La herencia de Bernadette


BORJA OLAIZOLA


Lourdes celebra hoy el aniversario de las apariciones convertido en el principal santuario de devoción mariana de Europa.

¿Sientes la energía?». Las japonesas Ami y Miyu acaban de llenar de agua unas cuantas botellas de plástico en la fuente, antesala de la cueva donde se venera a la Virgen. Son de Yokohama, tienen 31 y 32 años y exhiben una cortesía oriental prolija en inclinaciones y sonrisas que desconcierta al interlocutor y contrasta con la solemnidad del escenario. Uno no espera encontrarse en Lourdes con dos jóvenes que parlotean en japonés ataviadas por completo de blanco. Lo normal, piensa, es que el paisaje humano que se dibuja en torno a la gruta en esta mañana fría y húmeda de febrero sea algo más convencional. Alguna monja de sólidos hábitos rezando el rosario, matrimonios de mediana edad arrodillados frente a la imagen de la Virgen, quizás grupos de enfermos en sillas de ruedas.

El rector de Lourdes, un hombrón argentino que se pasea por el santuario con una sonrisa de oreja a oreja, explica al periodista que la presencia de japoneses empieza de dejar de ser excepcional. Horacio Brito cuenta que los avances en las comunicaciones -Lourdes dispone de su propio aeropuerto y está además inserta en la muy eficaz red francesa de alta velocidad (TGV)- han propiciado la aparición de un nuevo perfil de peregrino. Los europeos siguen siendo mayoría -el 97%-, aunque cada año es mayor la presencia de fieles de otros continentes. «Notamos un flujo creciente de peregrinos norteamericanos, sudamericanos y asiáticos», enumera Brito, que ve en esa apertura la confirmación de que Lourdes consolida su vocación de «lugar de encuentro de la humanidad».

LA HISTORIA

18 veces se le apareció la Virgen a Bernadette, una niña de 14 años que se acercó por primera vez a la gruta de Massabielle el 11 de febrero de 1858, cuando buscaba leña. La Virgen no le habló en la primera aparición, aunque más tarde le pidió que escarbase en el suelo y empezó a brotar agua de la cueva. Al agua se le atribuyeron poderes curativos y comenzaron las primeras peregrinaciones y la construcción de un santuario, declarado basílica en 1874.

El rector se desenvuelve en el terreno de las cifras con tanta solvencia como en el de los conceptos teológicos, no en vano es el principal responsable de una 'empresa' de más de 400 empleados que recibe en torno a seis millones de visitas anuales. «En 2008 crecimos un 50% y llegamos hasta los nueve millones de visitantes porque se conmemoraba el 150 aniversario de las apariciones y vino el Papa; en 2009 hemos vuelto a situarnos en torno a los seis millones». Además de consolidar a Lourdes como el principal santuario mariano de Europa, semejante flujo alimenta una industria que convierte a esta pequeña población de 15.000 habitantes en la segunda localidad de Francia con más plazas hoteleras después de París y que reporta unos 20 millones de euros anuales a las arcas de la Iglesia.

Pastillas de Agua de Lourdes

Antonio Lozano, del pueblo pacense de Don Benito, es uno de los muchos hosteleros que viven del trasiego de forasteros. Lozano llegó hace 40 años a la localidad pirenaica de la mano de sus padres y regenta ahora un restaurante que lleva el nombre de Santa Juana de Arco y que se alza al borde del río Gave. Testigo privilegiado de la evolución de Lourdes, ha hecho esta semana un paréntesis en su descanso invernal para aprovechar el tirón de la festividad. «Nosotros solemos decir que en invierno la Virgen se coge vacaciones porque entre noviembre y marzo esto baja mucho, aunque hacia el 11 de febrero la cosa se anima algo». ¿Se nota la crisis? Lozano responde que de momento no, que la fidelidad de los peregrinos está por encima de los vaivenes de la economía y que tanto la hostelería como las tiendas están aguantando el tipo.

Los carteles pegados a las persianas de algunos hoteles corroboran esa impresión. Se buscan recepcionistas, camareros, cocineros y hasta fontaneros para la temporada alta. No parece que en Lourdes haya mucho paro. La profusión de comercios con las estanterías abarrotadas de souvenirs religiosos transmite una imagen de sólida prosperidad. El cliente puede encontrar de todo: medallas, rosarios, efigies, velas, cuadros, platos, pulseras... La última novedad, pastillas de agua de Lourdes (3,20 euros), ha tenido una excelente acogida, explica la encargada de una tienda. El mercadeo de productos relacionados con la devoción -sigue explicando la mujer- escandaliza al principio a algunos clientes, pero por lo general los escrúpulos terminan quedando en un segundo plano y prevalece el deseo de hacerse con un recuerdo.

