ESTUDIOS DE LAS ESCRITURAS

¡Quitad pues a ese perverso de entre ustedes!

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«Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así los gentiles?»

Una de las características más singulares de la doctrina de los Testigos de Jehová es enseñar que dos sentimientos: el amor y el odio, pueden surgir de un mismo corazón, de tal modo que los cristianos pueden sentir amor hacía algunas personas y odio hacia otras de manera natural y lógica, dependiendo del lado que se pongan éstas en relación con las enseñanzas que provienen de su organización. (Compare con Snt 3:11, 12.)

Es más, esos dos sentimientos se pueden expresar hacia una misma persona en un breve espacio de tiempo, dependiendo que desde una plataforma se anuncie que tal individuo es, o ha dejado de ser miembro de la organización de los testigos de Jehová.

Ellos afirman que son los seguidores verdaderos de Cristo, y que lo evidencian por el amor que se tienen entre sí y el amor que tienen a su prójimo, pero al mismo tiempo dicen sentir odio hacia anteriores miembros de su grupo que por motivos personales o doctrinales, decidieron abandonar el colectivo, y han criticado públicamente alguna de sus doctrinas.

Para compaginar sentimientos tan antagónicos, se valen de artículos publicados en La Atalaya, en los que se interpretan pasajes bíblicos del A.T. en los que Jehová aparentemente expresa odio contra enemigos de él, con la siguiente aplicación: Se asemeja a la organización con el propio Jehová y a los que abandonan a la organización con estos enemigos, fomentando sentimientos de hostilidad contra los mismos por su deslealtad al haber abandonado a 'la organización de Dios'.

Desde esa perspectiva, fomentan un proceder de absoluto aislamiento mental, emocional y físico contra los 'infractores', sin importarles la situación personal o circunstancias familiares de los 'rebeldes', y los efectos a corto o largo plazo que tal situación pudiera acarrearles. Las consecuencias de esta cruel política doctrinal es tremenda, pues llegan a romper relaciones de años, incluso los propios lazos de sangre entre familias, y dejan a las víctimas en completa impotencia ante el injusto trato. El destrozo emocional y espiritual es bastante importante. Se conocen casos de suicidios o intentos de suicidio, por algunos ex-miembros que no pudieron soportar la cruel situación.

En realidad, esta forma de actuar refleja el sentimiento de uno que los presidió durante 36 años, el 'juez' Rutherford, y que llegó a decir públicamente que los expulsados y desertores de los testigos de Jehová deberían estar muertos, y que si ellos no los ejecutaban físicamente era porque las leyes del país lo impedían. Por eso, los deberían de tratar como si estuvieran muertos.

Que esto no es un invento, y que así está reflejado en sus publicaciones recientes, lo podemos comprobar haciendo un breve repaso a algunas citas que tratan sobre estos asuntos, y que nos ayudarán a ver la cruda realidad. Un artículo que apareció en La Atalaya del 1 de octubre de 1993, intitulado "Escudríñame completamente, oh Dios", hablando acerca de los "apóstatas", en la página 19 y empezando en el párrafo 15, lee:

El salmista dijo respecto a ellos: "¿No odio yo a los que te odian intensamente, oh Jehová, y no me dan asco los que se sublevan contra ti? De veras los odio con un odio completo. Han llegado a ser para mí verdaderos enemigos". (Salmo 139:21, 22.) David aborrecía a esas personas porque odiaban intensamente a Jehová. Los apóstatas están entre los que odian a Jehová y se sublevan contra él. La apostasía es, en realidad, una rebelión contra Jehová. Algunos apóstatas dicen que conocen y sirven a Dios, pero rechazan las enseñanzas y los requisitos de su Palabra. Otros sostienen que creen en la Biblia, pero rechazan la organización de Jehová y procuran activamente estorbar su obra. Cuando escogen a propósito obrar con maldad después de haber conocido lo que es correcto y la maldad está tan arraigada en ellos que es parte inseparable de su modo de ser, entonces el cristiano tiene que odiar (en el sentido bíblico de la palabra) a los que se han apegado inseparablemente a la maldad. Los cristianos verdaderos sienten lo mismo que Jehová siente hacia los apóstatas; no les intrigan las ideas apóstatas. Al contrario, les "dan asco" los que se han convertido en enemigos de Dios, pero dejan que Jehová se encargue de ejecutar venganza. (Job 13:16; Romanos 12:19; 2 Juan 9, 10.)

Un artículo en La Atalaya del 15 de Noviembre de 1981, pág. 23, bajo el encabezamiento "PARIENTES EXPULSADOS QUE NO VIVEN EN LA CASA DE UNO" dice lo siguiente, empezando en el párrafo 18, (vea también la referencia de La Atalaya del 15 de Noviembre de 1988):

La segunda situación que es necesario que consideremos tiene que ver con un pariente expulsado o desasociado que no es del círculo familiar inmediato ni está viviendo en el hogar de uno. Esta persona todavía es pariente por consanguinidad o es pariente político, y por eso puede que haya asuntos de familia que a grado limitado necesiten atención. No obstante, no es como si él estuviera viviendo en la misma casa de uno, donde no se pudiera evitar el contacto y la conversación con él. Debemos recordar con claridad la instrucción inspirada de la Biblia: "Cesen de mezclarse en la compañía de cualquiera que llamándose hermano sea fornicador, o avariento..., ni siquiera comiendo con tal hombre." 1 Cor. 5:11.

