Españoles de corazón dispuesto logran lo “imposible”



¡Despertad! de 22 de Julio de 1984, pág. 25-28

LOS TESTIGOS DE JEHOVÁ habían estado predicando en España desde 1919. Entonces en 1936 se desató la guerra civil y la obra de ellos casi se paralizó. Las autoridades se apoderaron de la pequeña sucursal de la Sociedad Watch Tower, ubicada en Madrid, y confiscaron el equipo de imprenta. Los precursores extranjeros, o predicadores de tiempo completo, tuvieron que huir del país para evitar el encarcelamiento. Para la primavera de 1939 el general Franco había ganado la guerra y se impuso una dictadura católica fascista. La única organización religiosa a la que se le permitió seguir funcionando legal y públicamente fue la Iglesia Católica Romana. En tales circunstancias, ¿podrían los testigos de Jehová restablecer su obra algún día?

En aquel entonces, para los grupos aislados de Testigos españoles la recuperación parecía imposible. No obstante, en 1970, después de 34 años de proscripción o actividad de “catacumba”, los testigos de Jehová finalmente recibieron reconocimiento legal en España. Después de una breve búsqueda, hallaron un pequeño edificio en Barcelona que serviría como oficina central y hogar Betel para el personal de la oficina. Originalmente la familia de Betel tenía solo 12 miembros. En 1972, cuando N. H. Knorr (quien entonces era presidente de la Sociedad Watch Tower) dedicó el edificio remodelado, había un promedio de 15.668 Testigos predicando todos los meses en España. ¡Cuatro años después aquella cifra se había duplicado a más de 36.000! Las instalaciones del Betel de Barcelona ya eran muy limitadas para las necesidades que existían. Pero ¿dónde podría hallarse una propiedad más grande que fuera apropiada?

Un problema tenía que ver con las leyes de clasificación de zonas. Normalmente la zona donde está ubicado el terreno se clasifica para uso industrial o para uso residencial. Lo que se necesitaba era conseguir un terreno que se pudiera usar para ambos propósitos, puesto que los miembros de la familia de Betel que trabajan en la fábrica, los talleres y las oficinas también residen en el mismo complejo de edificios. Se emprendió por todo el país la búsqueda de una porción apropiada de terreno donde se pudiera construir un edificio o hubiera un edificio existente que fuera adecuado para expansión futura. Pasaron los meses y los años sin que se tuviera verdadero éxito.

Finalmente en 1980 se superó esta dificultad. Se halló un edificio de fábrica de cinco alas como a unos 24 kilómetros (15 millas) de Madrid, a las afueras del pueblecito de Ajalvir. Era un edificio casi nuevo que estaba parcialmente terminado, y las autoridades de la localidad estaban dispuestas a dar permiso para que la zona fuera tanto industrial como residencial. Pero había otro enorme problema... el aspecto financiero.

¿Cómo responderían los hermanos?

Por más de 30 años la Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania, E.U.A., se había complacido en financiar la obra de predicar en España sin exigir pago de vuelta. Pero debido a grandes gastos, como resultado de la expansión que se estaba efectuando en las oficinas centrales de Brooklyn en aquel entonces, la Sociedad no podía financiar las nuevas instalaciones del Betel de España. Si España había de tener una nueva sucursal, los Testigos españoles mismos tendrían que financiar el proyecto. Aquello fue un nuevo reto, una empresa de mayores proporciones que cualquiera otra que hubieran emprendido anteriormente los Testigos del campo español. De hecho, parecía imposible que los hermanos españoles, con sus salarios relativamente bajos, pudieran donar suficientes fondos como para cubrir el costo de aquella empresa.

Pero tal vez usted recuerde lo que se hizo cuando los israelitas del día de Moisés tuvieron el privilegio de construir el tabernáculo para la adoración de Jehová. Moisés había dicho a los israelitas: “De entre ustedes mismos recojan una contribución para Jehová. Que todo el de corazón dispuesto la traiga como contribución de Jehová”. Voluntariamente dieron oro, plata” piedras preciosas y otras artículos (Éxodo 35:5-9). De manera similar, el asunto se presentó francamente a las 751 congregaciones de España. En las asambleas de distrito de 1980, que se celebraron por todo el país, se explicó claramente la necesidad que había. ¿Cuál fue la respuesta?

Al final de las asambleas, la gente se puso en fila para contribuir sus joyas, anillos y brazaletes de oro y plata, a fin de que éstas pudieran convertirse en dinero efectivo para financiar el nuevo proyecto. En la asamblea de San Sebastián, en el país Vasco, una hermana ancianita entregó un pesado brazalete de oro. Cuando se le preguntó si estaba segura de que quería donar un artículo tan valioso, ella contestó: “Hermano, ¡se le puede sacar mayor provecho usándolo para pagar un nuevo Betel que llevándolo yo en la muñeca!”.

Una pareja joven contribuyó dinero que había planeado usar para su viaje de luna de miel. Una hermana anciana llevó un paquete de billetes bancarios húmedos que olían a moho, los cuales había guardado debajo del piso de su hogar durante muchos años.

A medida que pasaron las semanas, hombres y mujeres, jóvenes y ancianos, ricos y pobres, contribuyeron con corazón dispuesto para que España pudiera tener las nuevas instalaciones y edificios de Betel que se necesitaban. Hasta los precursores especiales, que reciben una pequeña mesada, hicieron contribuciones. Por ejemplo, cierta pareja sacrificó un viaje a los Estados Unidos y contribuyó el dinero que iba a usar para comprar el billete. Los niños también enviaron sus contribuciones a la sucursal. Uno de diez años de edad dijo: “Soy el primogénito de cinco hijos, y hemos oído la sugerencia en cuanto a enviar dinero para el nuevo Betel. Quisiera contribuir lo que hemos ahorrado en nuestra alcancía. Aunque es una suma pequeña, creemos que servirá para comprar algo”.