La población permanece sumida en un letargo invernal interrumpido únicamente por la festividad de la patrona. Se calcula que hoy se darán cita en el santuario unas 30.000 personas, más o menos las mismas que suele haber una jornada de 'temporada alta' (entre abril y noviembre). Habrá una misa especial presidida por el cardenal Jean-Pierre Ricard y en la cueva se rezará un Ángelus para recordar que hace 152 años la Virgen se le apareció por primera vez a Bernadette. Los grandes animadores de la jornada volverán a ser los peregrinos italianos, que tienen contratado varios vuelos para esta semana. «Es que Lourdes es el santuario más importante de Italia», bromea Teótimo González, capellán y coordinador español de Lourdes. Después de los propios franceses, que aportan el 40% de los visitantes, los italianos son los peregrinos más devotos del santuario pirenaico (30%). Les siguen ya a distancia los españoles (8%), los irlandeses (3%), los ingleses (3%) y los alemanes (2,7%).

Los sacerdotes Nacho Ortega, de Cantabria, y Vicente Guerrero, de Granada, son algunos de los representantes de las hospitalidades que se han dado cita esta semana en el santuario para cuadrar las fechas de próximas peregrinaciones. Las hospitalidades son organizaciones formadas por voluntarios que se encargan de cuidar y atender a los enfermos que visitan Lourdes. En España hay un total de 41, todas ellas muy activas. Ortega, que acude desde hace 30 años, confiesa que la experiencia le ha enriquecido profundamente. «Ser testigo de la alegría y la esperanza de la gente que sufre te enseña mucho», reflexiona.

En parecidos términos se expresa uno de los hospitalarios españoles más veteranos, Ernesto Martínez, que empezó a ayudar a los enfermos hace más de medio siglo. «Me llamaron para echar una mano en la peregrinación que se hizo desde San Sebastián en 1958, al cumplirse un siglo de las apariciones, y desde entonces no he fallado un año», presume. ¿Y qué es lo que tiene Lourdes? Martínez, de 77 años y ex presidente de la Hospitalidad de Guipúzcoa, dibuja una sonrisa en su rostro y admite que se sienta incapaz de explicarlo en palabras. «Son sensaciones pero sensaciones muy intensas: amistad, compañerismo, alegría, solidaridad, amistad...».

Al rector del santuario la pregunta no le coge desprevenido. El argentino Horacio Brito piensa que el hecho de que la gruta forme parte de un entorno natural es un tanto a su favor a la hora de congregar peregrinos: «Es un lugar abierto a todas las personas, sean cuales sean sus creencias, porque no hay barreras físicas que marquen una discriminación ideológica, no es una Virgen encerrada en un templo». Brito admite que la atracción tiene también que ver con la piedra de la cueva, el agua que mana de su interior y la llama de los cientos de miles de velas que se queman todos los años, elementos que contribuyen a que aflore la vertiente del ser humano más inclinada a la trascendencia.

-Pero habrá algo más que justifique semajantes multitudes de peregrinos, le insiste el periodista.

-«Es que esto es distinto, es como un Boca-River o un Barça-Madrid», sonríe con gesto cómplice el rector mientras dirige la mirada hacia la inmensa explanada del santuario, capaz de acoger a más de 20.000 personas en las jornadas de mayor trasiego.

El occitano de Bernadette

Las sombras empiezan a apoderarse del recinto y la humedad que sube del cauce del río Gave se cuela hasta el tuétano de los huesos. Un sacerdote entona en italiano una letanía de avemarías en el interior de la gruta mientras un equipo de televisión graba la escena. «Retransmiten todos los días el rosario en directo a Italia», aclara una peregrina. Se ha hecho de noche y los pocos visitantes que quedan apuran sus oraciones con gestos de frío en los rostros. Las llamas de las velas dibujan siluetas temblorosas en los relieves de la cueva y dan un aire amenazador a los arbustos de boj que crecen en Massabielle (la vieja roca). El rumor de aguas crecidas del Gave se adueña del silencio. En una de las alturas de la gruta, de apenas 95 metros cuadrados, resplandece la efigie de la Virgen. «Que soy era Inmaculada Conceptiou», se lee al pie de la imagen escrito en gascón, un dialecto del occitano, la única lengua que conocía Bernadette. Piedra, agua y luz, el milagro de Lourdes sigue hoy tan vivo como hace 152 años.


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