Para concluir en ese artículo con las siguientes pautas: "los cristianos que son parientes de una persona expulsada [o desasociada] que vive fuera del hogar de ellos deben esforzarse por evitar asociarse innecesariamente con ella, y hasta deben mantener al mínimo los tratos comerciales con ella."

Así, con artículos de esta clase, y con frases como las anteriores, han fomentado un espíritu de hostilidad en sus miembros contra anteriores personas que por años, han servido fielmente a las directrices de esta organización, y han sacrificado muchos años de su vida a una actividad, que en ningún momento le ha reportado ganancia material. No les importa su estado físico, su edad, su situación familiar, etc. Y principalmente no les importa que para transmitir e implantar esta política cruel, haya que presentar una vesión torcida y tergiversada de determinados textos que sirven para apoyar su postura.

Un ejemplo: En la cita anterior donde el salmista David dice: "¿No odio yo a los que te odian intensamente, oh Jehová, y no me dan asco los que se sublevan contra ti? De veras los odio con un odio completo. Han llegado a ser para mí verdaderos enemigos", los Testigos hacen el siguiente razonamiento: a) 'David aborrecía a esas personas porque odiaban intensamente a Jehová,' b) 'cualquier que critica cualquier enseñanza de la Watchtower 'odia intensamente a Jehová', c) 'Jehová odia intensamente a cualquiera que critica a la Watchtower'.

Después, es fácil transmitir estos sentimiento a sus propios simpatizantes al razonar: "los cristianos verdaderos sienten lo mismo que Jehová siente hacia los apóstatas; no les intrigan las ideas apóstatas. Al contrario, les "dan asco" los que se han convertido en enemigos de Dios."

Así, un sentimiento expresado de David sobre enemigos de Dios, ellos lo dirigen a personas que ven las múltiples contradiciones, errores e inconsecuencias que contienen las doctrinas de los Testigos. Lo hacen porque ellos creen que son el propio Jehová Dios, y por tanto, que cualquier pequeña crítica o disención hacia ellos, es como si fuera dirigida a Dios. No es extraño que muchos miembros que han ocupado puestos de responsabilidad en sus filas, que descubrieron y criticaron errores evidentes, y que posteriormente abandonaron voluntariamente el grupo, al sentirse objetos de tan terrible hostilidad, se levanten en contra de la organización, lo que ha resultado y está resultando en la actualidad, en denuncias exhaustivas de sus doctrinas defectuosas y de su historia. ¡Los Testigos de Jehová son el grupo más denunciado y criticado por sus anteriores miembros en los medios públicos, que cualquier otro grupo religioso!

El caso es que para respaldar su posición en contra de tales personas, para los Testigos ha sido muy fácil citar textos bíblicos, aislar una frase o una palabra, o enfatizar el contenido o significado literal de la misma, con previos comentarios que preparan el terreno para sacar conclusiones interesadas, aunque las mismas sean contrarias al sentido común de sus adepto, y en el interior de ellos mismos, una vocecita les diga que esta aplicación es incorrecta. (Ya se encargarán con otros comentarios posteriores, y con un sistema policial fiel, de 'apagar' dicha voz interior, y de 'racionalizar' el proceder por muy equivocado que este sea, para que sea razonado y practicado por la gran mayoría).

Los textos en cuestión son:

"Pero ahora les escribo que cesen de mezclarse en la compañía de cualquiera que, llamándose hermano, sea fornicador, o persona dominada por la avidez, o idólatra, o injuriador, o borracho, o que practique extorsión, y ni siquiera coman con tal hombre." (1 Corintios 5:11 TNM)

"Todo el que se adelanta y no permanece en la enseñanza del Cristo no tiene a Dios. El que sí permanece en esta enseñanza es el que tiene al Padre y también al Hijo. Si alguno viene a ustedes y no trae esta enseñanza, nunca lo reciban en casa ni le digan un saludo." (2 Juan 8-10 TNM)

La hemenéutica de interpretación consiste en aislar frases y palabras de estos textos, sacarlas de su contexto, y elaborar una determinada forma de actuar, que es impuesta de forma coercitiva al resto de miembros, estableciendo un 'código penal' para quien no cumpla lo establecido, y unos 'jueces' revestidos con amplios poderes para aplicarlo.

Buena prueba de ello, es que estas palabras de Pablo y Juan, han sido 'interpretadas' de diferentes maneras en otras épocas de la historia de los Testigos, y en ellas se han basado para expresar ideas y formas de actuar diferentes, dependiendo de quién redactó el artículo, y quien presidía en ese momento la organización.

Sabido es, que los testigos de Jehová no institucionalizaron la figura de la expulsión hasta la década de los cincuenta, es decir, no expulsaban a sus miembros de la manera que lo hacen ahora, por medio de un comité de 'ancianos', y no tomaban represalias de grupo contra el 'malhechor'.

En el libro "Proclamadores" reconocen que hasta el año 1944, la práctica habitual era la de presentar ante toda la congregación las pruebas de los males cometidos por el malhechor en los casos graves, en conformidad con los dicho por Jesús en Mt 18:15-17.

