de la que tenían antes de firmar ese Acuerdo amistoso con el Gobierno de Bulgaria.

Finalmente encontraron esos términos, y en una carta dirigida a las congregaciones españolas, reconocieron: "El pasado 9 de marzo de 1.998 la Comisión Europea de Derechos Humanos aprobó un acuerdo amistoso entre la Asociación Nacional de Testigos de Jehová de Bulgaria y la República de Bulgaria. Los términos del acuerdo establecen que el gobierno búlgaro reconoce a los Testigos de Jehová como confesión religiosa y crea un servicio civil alternativo al militar al que pueda acogerse el testigo de Jehová que así lo desee."

¿Cual fué la contrapartida? Aunque en esa carta se dió a entender que en contrapartida, "los Testigos de Jehová retiron las demanda interpuesta ante la Comisión Europea el 21 de septiembre de 1995, por violación del derecho a la libertad de culto, y trato discriminatorio por razones religiosas, hechos ocurridos por esas fechas en Bulgaria", como si eso fuera todo el compromiso por parte de los Testigos, en el Acuerdo que se firmó ante la Comisión Europea de Derechos Humanos, se afirma "que los Testigos de Jehová deciden libre y personalmente si aceptan o rechazan una transfusión de sangre y que, si alguno aceptara una transfusión de sangre, no se le sancionaría o expulsaría por ello". (Lo entrecomillado son frases literales de lo leído en las congregaciones).

Evidentemente, los dirigentes de Brooklyn, no esperaban que éste Acuerdo Amistoso tuviera la repercusión y la publicidad que ha tenido, y que unos pocos "apóstatas", con información veraz y contrastada, tuvieran el poder de 'obligar' a la Sociedad y a sus "portavoces" oficiales a trabajar a destajo tratando de achicar agua en el barco vacilante e inestable en que se ha convertido la organización, otrora madre protectora de los desamparados y descarriados del mundo.

Y helos ahí, dando explicaciones por carta, o apareciendo directamente en los medios de comunicación, para 'explicar' lo inexplicable: conciliar las leyes de prohibición y expulsión que aparecen en sus publicaciones, con la libertad aparente con que iban a actuar de ahí en adelante con los ciudadanos búlgaros que profesaran su religión. Algunos hermanos, ¡hasta habían pensado viajar a Bulgaria, ponerse la transfusión y volver a su país tan campantes!

Era muy fuerte lo firmado ante la Comisión Europea de Derechos Humanos, especialmente por la responsabilidad implicada en la norma que habían mantenido en vigor. Seguramente, planeaban hacer lo que han hecho en otras ocasiones cuando han ganado juicios en los Tribunales: han dado mucha publicidad a ello, y han afirmado que se está construyendo un muro de protección a los derechos, no sólo de los Testigos, sino de todos los seres humanos; y cuando han perdido o han violado principios éticos que ellos exigen a sus seguidores, ocultan o ignoran tal resolución para evitar tener que dar explicaciones comprometedoras a los mismos.

El caso que nos ocupa ahora, recogido en La Atalaya del 15 de diciembre de 1998, págs. 26-29, tiene que ver con la Sentencia dictada por el Tribunal Superior de Tokio, el 9 de febrero de 1998, y que los Testigos celebran como histórica, pues consideran que éste tribunal ha dado un 'Fallo a favor del derecho a elegir'.

En ella, se recogen las palabras que encabezan este artículo, y se alaba al juez Takeo Inada, presidente del dicho Tribunal, que desde el principio, y para sorpresa de todos, explicó claramente el derrotero que el tribunal deseaba seguir. Dijo sin rodeos que el tribunal de apelaciones no concordaba con el razonamiento del tribunal inferior de que el médico tenía derecho de pasar por alto los deseos del paciente, dando la impresión de que iba a respetarlos, pero estando interiormente decidido a obrar de otra manera.

Por supuesto, este juez no se pronunció sobre lo justo o injusto que puede resultar para una persona, el someterse a una enseñanza o doctrina que fué adoptada por los testigos de Jehová en 1945, e impuesta de modo coercitivo desde 1961. Este juez no sabía en el momento de dictar ese fallo, que Misae Takeda, de 63 años, no había tenido el 'derecho de elegir' que él con su Sentencia estaba defendiendo, que la Sra. Takeda estaba mostrando una "conformidad obligada". Él no sabía que si esta mujer hubiese elegido aceptar la transfusión de sangre, apenas hubiese salido por las puertas del Hospital, habría sido citada por otro "tribunal" y habría sido juzgada como una delincuente de la ley de Dios. Si esta mujer no hubiera mostrado algún síntoma de arrepentimiento, habría sido expulsada ["excomulgada"] de la congregación. Lo que no sabía este juez, es que con este acto de expulsión, Misae Takeda, habría recibido la desaprobación de su "amorosa familia" que "no habrían comprendido ni respetado" el derecho a elegir basado en unas convicciones diferentes de las que los dirigentes de los testigos de Jehová profesan.