Muchos jóvenes también se organizaron de diversas maneras a fin de ganar dinero y contribuirlo a la Sociedad. Algunos hicieron muñequitas y las vendieron. Uno de ellos recogió aserrín de los talleres de carpintería y entonces lo vendió. Otro joven que estaba ahorrando dinero para comprar una guitarra donó el dinero para el proyecto de Betel.

Enfrentándose a nuevos desafíos

Los hermanos españoles respondieron tan bien que lo que había parecido algo imposible se convirtió en una realidad. En octubre de 1980 se compró el edificio de la fábrica. Pero era preciso hacer frente a nuevos desafíos. Se tenía que remodelar el edificio y completar su construcción. Era necesario edificar viviendas separadas. Era preciso formar un equipo de voluntarios para la construcción. Se necesitaban delineantes, ingenieros, constructores, electricistas y fontaneros. A primera vista todo esto parecía imposible. Pero era un desafío parecido a aquel al que se enfrentó Moisés durante la construcción del tabernáculo. De modo que salió este llamamiento por voluntarios: “Que todos los de corazón sabio entre ustedes vengan y hagan todo cuanto ha mandado Jehová” (Éxodo 35:10). Ahora se necesitaban expertos para la construcción de Betel, y se hizo un llamamiento similar por trabajadores dispuestos.

Cierto precursor especial, que es ingeniero, fue invitado con su esposa e hijo y prestó sus servicios por varios años. Cierto hermano de Madrid que es arquitecto técnico certificado ofreció también sus servicios para controlar la calidad de la construcción. Un arquitecto de Barcelona, que no es Testigo, oyó acerca de este enorme proyecto y se sintió movido a prestar voluntariamente sus servicios durante varios fines de semana. Sin embargo, había relativamente pocas personas especializadas en dichos campos entre los testigos de Jehová de España. Pero la ayuda de expertos también provino del extranjero. Hermanos procedentes de muchos países ofrecieron su ayuda... de Grecia, Alemania, Suecia, Gran Bretaña y los Estados Unidos, para mencionar solo unos cuantos.

Pero no solo se necesitaban expertos de corazón dispuesto, sino que también se necesitaban centenares de voluntarios permanentes y temporales para atender la mayor parte de las labores manuales, al igual que los quehaceres domésticos... cocinar, lavar y limpiar. ¿Cómo respondieron los Testigos? Exactamente como los israelitas que respondieron con corazón dispuesto. (Éxodo 35:20-35.)

Durante los tres años que se necesitaron para completar la construcción, miles de Testigos de toda España se ofrecieron de voluntarios para ayudar en Ajalvir de tiempo completo o durante los fines de semana y las vacaciones. Su excelente ejemplo y la ayuda que suministraron sirvieron de testimonio. ¿En qué sentido? Durante un período de diez meses, los propietarios originales de la fábrica continuaron con su industria en dos alas del edificio mientras los Testigos trabajaban en el resto del lugar. Los dueños anteriores quedaron tan impresionados por el celo y la conducta de los hermanos que la compañía adoptó la norma de que toda persona que emplearan en el futuro tendría que ser Testigo... ¡y se han apegado a esta norma!

Se logra lo “imposible”

En el otoño de 1982 se fijó una fecha para completar las nuevas instalaciones de Betel... 9 de octubre de 1983. A medida que los meses iban pasando rápidamente, aquello parecía una tarea formidable. Fue una cosa hacer que la estructura principal y los módulos residenciales tomaran la forma de un complejo de edificios de Betel, pero el terminar los miles de detalles era otro asunto. Tarde en la noche del sábado 8 de octubre todavía había voluntarios trabajando en los toques finales de los pisos de mármol y el techo revestido de espejos del vestíbulo. No obstante, la mañana del 9 de octubre—el día de la dedicación—en aquel lugar, en una colina que da hacia el típico paisaje castellano con los colores ocres de otoño estaba el resplandeciente complejo de edificios de Betel, de color blanco y gris, en medio de un césped verde y flores de diversos colores.

Centenares de visitantes que vinieron de España y otros países quedaron asombrados. ¡Quién hubiera creído que una organización que había sido casi eliminada y que había sido proscrita hasta 1970 pudiera tener unas oficinas centrales tan hermosas solo 13 años después! Sin lugar a duda, Jehová había cumplido con la palabra que había dado al profeta Isaías: “El pequeño mismo llegará a ser mil, y el chico una nación poderosa. Yo mismo, Jehová, lo aceleraré a su propio tiempo”. (Isaías 60:22.)

El programa tuvo un comienzo excelente, con experiencias y expresiones de parte de personas que habían estado por mucho tiempo en la organización y que habían vivido durante los tiempos difíciles de los años treinta, y de parte de misioneros que habían servido anteriormente en España. Entonces F. W. Franz, presidente de la Sociedad Watch Tower, pronunció el discurso acerca de dedicación y consagración. Este discurso lo escucharon atentamente no solo las 956 personas que estaban presentes en el nuevo Betel, sino también más de 62.000 personas en 12 diferentes estadios que estaban conectados por líneas telefónicas por todo el país. Mediante sus donaciones y trabajo voluntario la mayoría de los presentes habían contribuido a este excelente y nuevo complejo de edificios de Betel. Durante los años de duro trabajo, habían estado verdaderamente conscientes de las palabras del sabio rey Salomón: “A menos que Jehová mismo edifique la casa, de nada vale que sus edificadores hayan trabajado duro en ella” (Salmo 127:1). Con la bendición de Jehová, los Testigos españoles estaban entre las personas de corazón dispuesto que habían hecho posible todo aquello.


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