La era Knorr trajo consigo cambios considerables. En La Atalaya del 1 de Octubre (en inglés, 15 de mayo) de 1944 traspasaron la responsabilidad de juzgar a los malhechores a 'hermanos responsables encargados de la superintendencia de la congregación', anulando de esta manera la potestad bíblica de que fuera la 'congregación' la encargada de ello. Se vieron obligados a dar interpretación a la frase "la congregación" para que quisiera decir "el cuerpo de ancianos." Todo lo culminaron con un artículo de La Atalaya del 1 de Julio de 1952 (en inglés, 1 de marzo) en el que se estableció la expulsión tal como la entendemos en la actualidad. (Vea Proclamadores... pág. 187.)

Pero el punto de viraje que estableció la actual política de dureza en contra de los expulsados y desasociados tuvo que ver con las expulsiones y deserciones que ocurrieron en la Central de Brooklyn durante 1980, y que culminaron con la expulsión de un ex-miembro del Cuerpo Gobernante llamado Raymond Franz a finales de 1981.

Hasta esa fecha, su política de expulsión y trato con personas en esta situación había sido la expresada en los artículos de estudio de La Atalaya del 1 de Diciembre de 1974, que habían sido redactados precisamente por él. Por este motivo, esta información ha sido ocultada posteriormente por los Testigos, y cuando sacan un tema, o publican un índice, astutamente no mencionan ni citan para nada de tal publicación, con objeto de evitar situaciones embarazosas de tener que explicar el porqué ese cambio tan drástico de un período a otro.

Efectivamente, en esa revista se mostró un punto de vista moderado y hasta bondadoso en algunos casos con personas en esta situación.

A partir de la salida de este hombre de la cúpula dirigente, se entendió que aquel proceder establecido en esa Atalaya era demasiado suave, y se consideró necesario publicar un nuevo artículo (¿nueva luz?) que aclarara el asunto. Ni que decir tiene, que textos examinados con una perspectiva de bondad y respeto, fueron ahora interpretados con una dureza sin igual.

"Cesen de mezclarse... ni siquiera coman con..."

Las palabras que Pablo dirigió a los Corintios, en su Primera carta, capítulo cinco, son la columna vertebral de este proceder. Están recogidas de un contexto en el que Pablo se dirige a dicha congregación y les reprende por un caso inmoral "cual, ni aun se nombra entre los gentiles."

Un componente de dicha congregación vivía con la mujer de su padre, es decir, con su madrastra, y la congregación no había hecho nada por detener o reprender tal comportamiento; es más, se sentían orgullosos por tal hecho. Pablo se dirige, no a las ancianos, sino a la congregación en general, y después de mostrar su juicio para con aquel malhechor, razona: '¿No sabeis que un poco de levadura leuda toda la masa?' Los cristianos son la masa, pero si permiten que levadura vieja se introduzca entre ellos, la fiesta de la Pascua que es Cristo, quedaría sin significado, repleta de malicia y de maldad.

¿Eran sólo los fornicadores los que podían leudar la masa de sinceridad y de verdad de los cristianos? Pablo razona que no, que los que practiquen fornicación, avidez, idolatría, injurias, borracheras habituales y/o extorsión (hurto) también entrarían en el cajón. Así, los cristianos deberían de guardarse de personas que: 1º) "llamándose hermanos"; 2º) practicasen las seis cosas enunciadas, no 'juntándose' con estas personas, 'ni aun comiendo' con ellas.

Como muy bien expresa un artículo similar escrito por ex-miembros del grupo, 'los Testigos de Jehová utilizan este versículo para apoyar su doctrina de rechazar a otros, pero después no lo aplican en su totalidad, pues no expulsan personas por "avidez". Ellos no pueden expulsar a los miembros que se emborrachan con regularidad a menos que su conducta sea tan escandalosa y públicamente conocida que traiga reproche sobre los Testigos de Jehová. No expulsan a la gente por cosas que ellos mismos clasifican como idolatría (por ejemplo: materialismo, el adorar a una organización, la glotonería, etc.).'

Es más, los Testigos de Jehová, mientras rechazan a las personas expulsadas o desasociadas, no les prohiben que asistan a las reuniones de congregación en el Salón del Reino.

Es decir, que ni el término "no mezclarse en compañía de" lo aplican literalmente, ni las razones que deben llevar a los cristianos a actuar de ese modo, pues si lo hicieran, tendrían que prohibir la entrada a sus Salones del Reino o de Asambleas, a personas con estas características. ¡Hasta tendrían que verse obligados a no invitar nunca a otras personas que no fueran Testigos de Jehová de buena reputación a sus hogares o nunca saludar a nadie que no lo fuera!

Si embargo, sí lo tratan de aplicar con rudeza y severidad cuando la persona en cuestión, no quiere que se le asocie o se le considere miembro de la organización a la que por un tiempo apoyó. A estas personas despectivamente les llaman "apóstatas", con connotaciones de gran bajeza moral por haber dejado de apoyar a la 'congregación de Dios', aunque su comportamiento siga siendo honrado y moral.

La táctica de aislar palabras es evidente. Sacan del contexto de 1 Corintios la frase 'cesen de mezclarse... ni siquiera coman con tal hombre,' y la aplican en general a toda persona que ellos consideran digna de ser expulsada, sea por las razones enunciadas por Pablo en esta carta, o por otras razones que recogen de otros textos sueltos. A su vez, este proceder lo aplican también a todos los 'desasociados'.