Lo que no sabía el Sr. Takeo Inaba, es que los testigos de Jehová consideran "apóstata" a todo aquél que promueve una enseñanza diferente a la que ellos promulgan (aunque unos meses después la cambien, y la adapten al criterio del disidente), y la señora Takeda, corría el riesgo de estar incluida en lo señalado por La Atalaya del 15 de noviembre de 1981, pág. 22, que dijo lo siguiente:

"... si un pariente, como algún padre, o madre, o hijo o hija, ha sido expulsado o se ha desasociado, los vínculos consanguíneos y familiares permanecen en vigor. Entonces, ¿quiere decir eso que cuando a un miembro de la familia se le expulsa todo permanece igual dentro del círculo familiar? Definitivamente no. El expulsado ha sido cortado de la congregación en sentido espiritual; los vínculos espirituales anteriores han sido rotos por completo. Esto es cierto aun respecto a los parientes del expulsado, entre ellos los de su círculo familiar inmediato o cercano. Por eso, los miembros de la familia —aunque reconocen los vínculos familiares— ya no tienen compañerismo espiritual con el expulsado."

Y tambien corría el riesgo de estar incluida en los señalado por La Atalaya del 1 de octubre de 1993, pág. 19 que dijo:

"Los cristianos verdaderos sienten lo mismo que Jehová siente hacia los apóstatas; no les intrigan las ideas apóstatas. Al contrario, les "dan asco" los que se han convertido en enemigos de Dios, pero dejan que Jehová se encargue de ejecutar venganza."

No sabemos como habrían reaccionado todos los componentes del Tribunal Superior de Tokio, al enterarse de las presiones que se egercían sobre la pero cuando uno lee noticias con estos titulares y con estas características, piensa de inmediato que el grupo que respalda tales ideales, es un grupo liberal, tolerante, preocupado por la defensa de los derechos humanos, por la libertad, y por dignidad de las personas, independientemente que concuerden con los ideales de tal grupo o no. Los que hemos pertenecido por muchos años a este grupo sabemos que esto no es así.

Salimos desencantados del grupo, no porque disentiéramos de alguna enseñanza o doctrina particular, sino porque, cuando en un momento de nuestra vida, tratamos de conciliar esas doctrinas bíblicas con las enseñanzas oficiales del grupo, comenzamos a padecer el aparato inquisidor que predomina dentro de los testigos de Jehová contra todo aquél que plantea algún tipo de objeción a sus doctrinas. Acudimos con nuestras preguntas, en muchos casos suplicantes de una respuestas, pues no eran nuestro objetivo en ningún momento el de abandonar el grupo, sino el de comprobar la realidad de las espectativas y creencias que se nos ponían como de obligada profesión, y el de ver cómo conciliar nuestra conciencia con normas organizacionales que resultaban 'cargas' pesadas, que nos estaban robando el gozo de servir a Dios. Y nos encontramos con una particular 'Congregación para la Doctrina de la Fe' compuesta por tres "ancianos" bienintencionados, pero ignorantes del mensaje bíblico, los cuales insistían en citar de las publicaciones de la Sociedad, y en amenazarnos con "tomar medidas" si hablábamos a otros de nuestras dudas.

Por eso, no es maravilla el observar en éste articulo una manipulada y tendenciosa forma de razonar y entender los términos, o de darlos a entender.

¿Entienden los testigos de Jehová lo que significa para los seres humanos, 'el derecho de elegir'? ¿Tienen ellos en realidad 'derecho a elegir' un tratamiento médico que envuelva el uso de la sangre, diferente al dictaminado desde Brooklyn, sin que se tomen medidas disciplinarias contra ellos, que van a afectar a sus relaciones con familiares allegados y sus amigos?

Es habitual encontrar en la literatura de los testigos, artículos en los que establecen normas y leyes; en otros se establecen pautas, y en otros, simplemente se da consejo, permitiendo a sus componentes, el elegir u optar por un determinado comportamiento. Para ilustrar: en La Atalaya del 15 de febrero de 1990, pág. 29, determinaron lo propio e impropio de que los Testigos tomaran café y el té porque contienen la droga adictiva cafeína.