Y especialmente a estos aplican las palabras de Juan en su segunda carta, "nunca lo reciban en casa ni le digan un saludo."

El peligro evidente de este chantaje moral es, el de verse envuelto en una serie de cábalas sobre lo que es considerado como motivo de expulsión y lo que no. (Los Testigos han ido creando una lista que cada día se alarga más, en la que especifican las diferentes razones que deben llevar a un cuerpo de ancianos a proceder a expulsar, y en el libro "Presten atención" la hacen parte de un estudio, para que los ancianos tengan un esquema bien claro de dichas razones.) Empero, la cuestión es alargada, pues las cábalas alcanzan no sólo a las razones que deben llevar a formar un 'comité judicial' y expulsar, sino también, al modo de tratar y comportarse con personas que son expulsadas o abandonan el grupo, y esas cábalas abarcan a cuestiones familiares, de trabajo, etc.

En sus artículos de estudio dirimen cuestiones como: 'A la persona expulsada, ¿cómo deben considerarla y tratarla los miembros leales de la congregación? ¿Deberían comportarse para con ella tal como lo harían para con cualquier vecino, compañero de trabajo o persona con quien se encuentran casualmente en la calle? ¿Deberían decirle: "¡Hola!" o hasta charlar brevemente con la persona expulsada si se cruzan con ella? ¿Qué hay de trabajar para ella o emplearla? ¿Hasta qué grado deberían los padres cristianos u otros parientes comunicarse con el expulsado o estar en su compañía?' (Preguntas recogidas de un articulo de estudio de La Atalaya del 15 de noviembre de 1981, pág. 11, párr. 7.)

Y en un acto de presunción, concluyen: "¡Cuánto debemos agradecer el hecho de que Jehová Dios nos provea consejo en cuanto a cómo tratar con un malhechor expulsado!."

De esta manera, preparan el camino a sus lectores para que entiendan que las respuestas que se van a dar en el articulo de estudio son 'el consejo de Dios en cuanto a cómo tratar con un malhechor expulsado', como si la Biblia contuviera y planteara situaciones similares a la planteadas en el artículo en cuestión.

Un repaso a cada una de las cuestiones planteadas y a las respuestas que dan, muestra una total carencia de argumentos bíblicos. Es más, en los párrafos en los que contestan cuestiones concretas como, ¿Deberían decirle: "¡Hola!" o hasta charlar brevemente con la persona expulsada si se cruzan con ella? ¿Qué hay de trabajar para ella o emplearla? ¿Hasta qué grado deberían los padres cristianos u otros parientes comunicarse con el expulsado o estar en su compañía?, no utilizan ni un solo texto, ni un solo razonamiento, ni un solo ejemplo bíblico salvo los textos que encabezan sus temas, es decir, las palabras de Pablo y las de Juan.

Todo lo demás, son conclusiones y razonamientos humanos que permiten una amplia gama de opiniones. Curiosamente, utilizan argumentos de gran tendenciosidad y muy ajenos al espíritu cristiano. Por ejemplo, con relación a trabajar con un expulsado o desasociado dicen: "Si por razón de contrato o de dinero uno se ve obligado a continuar por el momento la relación comercial, uno ciertamente tendría ahora una actitud diferente para con la persona expulsada." (pág. 18, párr. 20) Es decir, permiten 'por el momento' tal relación comercial, especialmente cuando existe por medio un contrato, o unos intereses de dinero. ¡Ni un solo texto en apoyo de este 'consejo de Dios en cuanto a cómo tratar con un malhechor expulsado! ¿Como es que "por dinero" se puede dejar de cumplir "el consejo de Jehová"?

Y de los consejos relacionados con parientes expulsados, (que en manos de los "ancianos" son auténticas leyes) observamos una distorsión de las fibras más delicada del ser humano: la familia. Anteponen los consejos de ellos a la institución familiar, haciendo que los lazos de sangre no tengan ningún valor ante sus "interpretaciones."

Además de tratar de abarcar todas las situaciones posibles dentro del hogar, que no tienen un reflejo en relatos bíblicos, (parientes que viven en el mismo hogar; parientes que no viven en casa de uno; padre expulsado que ora con su familia antes de comer; hijo mayor expulsado que vivió independiente y ahora quiere volver al hogar; padres mayores que caen enfermos; reuniones sociales como bodas, días de campo; muerte de un pariente expulsado, etc.) se dedican a establecer reglas en cada caso, que tienen en la mayoría de los casos, fuerza de ley, por la que se rigen los ancianos para juzgar situaciones límite como estas.

Y cometen errores de bulto evidentes. Por ejemplo: en La Atalaya del 15 de Diciembre de 1974, pág. 759, tratan casos parecidos y les dan matices diferentes. En párr. 21 dicen: "En cuanto a miembros de familia expulsados (no hijos o hijas menores de edad) que vivan fuera del hogar, cada familia tiene que decidir a qué grado tendrán asociación con estos. Esto no es algo que los ancianos de congregación puedan decidir por ellos."

Mientras que en La Atalaya del 15 de noviembre de 1981, no solo regulan multitud de procederes con parientes que viven fuera del hogar, (como vimos al principio de este artículo, desde ese año promulgan la idea de que los cristianos "deben esforzarse por evitar asociarse innecesariamente con ella, [refiriéndose a la persona expulsada o desasociada], y hasta deben mantener al mínimo los tratos comerciales con ella.") sino que se introducen en el propio hogar, matizando detalles sobre si el expulsado debe orar en nombre del resto de familia, si debe asistir a fiestas sociales, si se debe tratar asuntos espirituales con ella, etc.

Otro detalle que no puedo dejar de mencionar, tiene que ver con lo que los Testigos entendían que significaba "mezclarse en la compañía de" hasta 1981.

En La Atalaya del 15 de Diciembre de 1974, pág. 756, dijeron:

"La expresión griega que usó Pablo para "mezclarse en la compañía de" es el verbo synanamígnymi, que significa 'mezclarse' o 'juntarse.' El verbo básico envuelto (míngnymi) se usa en Mt 27:34 para describir el mezclar vino con hiel y en Lucas 13:1 para describir que Pilato había mezclado sangre con sacrificios. De modo que envuelve una verdadera fusión o mezcla, una unión en una combinación o compuesto."

De este entendimiento, sacaban la conclusión de que la expresión 'mezclarse en compañía de' envolvía compañerismo, camaradería, consorcio, amistad. De modo que, "el tener compañerismo con otro significa aceptar a la otra persona como estando en una posición igual con uno mismo, estando interesado en sus modos de ver y abrigándolos, compartiendo estos con una actitud receptiva y favorable."

Esta información, fué utilizada por muchos Testigos en ese tiempo, para seguir saludando y hablando con la persona expulsada o desasociada, especialmente cuando el implicado era un amigo allegado o un pariente, alegando que con tal relación, él no tenía compañerismo, camaradería, consorcio o amistad en el sentido expresado en la Atalaya. Es comprensible que después del cambio efectuado, la Sociedad trate de entorpecer a los nuevos la búsqueda de esta información tan molesta, y la traten de ocultar de los índices que publican anualmente.

¿Por qué este cambio? ¿Ha sido Jehová el que "ha aconsejado" que desde 1981, se establezca una política de rigidez y dureza aún con parientes y familiares? ¿O ha sido el 'Cuerpo Gobernante' y su sistema piramidal de control, los que han desarrollado una actitud de considerar a los expulsado o desasociados como enemigos virtuales?

Curiosamente, de las listas que ellos establecen como motivos para expulsar, recientemente se ha caído comportamientos que antes penalizaban con la expulsión como el realizar el servicio social sustitutorio del militar. La expectativa callada de miles de Testigos es que muy pronto se caiga la penalización por aceptar una transfusión de sangre, algo por lo que claman anónimamente desde los medios de comunicación y desde las páginas de Internet, y que de hecho, en Bulgaria y Suecia ya no se lleva a cabo.

¿Por qué el apóstol Pablo dijo a los cristianos de Corinto que ante ciertos comportamientos de aquellos que llamándose hermanos, deberían actuar de forma firme y drástica, no juntándose con ellos, ni comiendo en una misma mesa?

Teniendo en cuenta que Jesús y los apóstoles eran judíos, y vivieron según el estilo de vida y costumbres de su día, es de suponer que muchos de esos consejos tuvieran que ver con las costumbres judías. Es por eso, expresiones como: "sea para tí como hombre de las naciones", "ni un saludo", etc., no pueden entenderse apropiadamente si no se tiene un conocimiento de las costumbres populares que imperaban durante ese tiempo.

Posteriormente, las prácticas de las congregaciones cristianas del primer siglo en la cultura Judía llevaron a situaciones singulares que ahora nos resultan chocantes. Había dos clases de compañías en la adoración religiosa: 1) reuniones públicas, como las del templo y en la sinagoga a las cuales cualquiera podía asistir; y 2) reuniones privadas de diferentes sectas. Los cristianos y los judíos participaban en ambas.

Los cristianos se reunían en hogares privados, usualmente para una comida especial y para orar. El ministro que presidía preparaba la comida con fondos de la hermandad que formaban o con los suyos propios. (Hech. 20:20; véase la nota al pié de la página de las ediciones más antiguas de la Traducción del Nuevo Mundo)

Se instruyó a los cristianos a que se "saludaran" unos a otros con un beso. (Rom. 16:16; 1ªCor. 16:20; 2ªCor. 13:12; 1ªPed. 5:14) Cuando Pablo en una carta envió sus "saludos" a los cristianos de Tesalónica, les pidió que saludaran de parte suya a los "hermanos" con un "beso santo". (1ªTes. 5:26) Y fue por medio de este mismo gesto que Judas traicionó a Jesús. (Lucas 22:47,48)

Todas estas costumbres eran parte del vivir diario de esas personas, y debemos tenerlas en cuenta a la hora de dar interpretación a las palabras y el espíritu del consejo que Pablo dirigió a los Corintios. Si Pablo ordenó a los cristianos que "cesaran de mezclarse con" debemos entender qué significaba para ellos el 'mezclarse', qué tipo de relación o camaradería implicaba. Si les dijo "ni siquiera comiendo' no debemos ir más allá del espíritu reflejado en esas palabras, y es, que a los que llamándose hermanos, fueran pecadores impenitentes, no se les permitiría participar de las reuniones y de las comidas para la adoración cristiana y oración. Ni más puntos ni más comas.