Respuesta: "Dado que la Biblia no menciona el abstenerse de bebidas que contengan cafeína, la decisión en cuanto a beber o no beber café o té es de índole personal."

En otro caso, fueron más al extremo, pues tocando el tema de las vacunas que contengan algunos componentes de la sangre como la albúmina, decidieron: "Esta es una decisión que los cristianos tienen que tomar personalmente." (Vea La Atalaya del 1 de octubre de 1994, pág. 31).

Así pues, el Testigo queda libre para tomar o no tomar café o té, a pesar de que éstos contienen una pequeña porción de droga, o aceptar tratamientos medicinales aunque contengan algunos componentes sanguíneos. Y es que, cuando la Biblia no menciona si el proceder cuestionado está prohibido, se suele actuar de éste modo. Buceando en sus publicaciones se pueden encontrar muchos temas en los que cada Testigo, individualmente, sin presiones y sin sanciones posteriores, determina lo propio o impropio de su proceder, de su manera de ver los asuntos.

Ellos quisieran hacer creer a las personas en general, que ocurre algo muy parecido con el tema de la sangre, que cada Testigo es libre y decide individualmente sobre lo propio o impropio de una transfusión sanguínea, especialmente porque en la Biblia no menciona la prohibición de las transfusiones de sangre, al igual que no mencionan las del café o el té. Ellos lo saben, pues fue tan tarde como en Julio de 1945, que los testigos de Jehová determinaron que las transfusiones de sangre estaban prohibidas en la Biblia. No lo hicieron como mero consejo o sugerencia, sino como una prohibición. Para ello, se vieron obligados a dar 'interpretación' a las palabras recogidas en Hechos 15:28 y 29, que son el sustento principal de su peculiar dogma.

Ellos reconocen que la ley de Moisés prohibía ingerir carne de animales, sin que previamente se hubiese derramado su sangre sobre el suelo, es decir, la Biblia prohibía el "comer" sangre. Por supuesto, los Testigos se dan cuenta que este era un acto simbólico, y que lo importante no era la cantidad de sangre derramada sobre el suelo, sino el acto en sí, y que por mucho que un judío pretendiera dejar sin sangre un animal, siempre quedaría un porcentaje de esta sangre dentro del animal, y que al comer dicha carne, tambien se estaba "comiendo" un poquito de sangre. El derramar la sangre sobre el suelo era un acto ritual sin más trascendencia.

En La Atalaya del 15 de octubre de 1992, pags. 30-1 dijeron:

"Cuando un cazador israelita mataba un animal, tenía que escurrir la sangre. (Compárese con Deuteronomio 12:15, 16.) Si su familia no podía consumir toda la carne, podía vender parte de esta. Incluso la carne de res debidamente desangrada contendría una pequeña cantidad de sangre, pero no hay nada en la Biblia que indique que un judío que comprara carne tuviera que ir al extremo de averiguar cuántos minutos pasaron entre la muerte del animal y su desangrado, qué arteria o vena le cortaron para que corriera la sangre, y cómo se colgó al animal y por cuánto tiempo. Además, el cuerpo gobernante no escribió que los cristianos tuvieran que tomar precauciones extraordinarias al respecto, como si necesitaran conocer todos los detalles antes de comer carne."

Así pues, deducimos que el israelita, aunque escurriera el animal al máximo, "comía" sangre cada vez que comía carne. El acto simbólico tenía que ver con la acción de "derramar" esa sangre al matar el animal, no la cantidad de sangre que fuera derramada o que quedara en el animal.

El "abstenerse de sangre o de lo estrangulado" era una prolongación de esa ley, (que muchos doctos bíblicos entienden era de carácter temporal), que no puede rebasar la realidad de un hecho: sacrificar un animal, derramar su sangre y comer su carne. Esto es así de sencillo. La analogía no da para más. Por tanto los teólogos de la Watch Tower de 1945, se vieron obligados a interpretar y a asemejar las transfusiones con el comer sangre con el fin de argumentar que dichas transfusiones iban contra las Escrituras.Como apoyo de esto, ellos cometieron el error de citar al anatomista del Siglo 17, Thomas Bartholin (Vea el folleto ¿Cómo puede salvarle la vida la sangre? pág. 6) y al médico francés Jean Baptiste Denys (Vea La Atalaya del 15 de marzo de 1962, pág. 175), para demostrar que una transfusión de sangre equivale a nutrición del cuerpo a través de la boca. La Watchtower se abstiene de mencionar que la medicina moderna ha abandonado este concepto hace muchas décadas. Las transfusiones de sangre actuales reemplazan meramente funciones pérdidas debido a la pérdida de sangre, tales como el transporte de oxígeno –un concepto completamente diferente a aquel que mantuvieron médicos del siglo 17.