Por supuesto, si alguno traía otra enseñanza diferente que negara la existencia de Dios, la venida de Cristo en la carne, etc., esto los excluiría completamente de que se les saludara con el señalado "beso santo". Sin embargo, la instrucción de Pablo no prohibía tener conversación normal o testificar a anteriores miembros. Ni se les prohibía el que adoraran en el templo o en las sinagogas. (Hechos 5:42)

La idea la expresó Pablo después en 2 Tes 3:14, al decir:

"Si alguno no obedece a lo que decimos por medio de esta carta, a éste señaladlo, y no os juntéis con él, para que se avergüence."

Estas palabras, por supuesto, tienen un contexto que no debemos eludir a la hora de darles interpretación. Pablo da aquella exhortación después de haber detallado una serie de comportamientos no muy apropiados dentro de la congregación.

En el vers. 6 había dicho:

"Pero os ordenamos, hermanos, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que os apartéis de todo hermano que ande desordenadamente, y no según la enseñanza que recibisteis de nosotros."

Aparentemente, si se aíslan estas frases y mandatos de Pablo, podemos encontrar el 'caldo de cultivo' que precisan los Testigos, para justificar su proceder y considerarlo absolutamente correcto. Pablo les lleva unas enseñanzas y les 'ordena' que si alguien no las obedece, lo aíslen, que se aparten de él. Esto abre un campo amplio de oportunidades para determinar quién 'anda desordenadamente' y las prerrogativas que puede tener una persona para 'ordenar' un comportamiento, 'si alguien no obedece lo que decimos'.

¿A quién dirigió Pablo esta 'orden'? Pues al igual que en la Primera carta de Corintios, se dirige a toda la congregación en general y no 'al cuerpo de ancianos' como le gustaría a ellos. Así que son todos y cada uno de los componentes de la congregación los que tienen que determinar la aplicación de estas palabras, y el modo que influirá en su comportamiento con los demás. Para evitar susceptibilidades, Pablo de inmediato, aclaró qué quería decir con la expresión 'andar desordenadamente' al decir:

"Porque oímos que algunos de entre vosotros andan desordenadamente, no trabajando en nada, sino entreteniéndose en lo ajeno. A los tales mandamos y exhortamos por nuestro Señor Jesucristo, que trabajando sosegadamente, coman su propio pan." (2 Tes 3:11, 12.)

Así que Pablo no se estaba refiriendo a borrachos, injuriadores, inmorales, etc., sino a unos cuantos miembros de la congregación de Tesalónica que no querían trabajar y que vivían del cuento. Actitudes de esta clase eran reprobables y deberían ser censurada por la mayoría para que los 'desordenados' aprendieran la regla: 'Si alguno no quiere trabajar, que tampoco coma.'

El proceder cristiano de ese tiempo era propicio para que muchas personas se hicieran pasar por cristianos y sacaran beneficio de su asociación con la congregación. Los cristianos de Tesalónica tenían que determinar quién andaba desordenadamente, y entonces, apartase de tal persona, no asociarse con él, para que se avergonzara.

Por supuesto, ese 'apartarse de él' nada tiene que ver con el proceder que aplican los Testigos para con el infractor de sus normas, pues mientras este grupo establece un sistema de aislamiento total, que pudiera llevar a negarle a tal persona 'el pan y la sal', es decir, las cosas más esenciales de la vida, Pablo continúa en su exhortación:

"Más no lo tengáis por enemigo, sino amonestadle como a hermano."

Así que el 'andar desordenadamente' no era excusa para que el comportamiento del cristiano dejara de ser amoroso, bondadoso para con los demás, a pesar del mal ejemplo observado. Por su desorden, no era un enemigo al que odiar o detestar, sino todo lo contrario. Judas lo expresó del modo siguiente: "y de otros tened misericordia con temor, aborreciendo aun la ropa contaminada con su carne." (Jud 23.)

Así que ni desórdenes de mayor embergadura como pueden ser la inmoralidad, el engaño, la borrachera, la calumnia, etc., justifican al cristiano para tratar o considerar al infractor como enemigo, sino que tenemos la obligación de seguir amonestándolo como hermano; esto quiere decir que nuestro 'cesar de juntarnos con' es relativo y específico, y debe ser aplicado individualmente con amor por cada cristiano según su criterio, y no según unas pautas organizacionales estrictas e impersonales.

"No lo recibáis en casa ni lo saludéis".

Y finalmente nos detenemos en las palabras que vienen siendo utilizadas como timón de mando a la hora de justificar el comportamiento rudo y severo que tienen contra el ex-miembro.

Me refiero a la palabras que el apóstol Juan escribió en su segunda carta, al decir: "Si alguno va a vosotros y no profesa ésta doctrina, no lo recibáis en casa ni lo saludéis." (2ª Jn 10. Edición Popular) El texto de arriba no se refiere a personas que han sido expulsadas de la congregación cristiana. Cuando se lee el contexto, se ve que se refiere a cualquiera que "no profesa ésta doctrina", pero se aplica con igual crudeza contra quien en un momento dado es apartado de la congregación o contra quien decide apartarse por su propia voluntad.

Quienes hemos estado muchos años dentro de sus filas sabemos de experiencias de gran crudeza emocional, en los que padres se han puesto en contra de hijos e hijos en contra de padres, curiosamente haciendo una simbiosis de las palabras de advertencia de Jesús en Mt 10:35, 36, pues en el caso de los Testigos, es el creyente el que está en contra del incrédulo. Si alguna experiencia me ha llamado más la atención es la relatada en el libro En Busca de Libertad Cristiana, de Raymond Franz, que fué miembro del Cuerpo Gobernante durante 9 años.

Aunque en otro lugar de estas páginas Webs se relata íntegramente tal experiencia, tiene que ver con el proceder que se tuvo contra Percy Harding, que en 1910, con veinte años, empezó a leer los escritos del Pastor Russell, en 1918 dejó un buen trabajo para ser precursor, y en 1925 fue a Brooklyn, Nueva York, para servir en las oficinas centrales de la Watch Tower. Después de unos cuatro años, la situación desarrollada bajo la presidencia de Rutherford y la conducta de algunos que ejercían superintendencia dejó a Percy desilusionado. En 1929 finalizó su obra en las oficinas centrales.

A pesar de eso, permaneció asociado y activo en la misma congregación en Brooklyn durante los siguientes cincuenta y seis años.

En Diciembre de 1981, con 91 años de edad, fué expulsado por hablar acerca de la Palabra de Dios con unos amigos. En dichas conversaciones se cuestionó la autoridad de la organización, y de algunas interpretaciones que dan a la Biblia.

Las dos enfermeras (Testigos) que le visitaban, casi cada semana, y le ayudaban en muchas cosas que él no podía hacer, dejaron de visitarle de inmediato.

Percy Harding murió mientras dormía el 3 de Febrero de 1984. Durante los veinticinco meses que siguieron a su expulsión, ni una sola persona de la congregación con la que él había estado asociado por 56 años vino a verle o a interesarse por sus necesidades. ¿Es ese el amor que, dicen los Testigos, tienen a su prójimo?

Este comportamiento cruel, lo basan en sus interpretaciones bíblicas, sin darse cuenta que ninguna interpretación bíblica, por muy 'inspirada' o 'revelada' que esté, puede mover los corazones de seres humanos a portarse así; y que si esto ocurre, entonces el defecto hay que buscarlo en la irracionalidad de la interpretación, y no en el mal cometido por el infractor.

¿Cómo dijo Jesús que se debería tratar a alguien expulsado de la congregación?

"Además, si tu hermano comete un pecado, ve y pon al descubierto su falta entre tí y él a solas. Si te escucha, has ganado a tu hermano. Pero si no escucha, toma contigo a uno o dos más, para que por boca de dos o tres testigos se establezca todo asunto. Si no les escucha a ellos, habla a la congregación. Si no escucha ni siquiera a la congregación, sea para ti exactamente como hombre de las naciones y como recaudador de impuestos." Mat.18:15 17 TNM

La instrucción era primero tratar el asunto del pecado entre las dos personas a solas. Entónces, si el pecador no se arrepentía, traer a uno o dos más como testigos. Como último recurso, el asunto se tenía que tratar ante la entera congregación (no privadamente con los "ancianos"). Si la persona no escuchaba todavía, entónces debería ser tratada como un gentil o como un recaudador de impuestos. En otras palabras, los cristianos trataban a los anteriores miembros del mismo modo que a los que nunca se habían asociado con la congregación.

Ser tratado como "un hombre de las naciones", (lo cual es decir, un gentil o extranjero) estaba muy lejos de significar ser rechazado ("hombre de las naciones", Gr. ethnikos de ethnos, étnico que significa raza o nacionalidad, distinta de la de Israel. Literalmente, un "extranjero". Se traduce también como "gentiles", "naciones", "paganos", "gentes"). Los judíos trabajaban con gentiles, se asociaban con ellos, tenían tratos de negocios con ellos y les predicaban. En cuanto a los "recaudadores de impuestos", Jesús comió y se asoció con ellos. No eran populares pero no se les rechazaba.

¿Por qué Juan dijo que no se recibiera en casa ni se saludara a que trajera una doctrina diferente a la que trajo Cristo? Una analogía nos puede ayudar a entender el asunto. Cuando Jesús envió a sus discípulos a proclamar el Reino, les dijo:

"No llevéis bolsa, ni alforjas ni sandalias, ni saludéis a nadie por el camino." (Edición Popular)

¿Qué quiso decir Jesús? ¿Estaba enseñando a sus discípulos a ser descorteces con los demás, hasta el grado de no decir: "¡Hola! ¡Buenos días! ¡Adiós!"?

Otra vez conocer las costumbres judías al saludarse nos ayudan a entender este consejo. Era muy habitual, al encontrarse por el camino con un conocido o pariente el saludarse efusivamente y preguntar por todos y cada unos de los familiares, de tal modo, que un saludo pudiera durar más de treinta minutos. El espíritu de urgencia que Jesús quería imbuir a sus discípulos, le llevó a aconsejar que evitaran pérdidas de tiempo en tales saludos.

Por otro lado, vimos arriba la costumbre adquirida de los primeros cristianos de saludar con "un beso santo" a otros. Es de entender pues, que el evitar un saludo se refería, no a un simple: "¡Hola! ¡Buenos días! ¡Adiós!" que es práctica habitual entre vecinos, amigos, o incluso entre desconocidos como señal de educación y cordialidad. Juan, tal vez quería con su consejo, evitar la efusividad e intimidad que los saludos de aquel tiempo tenían.