Al ser una 'interpretación' particular de ver un tratamiento moderno de la medicina, los Testigos debieran, si ese era su deseo, el de dar consejo o sugerencias sobre lo apropiado de tal o cual tratamiento, pero nunca el de poner ley de obligado cumplimiento, en especial, en vista de los riesgos envueltos.

Los más de cuarenta mil muertos que llevan sobre su espaldas por esta causa, es una loza pesada que les reprime (por ahora) de efectuar el cambio.

Es por eso que durante 1998, han tratado por todos los medios de 'rizar el rizo' de sus palabras, para dar a entender de la 'libertad' que gozan los componentes en cuanto a ciertos comportamientos, que ellos mismo dijeron, identifican a una "secta peligrosa".

En La Atalaya del 15 de febrero de 1994, dijeron: "Está claro, pues, que por lo general se entiende que las sectas peligrosas son agrupaciones religiosas con puntos de vista y prácticas radicales que chocan con la conducta social aceptada como normal en la actualidad." Evidentemente, su negativa a las transfusiones de sangre, choca con la conducta social aceptada como normal en la actualidad; así pués, tratan de dar a entender que esta opción es parte de una decisión individual y personal, y no colectiva. Así lo expresaron con claridad en La Atalaya del 15 de marzo de 1998, pág. 20#7, al decir:

"Ahora bien, dado que tienen libre albedrío, cada uno de ellos ha decidido personalmente proclamar las buenas nuevas del Reino de Dios, permanecer neutral en la política, abstenerse de la sangre, evitar ciertos tipos de entretenimiento y vivir de acuerdo con las normas bíblicas. No se les imponen estas decisiones."

Su idea es convencer a propios y extraños, que los dirigentes de los Testigos no imponen ninguna doctrina, y que son cada uno de ellos, los que deciden personalmente abtenerse de sangre.

Lo más sorprendente de la actual información que refleja la, para ellos, gran victoria conseguida en los tribunales, es la declaración en pág. 29 que dice:

"En realidad, los testigos de Jehová han investigado este asunto y están convencidos de que han elegido el mejor modo de vivir. Esa elección incluye rechazar los peligros conocidos de las transfusiones de sangre y en lugar de estas aceptar procedimientos sin sangre que son comunes en muchos países y que están en conformidad con la ley de Dios".

Así que, en la actualidad, los testigos de Jehová investigan los peligros de la sangre, y se convencen de que rehusando las transfusiones de sangre, están eligiendo el mejor modo de vivir. Tácitamente reconocen que las razones bíblicas que les llevan a rehusar aceptar una transfusión de sangre, son meramente interpretativas, que no hay ni un sólo texto bíblico que así lo prohiba, que los seres humanos son libres de poder 'leer' un texto y entenderlo como mejor le parezca, pero que nadie está autorizado para imponer su interpretación a los demás.

Y que en realidad, la prohibición de las transfusiones de sangre que sostienen los testigos de Jehová son fruto de la interpretación de un "quijote" bienintencionado llamado Nathan H. Knorr, tercer presidente de la Sociedad Watchtower, y su fiel escudero, el Sr. Frederick W. Franz, que locos por leer tantos libros de caballería (entiéndase los escritos de Carlos T. Russell y Joseph F. Rutherford) y deseos de encontrar a la gran "Dulcinea" el uno, y de recibir la "Ínsula barataria" el otro, nos envolvieron a todos en éste dislate.

Los actuales "Quijotes", dándose cuenta de tanta locura y desvarío, tratan de quitarse el muerto de encima, echándole la culpa a los demás, pero manteniendo los mismos criterios que les caracterizan y que les identifican.

Pedimos con insistencia y con firmeza que se acabe la obra que representan desde hace más de un siglo. Que el Juez que todo lo ve, y todo lo escucha, el personaje más ilustre del universo, favorezca de una vez por todas el principio de elección hacía la libertad, hacia el amor y la vida; que dé su fallo y deje caer el telón de tanta hipocrecía, de tanta prepotencia.

Así sea.