De todas formas, no queremos olvidar que el consejo de Juan era aplicativo al que "no profesa" la doctrina de Cristo, es decir, que no se estaba refiriendo exclusivamente a cristianos que había dejado de serlo, y enseñaban una cosa diferente a la "oficial", supuesto que no existía un tribunal que determinaba qué era la doctrina oficial y qué era la apóstata. ¡Eso quisieran los Testigos!

Eran personas que no reconocían a Jesucristo venido en la carne, es decir, que negaban el cristianismo desde sus raíces. Debido a que llevaban a cabo reuniones en sus hogares (lo que también podría incluir el estar en alguna zona excavada o en alguna tienda fuera de los muros de la ciudad de Jerusalén), en su cultura sus vecinos podrían verlo como que estaban invitando a su hogar a personas no cristianas y que compartían con ellos su forma de adorar.

Eso debía evitarlo, y la mejor manera era la de no recibir en casa a estas personas, ni saludarlos. Todas las normas y pautas que a raíz de estas palabras han inventado los dirigentes de los Testigos han sido eso, pura invención, pura elucubración, más propias de los fariseos y saduceos judíos, que de lo que ellos profesan ser.

Las buenas cualidades que ellos profesan tener, quedan ocultas bajo multitud de leyes y normas elaboradas en mentes calenturientas, que violan lo que es santo.

La confusión creado por los Testigos con respecto al trato que se debe dar a uno que 'llamándose hermano' obre de manera desordenada o inmoral, puede quedar disipada por el contenido del siguiente enunciado.

"Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más?"

Y es que los Testigos, parece que han pensado poco en el significado profundo de estas palabras. Se jactan de pertenecer a un colectivo que aparentemente se aman nos a otros, son solidarios entre ellos, y generalmente se muestran afectividad cuando se ven en la calle, olvidando lo que dijo Jesús en Mateo 5:47: «Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No lo hacen tambien los gentiles?» ¿Dónde está el mérito del cristiano? El trato contra el 'malhechor' en el pueblo judío tenía unas reglas, que podían llegar a la misma muerte de éste. El cristianismo tiene otro enfoque. Es cierto que la figura de la expulsión es una figura bíblica. Era una práctica en el cristianismo primitivo, la de expulsar a los malhechores de la congregación. La instrucción de expulsarlos que dió Pablo, era una instrucción colectiva, y era 'la congregación' la que la que determinaba que tal persona dejara de pertenecer al círculo íntimo de ellos. Pero no hay ninguna base bíblica que ordene a los cristianos que rechacen totalmente a anteriores miembros (es decir, no tener comunicación o conversación con ellos). Especialmente, no hay apoyo bíblico para que se rechace a los propios parientes de uno, es decir, padres, hijos y hermanos.

Dicen que 'Dios es Amor' para combatir la idea de un infierno de fuego, pero luego ellos han levantado su peculiar "infierno" en el que "atormentan" a personas honradas y sinceras, o a personas que no se elevan a la altura de lo que ellos exigen, negándoles el pan y la sal, es decir, negándoles el trabajo, la amistad, el cariño familiar, etc.

¡Qué diferente del verdadero y genuino espíritu del cristianismo! Si pudiera resumirse en una sola palabra la ley del cristianismo, esta sería la del "amor". ¿No rescata y recupera el amor al pecador? ¿Rechazaría Jesús a la oveja extraviada del rebaño? ¿Dejaría de saludarla?

"Ahora bien, todos los recaudadores de impuestos y los pecadores seguían acercándose a él para oírle. Por consiguiente, tanto los fariseos como los escribas seguían murmurando, diciendo: "Este hombre recibe con gusto a pecadores, y come con ellos". Entonces él les habló esta ilustración, y dijo: "¿Qué hombre de ustedes que tiene cien ovejas, al perder una de ellas, no deja las noventa y nueve atrás en el desierto y va en busca de la perdida hasta que la halla? Y cuando la ha hallado, la pone sobre sus hombros y se regocija. Y cuando llega a casa convoca a sus amigos y a sus vecinos, y les dice: 'Regocíjense conmigo, porque he hallado mi oveja que estaba perdida'. Les digo que así habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente que por noventa y nueve justos que no tienen necesidad de arrepentimiento. Lucas 15:1 17 TNM

¡Hasta esta ilustración la retuercen! Durante los muchos años que he estado dentro de sus filas, he observado una aplicación torcida de esta parábola, pues cuando ellos observan que una oveja se está saliendo del rebaño porque tiene dudas de que ese sea el rebaño verdadero de Cristo, lo primero que hacen es resguardar a las noventa y nueve restantes, por temor a que se les vayan más, prueba palpable de su inseguridad. Después, hacen la visita del enterrador. Creen que con rígidas normas que respaldan con citas de revistas y libros, van a conseguir disipar dudas, o hacer reflexionar al 'malhechor'. Lo único que consiguen es tomar la medida para el ataúd. Por supuesto, la muerte que provocan es con respecto a seguir dando apoyo a la organización que representan.

No ven la bondad del pastor de la parábola que sale en busca de la oveja perdida, que la pone sobre sus hombros y se regocija, y que cuando llega a casa convoca a sus amigos y a sus vecinos, y celebra una fiesta.

Y es lógico, pues para captar todos estos matices, deben desprenderse de la idea organizacional que les mantiene encarcelados. El día que se liberen de ella, celebraremos juntos 'la libertad de los hijos de Dios.'

©José Martín Pérez